Los movimientos sociales

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Transcripción de la presentación:

Los movimientos sociales Dra. Juana E. Suárez Conejero Parte de los textos de esta presentación han sido tomados del artículo “En la búsqueda de actores y Desafíos societales. La sociología de Alain Touraine”, de Geoffrey Pleyers, disponible en http://www.academia.edu/741089/La_sociologia_de_Alain_Touraine También fueron tomados textos inéditos de Guy Bajoit.

La teoría de los movimientos sociales Teoría social II La teoría de los movimientos sociales Dos autores: Alain Touraine y Guy Bajoit Touraine – Francia, 1925 – Escuela de Altos estudios de ciencias sociales de París. Guy Bajoit – Bélgica – Profesor emérito Universidad Católica de Lovaina

La teoría de los movimientos sociales Teoría social II La teoría de los movimientos sociales ALAIN TOURAINE

Panorámica breve de Touraine Teoría social II Panorámica breve de Touraine La sociología de Alain Touraine no es una sociología de sistemas sociales, de la reproducción y de las funciones, sino del actor y más específicamente del Sujeto, definido como la voluntad de construirse como un actor. Su proceso teórico se inscribe en oposición al paradigma estructuralista dominante en los años cincuenta y en particular el de Talcott Parsons. También se opone a la corriente dominante después de 1968 encarnada especialmente por Poulantzas, Foucault o Bourdieu, quienes se centraron en la dominación  presente en todos los aspectos de la vida social.

Panorámica breve de Touraine Teoría social II Panorámica breve de Touraine Touraine pone en el centro de su sociología la capacidad de los individuos de constituirse como actores, mirando no hacia las estructuras o la reproducción de la sociedad, sino el cambio y la producción de la sociedad desde ella misma. Nos alerta contra “la ficción de que el orden es primero”. Primero viene la capacidad creadora de una sociedad de producirse y transformars. Es la sociedad quien inventa sus normas, sus instituciones y sus prácticas. El centro de la teoría social de Touraine es el actor.

El actor en vez del sistema Teoría social II El actor en vez del sistema Opuestamente a esta ideología neoliberal que privilegia la autorregulación de los mercados, y también contrariamente a algunas creencias revolucionarias en una necesidad histórica, Alain Touraine no ha cesado de afirmar que no existen ni fatalidad ni necesidad históricas, sino actores que construyen la historia y que producen la sociedad. La producción de la sociedad por ella misma se realiza entonces a través de conflictos que oponen a los actores centrales y donde lo que está en juego es la propia historicidad.

La historicidad Concepto básico de Touraine. Teoría social II La historicidad Concepto básico de Touraine. La historicidad son los desafíos centrales que animan a la sociedad y por los cuales ésta se produce y se reproduce a sí misma. Llama “historicidad” al trabajo de auto-producción de la sociedad, a la capacidad de una sociedad de intervenir en su propio funcionamiento, de producir sus orientaciones normativas y de construir sus prácticas en un momento determinado de su historia. “La historicidad de la sociedad es su capacidad de producir sus orientaciones sociales y culturales a partir de sus actividades y de conferir un “sentido” a sus prácticas”.

Los movimientos sociales Teoría social II Los movimientos sociales Para Alain Touraine, los movimientos sociales no se reducen a acciones estratégicas ni mucho menos a procesos de formación de identidades. Se trata antes que nada de actores que llevan sus luchas al plano de la historicidad, es decir, de grupos sociales que luchan con la finalidad de transformar los modelos culturales y conducen sus protestas hasta las orientaciones centrales de una sociedad. “Lo propio de un movimiento social es no estar orientado por valores conscientemente expresados. (…) Se define por el enfrentamiento de intereses opuestos por el control de las fuerzas de desarrollo y del ámbito de la experiencia histórica de una sociedad”.

