Lunes 06 Julio

Texto de hoy: "Y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo,

y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen" (Hechos 2:3-4).

Juan el bautista declaró que él sólo bautizaba con agua, pero que vendría uno más poderoso que él, refiriéndose a Jesús, quien bautizaría “en Espíritu Santo y fuego” (Lucas 3.16).

Posteriormente Jesús se refirió al bautismo de Juan, diciendo que “Juan ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hechos 1:5).

En estos textos es evidente que tanto Juan como Jesús hablan de dos bautismos: uno de agua y otro de fuego.

Naturalmente el fuego es un símbolo del Espíritu Santo, lo cual se confirma con el hecho de que en el día del Pentecostés “se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego” (Hechos 2:3).

Dios había prometido, por medio del profeta Ezequiel que utilizaría “agua limpia” para limpiarlos de sus pecados, y les daría su Espíritu para que obedecieran sus mandados.

“Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré” (Ezequiel, 36:25).

Es claro que el agua es para limpiar de las inmundicias del pecado, lo cual ocurre con el bautismo del agua. Y luego el Señor agrega:

“Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra” (Ezequiel 36:27).

El bautismo del Espíritu para darles el poder para obedecer sus mandatos. Los discípulos habían sido ya bautizados en agua,

pero eso no les daba el poder para el cumplimiento de la misión pero eso no les daba el poder para el cumplimiento de la misión. Necesitaban ser bautizados con el fuego del Espíritu.

“sentían su necesidad espiritual, y clamaban al Señor por la santa unción que los había de hacer idóneos para la obra de salvar almas” (Hechos de los Apóstoles, 30).

En respuesta a la confesión, al abandono del pecado, a la oración ferviente y su consagración a Dios “el Ser infinito se reveló con poder a su iglesia.

Era como si durante siglos esta influencia hubiera estado restringida, y ahora el Cielo se regocijara en poder derramar sobre la iglesia las riquezas de la gracia del Espíritu” (Hechos de los Apóstoles, 31).

Ahora estaban siendo bautizados con el fuego del Espíritu, lo cual los capacitaría para llevar el evangelio a todo el mundo. Elena G. de White comenta que “la apariencia de fuego significaba el celo ferviente con que los apóstoles iban a

trabajar, y el poder que iba a acompañar su obra” (Hechos de los apóstoles, 32). Pedro expuso que esta demostración era el cumplimiento directo de la profecía de Joel,

en la cual predijo que tal poder vendría sobre los hombres a fin de capacitarlos para una obra especial.

Fue el bautismo por fuego lo que los transformó de cobardes en intrépidos, de modo que ni las amenazas, ni los azotes pudieron detenerlos en su obra de proclamar al Señor resucitado.

El bautismo del Espíritu cambio el enfoque de sus vidas, pues ya no estaban buscando ventajas personales, ni discutiendo sobre quién sería el mayor.

Elena G. de White expresa esa transformación de la siguiente manera: “Eran afectuosos, atentos, abnegados, dispuestos a hacer cualquier sacrificio a favor de la verdad.

En sus relaciones cotidianas unos con otros, manifestaban el amor que Cristo les había ordenado revelar al mundo.

Por sus palabras y sus acciones desinteresadas, se esforzaban por encender este amor en otros corazones” (Joyas de los Testimonios, 3:344, 345).

“Estaban llenos de un intenso anhelo de llevar adelante la obra que él había comenzado…

Fortalecidos por la dotación del Espíritu Santo, salieron llenos de celo a extender los triunfos de la cruz” (Hechos de los apóstoles, 37).

PARA REFLEXIONAR: Los discípulos habían sido ya bautizados en agua, pero eso no les daba el poder para el cumplimiento de la misión. Necesitaban ser bautizados con el fuego del Espíritu.

MI COMPROMISO: Hoy decido mi Dios como los discípulos del antaño, tener la experiencia maravillosa de ser bautizados con el fuego del Espíritu Santo.