Solemnidad Inmaculada Concepción (Privilegio para España; la segunda lectura se toma del II Domingo de Adviento)

Cantad al Señor un cántico nuevo porque ha hecho maravillas

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.

Cantad al Señor un cántico nuevo porque ha hecho maravillas

El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia, se acordó de su misericordia y fidelidad en favor de la casa de Israel.

Cantad al Señor un cántico nuevo porque ha hecho maravillas

Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclamad al Señor tierra entera, gritad, vitoread, tocad.

Cantad al Señor un cántico nuevo porque ha hecho maravillas

De nuevo el salmo 97 nos da las palabras para cantar jubilosos al Señor por las maravillas que ha hecho. Ya hemos explicado este salmo. Repetimos sus características: se trata de un “salmo real”, que canta la realeza de Dios y que se aplica también al Mesías que vendrá como rey justo y piadoso. Los exegetas, basándose en el vocabulario y en los numerosos paralelismos del texto con Is 52, suelen datar su redacción definitiva en la época del postexilio. Lectio

Tras oír la lectura del Génesis, en la que escuchábamos la última escena del relato de la caída de nuestros primeros padres, la liturgia, al poner en nuestros labios este salmo, centra nuestra atención en el versículo 15 de ese tercer capítulo del Génesis, el llamado por los estudiosos “protoevangelio” porque es el primer destello de la salvación: “establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú le hieras en el talón.” Por este primer anuncio de la redención cantamos: “el Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia”. Y, como anticipando el evangelio de la Anunciación, donde se alcanza la plenitud de los tiempos, continuamos: “se acordó de su misericordia y su fidelidad a favor de la casa de Israel”. Es por el “Sí” de la Virgen por quien nos viene el Salvador. Por eso el Señor realiza maravillas en Ella, y es como si Nuestra Señora, cual otro Magníficat, cantara en primera persona este salmo y Ella misma nos exhortara a cantar al Señor un cántico nuevo. Así se hará vida en nosotros lo que nos dice la 2ª lectura de este II Domingo de Adviento: “Entre nuestra paciencia y el consuelo que nos dan las Escrituras mantengamos la esperanza”. Meditatio

¡Oh, Señor, enséñame, por intercesión de tu Madre Inmaculada, a cantarte cada día un cántico nuevo! Un cántico quizá no nuevo en la materialidad de las palabras pero sí en mi disposición de ánimo. Un cántico que no se vea desafinado por mi vida. Que voz y mente, palabras y acciones vayan a la par. Que realmente tu Palabra vaya conformando todo mi ser. Oratio

Contemplo a María, Inmaculada desde su concepción por privilegio del Padre en previsión de los méritos de Cristo. No tuvo la mancha del pecado original pero sí tuvo libertad para aceptar la voluntad del Señor en su vida. Y Ella siempre dijo “SÍ”, “Hinnení!” (“¡aquí estoy!”). El Señor no le tuvo que buscar como a Adán… ¡Oh, Madre! Y yo… ¿siempre estoy? Dame tu pureza de corazón y tu disponibilidad. Contemplatio

No puedo imitar a María en su Inmaculada Concepción, pero sí en la apertura a la gracia y en la aceptación del plan de Dios en mi vida. Actio