Movimientos sociales y sociedad Teoría social II Movimientos sociales y sociedad Analíticamente, Touraine distingue tres principios que fundan a un movimiento social: la identidad, la oposición y la totalidad. El  principio de identidad se refiere a la definición del actor por él mismo. Pero la formación de un movimiento precede a esta conciencia: es el conflicto el que constituye y organiza al actor. Con el  principio de oposición, se trata precisamente de esta capacidad del movimiento para nombrar a su adversario. Un movimiento no se organiza sino nombrando a su adversario, aunque su acción no presupone esta identificación. Es el conflicto quien hace surgir al adversario y forma la conciencia de los actores involucrados en él. Las orientaciones comunes a estos dos adversarios llevan al  principio de totalidad: dominio de la historicidad, de las grandes orientaciones de la sociedad.

La teoría de los movimientos sociales GUY BAJOIT

Los componentes de la acción colectiva Promover una acción colectiva conflictiva es construir siempre un “nosotros” (“yo”), que entra en conflicto contra “ellos”, en el nombre de un bien colectivo, de un “desafío“ (enjeu). Ejemplos clásicos: “Nosotros” (los obreros, las mujeres, los negros, los inmigrantes, etc.), contra “ellos” (los burgueses, los hombres, los blancos, los belgas, etc.), “en el nombre” de un bien del cual estamos privados (el bienestar, la libertad, el respeto de la igualdad de género, de raza, de cultura, etc.).

Los componentes de la acción colectiva Para constituir un “Nosotros” se debe poder construir una identidad común, orgullosa y solidaria, y que cada individuo esté dispuesto a tener en cuenta los intereses del grupo antes que sus intereses individuales: es necesario que cada uno esté dispuesto a invertir tiempo, dinero, a renunciar a su tranquilidad, a tomar riesgos... Para combatir un “Ellos” es necesario poder identificar un adversario o un enemigo accesible: saber a quién enfrentarse, de dónde viene el mal, quiénes son los verdaderos responsables (no chivos expiatorios) de la privación que “Nosotros” sufrimos; y es necesario poder obligarlos a escuchar, a negociar: es una relación de fuerzas. Para tener un “Desafío” (enjeu) se debe poder traducir un proyecto alternativo general (una ideología, una utopía) en reivindicaciones concretas y realistas.

Los procesos de acción colectiva Según la teoría de la acción colectiva, para que un movimiento social se constituya es necesario que se produzcan tres procesos: que las víctimas de privaciones resientan éstas como frustraciones; que estas frustraciones sean lo bastante fuertes para arrastrarlos a la movilización; y que la movilización esté enmarcada en una organización. Sin embargo, no siempre es “natural” que estos procesos ocurran.

Los procesos de acción colectiva Las víctimas de privaciones no siempre sienten frustración. Sólo hay frustración si los interesados estiman que “no es justo, no está bien, no es normal” ser tratados como lo son; pero casi siempre buscan una razón que lo justifica, se dicen a sí mismos que “ha sido así desde siempre, es natural, no se puede hacer nada en contra” e incluso que “es la fatalidad, es Dios que lo ha querido” o, peor aún, que “es nuestra culpa”.

Los procesos de acción colectiva Además, los que resienten la frustración no se movilizan siempre, ya que a menudo tienen otras respuestas posibles aparte de la protesta. Pueden esperar una solución individual, por lo menos de tres maneras diferentes: con la lealtad, que responde a una lógica cooperativa (demostrando una mayor devoción hacia los que los dominan); con la salida o abandono, que es una forma de contradicción (rompiendo la relación, yendo a buscar una solución en otra parte); y/o con el pragmatismo, que es una forma de competencia (aprovechando las fallas del sistema para conseguir algunas compensaciones).

Los procesos de acción colectiva Por último, quienes se movilizan no siempre se organizan: pueden rebelarse, participar en los disturbios, dejar pasar unos días... y después volver a sus casas y seguir viviendo como antes! No faltan ejemplos de rebeliones que costaron vidas humanas y que no han servido para resolver los problemas de privación que los provocaron. La movilización es más que una simple adhesión a una solidaridad: ella implica una organización de los individuos involucrados.

