“¡Cosas de la Biblia!” Miguel-A. 114 seg. (Toni Ronald)

Soy representante directivo de una compañía multinacional, e iba a Madrid a una reunión de negocios. Llegué al aeropuerto de Barajas una mañana lluviosa de otoño. Como tenía reservado, me alojé en el lujoso hotel, de cinco estrellas, “Paraíso Terrenal Madrileño”.

Tenía la tarde libre, pero la persistente lluvia era una fuerte dificultad para pasear por la ciudad. Por ello, después de comer en el hotel, me retiré a mi habitación a dormir la siesta.

Después de levantarme de la siesta, con disgusto, comprobé, a través de los cristales, que la lluvia persistía. Revisé los titulares de los cuatro periódicos del día, que los empleados del hotel había dejado sobre la mesita. Y cambie 14 veces los canales de la televisión, hasta comprobar que no había en ella nada, para mí, interesante.

¡Me estaba aburriendo como una ostra! Me dirigí a a una estantería donde había medio centenar de libros de canto dorado. ¡Lo que me temía! ¡Muy cultural, pero poco interesante! Eran obras maestras de la literatura universal que, más o menos, todos conocemos. Miméticamente, tomé la Biblia, que estaba aparte y no de canto como los otros libros. Y me dejé caer en la butaca, para hojearla. Segundos después, telefoneé al servicio de información del hotel.

Señorita, ¿podría informarme sobre la lista de posibles vuelos semanales a Acapulco?. ¡Lo siento! No disponemos de tal información, pero puedo buscarle el número telefónico de la sección informativa de la compañía Iberia.

¡No! ¡Gracias! No es necesario. Tengo que ir uno de estos días a Barajas. ¿Y podría informarme de los índices bursátiles más recientes?. ¡Eso es más fácil! Los tiene usted en el diario “Economía”, que hemos dejado sobre la mesita de su habitación.

¡Gracias! Los buscaré. ¡Ah, señorita!... ¡¿le han dicho, alguna vez que tiene una voz preciosa!?. ¡Gracias! Tener buena voz es imprescindible para ejercer esta profesión.

¡Me encantaría tomar una copa con usted! ¿Podría ser?. ¡Ahora no, pero a las 20:00 cambiamos de turno, y quedo libre!.

¿Puedo pasar, entonces, a buscarle a usted por la oficina informativa del hotel a las 19:55?. ¡OK! ¡Adiós! ¡Hasta las 19:55 entonces!.

Y acabó sucediendo, lo que puede suceder entre un hombre y una mujer: ¡que terminamos ambos en la cama!.

¡¡¿¿Quién lo iba decir... que hoy acabaría contigo en la cama... si apenas nos conocemos??!!. ¡Pues lo dice en la Biblia!.

¡¡¿¿En la Biblia??!! ¿En serio? ¿Dónde? ¿En qué capítulo? ¿En que versículo?. ¡No! Ahí, en la primera página. ¡Escrito a mano!.