YA FLORECEN LOS CEREZOS Magdalena Esther Torres Arpi, MESST Tokio, Japón Bety
Es en vano forzar a la natura a que muestre su límpida hermosura, ya crece en paz el germen que madura y cubrirán sus flores la llanura.
Todo tiene su tiempo señalado en los planes de Dios ya contemplado; a su hora el fruto sazonado.
Tiempo de Dios y no de la criatura. Tiempo de luz que brilla y que fulgura y tiempo de llorar en noche oscura anhelando nos muestre Su figura.
Hay tiempo de callar con amargura y tiempo de gozar de su dulzura. Hay tiempo de embriagarse en su ternura y tiempo de gemir en cruel tortura.
Es el “tiempo” que Dios nos ha confiado para ser de nosotros adorado con acentos de amor alborozado o con cantos de amor crucificado.