Érase una vez un día normal y corriente cuando los Reyes estaban preparándose para la navidad siguiente
De repente, notaron que los regalos empezaban a desaparecer.
Pensaron que era un ladrón el que había robado los juguetes y entonces enviaron a los pajes a buscar los regalos por todo el mundo
Justo el paje de Melchor dio la noticia de que había sido un ladrón el que robó los juguetes
Les comunicaron que el ladrón tenía una guarida en la Antártida, así que fueron corriendo para allá.
Mientras iban en trineo un paje gritó: ……………………¿frenamos?-dijo Baltasar- ¡si, es lo mejor!-dijo Gaspar- ¡¡¡No, lo mejor es ponernos encima, y así sorprenderle!!!
De repente, salió un pingüino. Y Melchor, al creer que el pingüino era el ladrón le echó un hechizo y el pobre pingüino se quedó chamuscado.
Escucharon con atención y empezaron a oír unos pasos que cada vez se hacían más intensos.
Esta vez fue Gaspar quien se preparó para lanzar el mismo ataque. Pero resultaba que a lo que iba a lanzar el ataque Gaspar sólo era un trozo del hielo que se había caído del techo y había ido rebotando hasta la salida.
Esta vez el ataque lo quiso realizar Baltasar y tuvo buena suerte porque aunque exactamente no supo a qué disparó le dio al ladrón que estaban buscando.
Y así acaba la historia de una navidad muy revuelta. Tanto que se podría decir que hasta no se habría celebrado nunca más la Navidad, sino hubiera sido por la ciega puntería de Baltasar.