Los procesos de acción colectiva EJEMPLO Un conjunto de individuos que viven en una región amenazada por la instalación de una central de tratamiento de residuos nucleares. Frente a esta amenaza, en el nivel 0 de movilización, encontraremos a aquellos que son indiferentes al problema, o quienes piensan que esta instalación será un buen asunto porque se crearán algunos empleos. En el nivel 1, encontraremos los que se oponen a esta instalación, pero que no están dispuestos a formar parte de una organización creada para impedirlo. En el nivel 2 se sitúan los que están dispuestos a algunos actos concretos de protesta: firmar peticiones, asistir a reuniones, participar en manifestaciones.

Los procesos de acción colectiva EJEMPLO En el nivel 3 están los militantes que participan en la organización la resistencia. Y en el nivel 4 se encuentran los dirigentes de la organización y líderes del movimiento. Los indiferentes, los simpatizantes, los que protestan, los militantes y líderes pertenecen a diferentes niveles de implicación en la movilización con vistas a la acción colectiva. La movilización se refuerza cuando los individuos avanzan en los niveles de implicación en la organización de la solidaridad.

Las condiciones para la acción colectiva Para que la acción colectiva se constituya (en sus tres compuestos: frustración, movilización, organización) y que obtenga resultados eficaces, aún es necesario que se den ciertas condiciones. Nos estamos refiriendo a seres humanos dotados de consciencia: son sujetos, no objetos. En consecuencia, las condiciones que la sociología señala son factores que favorecen la acción colectiva: son útiles, aumentan la probabilidad. Por lo tanto no son causas: no son condiciones necesarias y suficientes, sino que son “razones para”. La debilidad o la ausencia de algunas de estas condiciones puede ser compensada por la fuerza de otras.

Para que una privación (objetiva) engendre un sentimiento (subjetivo) de frustración, es necesario: (1) que el desafío de la acción esté constituido por un “bien” altamente valorado por el modelo cultural reinante. Ejemplo: hoy en día muchos individuos consideran que la preservación del medio ambiente constituye un objetivo importante para el futuro de la humanidad; no era así hace medio siglo...

Para que una privación (objetiva) engendre un sentimiento (subjetivo) de frustración, es necesario: (2) que los desafíos concretos que el grupo reivindica se inscriban en un objetivo utópico a largo plazo: por ejemplo, un mundo sin discriminación de raza, de sexo, de edad, de cultura, o bien un mundo en el cual existieran la justicia y la libertad... Estos fines son inaccesibles, por lo tanto no negociables, permiten hacer soñar, y renovar constantemente las reivindicaciones concretas porque, justamente son utópicos. Y si, además, se puede creer (¡aunque sea falso!) que ese mundo de justicia existe, en alguna parte en la Tierra, el movimiento se aferrará a esta fe que lo movilizará sin cesar !

Para que una privación (objetiva) engendre un sentimiento (subjetivo) de frustración, es necesario: (3) que las personas privadas de este “bien” crean que es posible obtenerlo: que tengan la esperanza que su situación va por fin a arreglarse y que podrán acelerar esta mejora interviniendo inmediatamente. Ahora bien, para que tengan esperanza es necesario que vean señales de esperanza: por ejemplo, señales de debilidad de los dirigentes (una crisis, reformas en curso, sobre todo si éstas fracasan); un acontecimiento desencadenante; un grupo de referencia positiva con el cual compararse (que ya se haya movilizado previamente y cuya situación haya mejorado o que se pudo evitar lo peor).

Para que una privación (objetiva) engendre un sentimiento (subjetivo) de frustración, es necesario: (4) que atribuyan la causa de su privación a otro actor, con el cual están en relación, posiblemente directa (los patrones, los hombres, los blancos, los colonizadores, los especuladores, los ricos...), es decir, un blanco al que puedan atacar. La privación no llega a ser frustración si su causa se atribuye a un origen contra el cual no pueden hacer nada (a sí mismos, a la fatalidad, al destino, a la mala suerte, a Dios, a la naturaleza…). Si se reúnen estas condiciones, es probable que muchos individuos “privados” se sentirán “frustrados”. Pero aún hará falta que protesten y que se organicen.

