El Santo Sacrificio de la Misa es el mismo sacrificio de la Cruz pero aquí se reproduce de una manera real pero mística por mandato de Jesús en su última cena: “Hagan esto en memoria mía…”

En él se ofrece a Dios el Cuerpo y la Sangre de su propio hijo Jesucristo, bajo las apariencias de pan y vino y escuchamos su Palabra como lo hicieron sus discípulos.

1. Jesucristo: Eterno y Sumo Sacerdote, oferente principal y víctima. 2. El Sacerdote: Oferente secundario que en nombre de Jesucristo y su Iglesia celebra la Santa Misa como mediador entre Dios y su pueblo. 3. Los Fieles: Oferentes por ser miembros de la Iglesia y que se unen con Cristo en el ofrecimiento de la Santa Misa. Los ministros de la Santa Misa son:

Dios es el Padre y Creador del hombre y por eso lo adoramos y glorificamos. Le damos gracias por todos los bienes recibidos y los eternos que recibiremos por medio de este sacramento de amor. Razones para a ir a Misa

Y para ser dignos de tantos beneficios reconocemos y nos arrepentimos que haber pecado, confiando en la infinita misericordia.

-El color blanco denota pureza, santidad, alegría y gloria. Las vestiduras blancas se usan en las fiestas de Navidad, de Epifanía, de Pascua, de Ascensión, de Corpus, de los Ángeles y en las de los Santos no mártires. Los colores propiamente litúrgicos son: el blanco, el rojo, el verde, el morado y el azul.

-El color rojo simboliza el amor, la sangre, la caridad y se usa en las fiestas de la Pasión de Jesús, en las del Espíritu Santo y en las de los Santos mártires. -El color verde, cuyo significado es vida, esperanza y crecimiento, se utiliza todos los domingos ordinarios del año. -El color morado simboliza la penitencia, tristeza, mortificación, tiempo de oración y ayuno. Las vestiduras moradas se usan en el tiempo de Adviento y durante la Cuaresma. -El color rosáceo, puede usarse únicamente en el tercer domingo de Adviento y en el cuarto de Cuaresma, y su simbolismo es el alivio en la penitencia, o lo que es lo mismo, alegría entre la tristeza. -El celeste o azul se usa en las fiestas de la Virgen María

El sacerdote se dirige al altar para iniciar la celebración de la Santa Misa. A continuación saluda a los fieles y besa el altar.

El sacerdote llega al altar y de cara a los fieles se santigua: “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” para dar comienzo al Santo Sacrificio de la Misa.

En la primera oración, el sacerdote en unión con el Espíritu Santo y por mediación de Jesucristo dirige una plegaria al Padre y unas peticiones de la congregación.

Al hacer la lectura del Evangelio, el sacerdote en señal de respeto a la palabra de Dios hace la señal de la cruz sobre el Evangelio. Después de la lectura besa el libro e inicia la homilía.

Después de hacer las lecturas Sagradas, el sacerdote pronuncia su homilía o explicación del Evangelio dirigiéndose a los fieles.

Tras ofrecer al Eterno Padre el pan colocado sobre la patena, el sacerdote mezcla unas gotas de agua en el vino y ofrece el cáliz dando gracias a Dios. Los objetos litúrgicos del Ofertorio son el cáliz, el copón y las vinajeras.

Una vez ofrecidos el Pan y el Vino, mediante los cuales también ofrecemos nuestras buenas obras, se lava las manos con agua y ruega a los fieles que se unan con él para ofrecer al Padre el Santo Sacrificio. Tras unas breves oraciones, el sacerdote lee el Prefacio o Plegaria Eucarística.

El sacerdote pronuncia las palabras de la Consagración y el pan se transforma milagrosamente en el Cuerpo verdadero de Jesucristo. Después levanta la sagrada forma y la muestra a la adoración de los fieles.

Tras las Palabras de consagración el vino se ha convertido en la Sangre de Jesucristo y el sacerdote lo presenta a los fieles para su adoración. La plegaria Eucarística concluye levantando la patena y el cáliz y dedicando la liturgia al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Tal como hizo Jesucristo en la Última Cena ante sus discípulos, el sacerdote divide la Hostia, símbolo de la distribución de la Eucaristía que es la participación de un mismo Cuerpo de Cristo.

Tras rezar junto a los fieles las oraciones preparatorias a la comunión: "Señor, yo no soy digno de..." el sacerdote recibe el Cuerpo de Cristo.

A continuación, el celebrante recibe la Sangre de Cristo, la misma que fue derramada por nosotros los hombres en remisión de nuestros pecados.

El sacerdote se dirige a los fieles invitándoles a participar en la comunión de Cristo. La comunión es el acto más íntimo y el que completa el Sacrificio de la Misa.

"En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo", el sacerdote despide a los fieles otorgándoles la bendición divina.

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