“…les enseñó las manos y el costado. Los discípulos se llenaron Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: - Paz a vosotros.” Jn.20, 19-22

“Si quiere, un hombre vivo puede morir por no reprochar a su hermano”. Ese es uno de los apotegmas más bellos de los Padres del desierto. más bellos de los Padres del desierto. Eran hombres que anhelaban la limpieza del corazón. Eran hombres que anhelaban la limpieza del corazón. En el retiro y la oración buscaban la humildad.

Parece sencillo. Y, sin embargo es todo un ideal de vida. Un ideal heroico en medio de un mundo encrespado de acusaciones. encrespado de acusaciones.

Reproches que se cruzan en el hogar, en el puesto de trabajo, en el puesto de trabajo, en la política, en los medios de comunicación. Y contra la Iglesia y en el seno de la Iglesia.

Sólo podría reprochar a su hermano a su hermano quien se supiera libre de culpa. quien se supiera libre de culpa. Pero no es así. Pero no es así. Subrayamos en los demás las faltas que más nos afean a nosotros mismos. a nosotros mismos. Así el reprochador se retrata sin saberlo. sin saberlo.

El apóstol Tomás no estaba presente cuando el Señor resucitado se apareció a los discípulos. Él se negó a creer que hubiera resucitado. Quería tocar con sus manos las llagas del resucitado.

Cuando Jesús volvió a aparecerse, se dirigió a él y le dijo: se dirigió a él y le dijo: Cuando Jesús volvió a aparecerse, se dirigió a él y le dijo: se dirigió a él y le dijo: ” Trae tu dedo, aquí tienes mis manos, trae tu mano trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente”.

“Señor mío y Dios mío” Así exclama el discípulo que ha comprendido la realidad de la resurrección. El que ha superado las dudas y el orgullo de dudar de su Maestro. El que ha sido capaz de identificar al resucitado con el crucificado.

“ Dichosos los que crean sin haber visto”  Él había felicitado a los pobres y a los mansos,  los que lloran y los que hambrean la justicia,  los misericordiosos y los limpios de corazón,  los promotores de la paz  y los perseguidos por mantenerse fieles al ideal de santidad. Ahora dice que son felices los que creen, los que ponen su confianza en lo invisible. los que ponen su confianza en lo invisible. Ahora dice que son felices los que creen, los que ponen su confianza en lo invisible. los que ponen su confianza en lo invisible. Y así exclama el Maestro:

Señor Jesús, que no reprochas al que te busca con sincero corazón, acepta el homenaje de nuestra fe y ayúdanos a creer en ti con sinceridad y coherencia. Amén. Aleluya.

José Román Flecha Andrés PALABRA DEL SEÑOR –Salamanca Presentación: Antonia Castro Panero Música: Aleluya