Para que los individuos frustrados se movilicen es conveniente: (5) que sean arrastrados en la movilización por uno o varios grupos de activistas, que emprendan acciones concretas: dan el ejemplo, estimulan el contagio, perturban las consciencias, suscitan la reflexión, controlan a los que puedan verse tentados por otras soluciones que la protesta.

Para que los individuos frustrados se movilicen es conveniente: (6) que los miembros de la categoría social frustrada compartan la misma condición social, que se parezcan – no solamente entre ellos sino que también con los grupos de activistas. Esta semejanza puede estar basada sobre criterios objetivos (edad, sexo, raza...), sobre una experiencia compartida (profesión, ciudadanía, condición social), sobre criterios subjetivos (idioma, ideología, religión, modo de vida) y, si fuera posible, sobre tradiciones de lucha (una reputación establecida desde hace tiempo). También es necesaria la proximidad geográfica (la dispersión perjudica la comunicación, aunque, hoy en día, las tecnologías electrónicas facilitan las cosas).

Para que los individuos frustrados se movilicen es conveniente: (7) que la categoría social referida pueda hacer valer una contribución importante a la vida en común, un aporte necesario, que pueda ejercer una presión sobre los adversarios en la mira. Es el caso, por ejemplo, de los trabajadores, las mujeres, los consumidores, el personal de la enseñanza o de la salud, los funcionarios...; pero no es el caso de los cesantes, los excluidos, los homosexuales, los inmigrantes, los pobres, los jóvenes, los viejos... Esta contribución permite no sólo “chantajear” paralizando un sector significativo de actividad, sino también reunir los recursos indispensables a la movilización (cajas de solidaridad para sostener las huelgas, delegados, permanentes, negociadores, informantes...).

Para que los individuos frustrados se movilicen es conveniente: (8) que el adversario sea intransigente (ya que si propone negociar inmediatamente, no le deja al movimiento el tiempo de constituirse), y que su represión no sea demasiado débil (si no ella no une los miembros del movimiento), ni demasiado fuerte (si no, ellos se acobardan y, a menudo, se desmovilizan). Esta condición, sin embargo, es misteriosa. A veces, la legitimidad del enjeu - desafío es tan fuerte (la independencia nacional contra el ocupante extranjero, por ejemplo), que compensa la fuerza de una represión muy violenta, y que centenares de miles de personas aceptan dar su vida por la Causa (la Resistencia durante la segunda guerra mundial, las guerras de liberación de Argelia, de Vietnam, etc.).

Para que los individuos frustrados se movilicen es conveniente: (9) que el campo de las soluciones individuales posibles no sea ni demasiado abierto, ni demasiado cerrado. Esta condición es misteriosa también. Tomemos el ejemplo de las coyunturas económicas. A veces, la gente se moviliza cuando el campo está muy abierto porque no tienen demasiados riesgos (estamos en un período de pleno empleo, si pierdo mi trabajo a causa de mi participación en el movimiento, me será fácil encontrar otro en otra parte); a veces, al contrario, no protestan debido a la misma razón (puesto que puedo irme a otra parte, es inútil protestar: me voy). A la inversa, cuando el campo está muy cerrado, sucede que las personas protestan, a pesar de los riesgos (estamos en un período de crisis, es vital que yo cuide mi trabajo ya que me sería difícil encontrar otro); a veces, por el contrario, no protestan debido a la misma razón (no puedo permitirme correr este riesgo).

Para que los individuos frustrados se movilicen es conveniente: (10) que la identidad colectiva (lo que une entre ellos los miembros del grupo) esté constituida de una mezcla de intereses, de valores y de afectos: los intereses solos son demasiado “fríos” para movilizar durante mucho tiempo. El grupo en fusión se construye sobre el orgullo, sobre el orgullo de ser quien se es, y este orgullo no descansa sólo sobre sus cualidades (sobre sus valores, sobre su contribución, sobre su historia, sobre su memoria colectiva), sino que se nutre también (y a veces sobre todo) del odio hacia el adversario y del desprecio hacia otros grupos que viven privaciones peores que las propias. Si el orgullo y el desprecio movilizan, por el contrario, el miedo, la envidia y la vergüenza detienen la movilización.

