Para I s a y S a l v a
La vida, ay la vida, tan querida..., yo soñé que estaba en primavera que la vida era un árbol que danzaba y con frenesí el vals alegre de la eclosión del color y de las flores y el milagro de vivir.
Me sentí tan feliz como un potro salvaje retozando por las laderas libres de la luz al galope del viento en un vendaval de gozo y de plenitud.
Y al despertar aún soñé que la vida seguirá siendo eterna primavera si la música que acompaña el día a de nuestro diario vivir tiene el sonido ingenuo de las flores
que saben que aunque parece que mueren no mueren sino que están grávidas del fruto nuevo de la vida.
La vida, ay la vida, tan querida..., yo soñé que estaba en primavera que la vida era un árbol que danzaba y danzaba con frenesí el vals alegre de la eclosión del color y de las flores y el milagro de vivir. Me sentí tan feliz como un potro salvaje retozando por las laderas libres de la luz al galope del viento en un vendaval de gozo y de plenitud. Y al despertar aún soñé que la vida seguirá siendo eterna primavera si la música que acompaña el día a día de nuestro diario vivir tiene el sonido ingenuo de las flores que saben que aunque parece que mueren no mueren sino que están grávidas del fruto nuevo de la vida. Juan Manuel del Río