Manantial de Salud María Queremos encontrarte, mirarte, escucharte, estar junto a tí. Sentirnos envueltos en tu mirada. Una mirada de amistad y simpatía. Una mirada de amor, una mirada de Madre. Porque Tú, Maria, eres la Madre de Jesús, Pero eres también nuestra Madre y nos amas.

“Jesús, viendo a su Madre junto a Él, y junto a Ella al discípulo que tanto amaba, dice a la Madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo!”. Después dice al discípulo: “Ahí tienes a tu Madre”. Y desde aquel momento El discípulo la tomó en su casa" (Jn. 19, 26-27) ¡Ahí tienes a tu Madre!

“¡Ahí tienes a tu hijo!" “¡Ahí tienes a tu Madre!"

“Jesús inicia con estas palabras el culto mariano en la Iglesia, a la que manifiesta, a través de Juan, su Voluntad de que María sea recibida por cada creyente, como su Madre, con un sincero amor filial. La importancia del culto mariano siempre querido por la Iglesia, se deduce de estas palabras pronunciadas por Jesús en la hora de su muerte" (Juan Pablo II)

“Llamar a Maria nuestra Madre, no es simple imaginación. María es nuestra Madre en un sentido real. Por esto nos es tan cercana, nos ama y se empeña en hacer de cada uno de nosotros Aquello que debemos llegar a ser". (Edith Stein)

“He aquí a tu Madre; recíbela!” Gracias, Señor Jesús, porque antes de morir, Nos has donado a tu Madre. Gracias, porque Ella ha entrado en la Iglesia y en ella permanece hasta el final. “He aquí a tu Madre; recíbela!”

Aquí nos tienes Señora, somos tus hijos. Abre tus manos y abrazanos, protéjenos. Tu abrazo de Madre es Salud y refugio. Maria, Madre de Dios y Madre nuestra, mi corazón te ama, mis labios te cantan, mi alma te suplica.

Jesús, Hijo de Dios: Por el amor infinito que tienes a tu Madre, concédeme amarla como Tú la amas y como Tú deseas que la amemos. Maria, Madre buena, te suplico por el amor que tienes a tu Hijo: Enseñame a amarlo como Tú quieres que yo lo ame. Y que en este amor se consuma toda mi existencia… para que mi vida, como la tuya, sea alabanza de su gloria.

Te amo, Maria Te amo, María, porque eres mi Madre, mi dulce y tierna Madre. Te amo María porque eres Madre del Salvador y porque la Salud que Él nos mereció. nos viene por medio de tí, que permaneces en pie junto a la cruz de todos tus hijos.

quiero amarte con corazón de hija, en la alegría sin fin del Paraiso. Madre mía dulcísima, quiero amarte con corazón de hija, te confío mi vida. Llévame por el camino que conduce al cielo, al encuentro con Jesús, tu Hijo, en la alegría sin fin del Paraiso. Amen.

Te amo, María!

Y, no olvides Madre que de tus Siervas y con ellas eres la Enfermera Mayor