Cuando estas diez condiciones se reúnen, es probable que tengamos individuos frustrados, enojados, con conciencia e invitados a participar en grupos activos, estructurados por militantes y líderes, y comprometidos en luchas concretas. Sin embargo, para que esta movilización dure en el tiempo, y por lo tanto sea eficaz, el movimiento debe aún organizarse.

Para que individuos movilizados se organicen, se necesita: (11) que el liderazgo sea de buena calidad: unido y honesto, perseverante e independiente, combativo y carismático (Moscovici, 1979). También es necesario que no sea ni demasiado timorato ni demasiado aventurero, ni demasiado burocrático, ni demasiado guerrero. Es necesario, en efecto, que estos líderes sean capaces de hacer un análisis justo de la situación, con el fin de llevar “sus tropas” al combate con éxito, ya que los fracasos siempre frenan las movilizaciones.

Para que individuos movilizados se organicen, se necesita: (12) que los líderes propongan a sus “bases” desafíos a corto plazo, susceptibles de ser alcanzados con las fuerzas que dispone el movimiento tal como es, con el objeto de obtener éxitos parciales, que refuercen la solidaridad y la identidad orgullosa del grupo y atraigan nuevos miembros. Si los fracasos desmovilizan, se sabe que también sucede así con los éxitos completos; sólo los éxitos parciales dan al grupo el sentimiento que el movimiento camina paso a paso hacia la victoria; es por eso que la utopía es tan importante.

Para que individuos movilizados se organicen, se necesita: (13) que los dirigentes sepan recoger y administrar “recursos para la movilización”: informaciones, relaciones, dinero . . . (Oberschall, 1973; Tilly, 1978). En el seno de las categorías sociales dominadas, sabemos muy bien que no son los más pobres, los más dominados, las peores víctimas quienes son los primeros en movilizarse; al contrario, son aquellos que soportan el yugo menos pesado: las aristocracias obreras, las mujeres de la media y alta burguesía, los negros menos discriminados.... Una de las razones de este hecho, aparentemente paradójico, es que los segundos disponen de más recursos que los primeros.

Para que individuos movilizados se organicen, se necesita: (14) que la organización esté dotada de un buen funcionamiento interno: hay que saber fijar límites a la participación (¿quiénes son miembros y quiénes no lo son?), dividir las tareas, definir normas de funcionamiento, delegar la autoridad y controlar su ejercicio, administrar los conflictos internos...

Para que individuos movilizados se organicen, se necesita: (15) que la organización sepa administrar sus intercambios externos: que sepa definir una buena política de alianza con otros actores susceptibles de contribuir a su acción. A la inversa, que sepa separarse claramente de aquellos que no son “frecuentables”. Además, es necesario también que sepa usar los medios de comunicación de masas.

Para que individuos movilizados se organicen, se necesita: (16) que la organización escoja métodos legítimos de lucha. Es preferible que el grupo recurra a formas de lucha que sean consideradas como legítimas por el conjunto de la población (legítimas según el modelo cultural reinante, no forzosamente legales). Si los desafíos (enjeux) no pueden alcanzarse sin recurrir a medios ilegítimos (hacer daño a inocentes: tomar niños, enfermos, viajeros, como “rehenes”, destruir bienes públicos o bienes privados pertenecientes a personas que no tienen que ver con el conflicto, cerrar calles y molestar a otros, etc.), el grupo no será legítimo ante los otros.

Concluyendo Son 16 condiciones en los 3 niveles: frustración, movilización, organización. Es una tipología, que posibilita entender mejor la acción social colectiva.

Los movimientos sociales MUCHAS GRACIAS