En el convento había una monjita muy ordinaria, terriblemente ordinaria... cuando conversaba de cualquier cosa con sus compañeras siempre decía groserías y palabras malsonantes.
Las demás monjitas estaban cansadas de soportar sus groserías y llegaron al acuerdo de que cuando dijera alguna de sus palabrotas, todas se levantarían de la mesa y la dejarían sola.
Ese mismo día, mientras estaban comiendo mantenían una conversación sobre la guerra y sus consecuencias. Una de las monjitas dijo: “Si yo pudiese, mandaría un camión lleno de alimentos para toda esa pobre gente”. Otra monjita dijo: “Si pudiese, mandaría un camión lleno de medicinas para los enfermos y heridos”.
Y dice la monjita ordinaria: “Si yo pudiese mandaría un camión lleno de putas para los soldados”. Acto seguido y tal como acordaron se levantan todas las monjitas y se dirigieron a la puerta,... y la monjita ordinaria les grita: ¡ “Espérense que aun no he contratado el camión” !
“ L a r i s a e s l a m e j o r m e d i c i n a p a r a e l c u e r p o y p a r a e l a l m a. ” h t t p : / / x i s t e s. e s Rosario Pilar M o d i f i c a t : A g u s t í