“¿Burros, o sinvergüenzas?” Miguel-A. 168 seg. (Jarcha)
He de reconocer mi aversión hacia los políticos de cualquier signo. Pero no creo ir más allá del sentir popular (que sólo los políticos no quieren, o no les interesa, ver... y, por tanto, no hay posibilidad de enmienda o de corrección): En las encuestas populares, siempre son suspendidos. Y si su excelente nivel de vida estuviera a expensas de que los contribuyentes hicieran una cruz en su declaración de impuestos... pasarían hambre.
No obstante, no es necesario que yo desprestigie a los políticos, puesto que se bastan ellos solos para desprestigiarse. El ciudadano- persona les importa un rábano... únicamente les importa el ciudadano- votante... a quien necesitan para obtener, o conservar, su autoridad. Por ello, pierden el culo por el poder, haciendo el circo (tratando al pueblo por idiota) montando mítines, vacíos de ideas propias, para que el público coree sus críticas, salidas de tono, al adversario.
El Presidente de Gobierno decide salir a la calle para ver, por sí mismo, cómo está la situación en colegios y cárceles. Primero visita las escuelas. Al llegar a la primera, el director de la misma, aprovechando la ocasión, le comunica las carencias del colegio en cuanto a infraestructuras deportivas, sanitarias, docentes, y recreativas. ¡Y cómo no!, le pide un incremento de los presupuestos para la educación.
El presidente toma nota de cada anomalía y, después de meditar largo rato, le dice al director: - Querido director, vuestra labor es encomiable, pues con gran carencia de medios, sacáis la educación adelante. Sin embargo, estamos en crisis económica, y tenemos que apretarnos el cinturón. Pero ten por seguro que cuando tengamos dinero disponible, será para la educación. Y así pasa por varios colegios de la ciudad... con las mismas promesas.
A continuación, el Presidente decide ir a ver la cárcel regional, y pasa lo mismo: El director le indica las carencias del centro y de las instituciones penitenciarias. Le pide dinero para poder comprar televisores para cada celda, para hacer una piscina y que los reclusos puedan tomar un baño en sus horas de asueto, para construir un edificio adecuado a fin de que los reclusos puedan pasar unas horas de intimidad con sus mujeres; para que los presos tengan un ordenador en cada celda a fin de poder estudiar una carrera a la que se apuntarían con matrícula gratuita.
El Presidente se queda pensativo, y le respondee: - De acuerdo, te voy a dar lo que necesites para que realices todas las mejoras que me has pedido... y aún más. Mientras dice esto, imagínense la cara de asombro del secretario.
De regreso, en el coche, el secretario no puede aguantar más y, con todos los respetos, le pregunta al Presidente: - Señor Presidente, ¿cómo es posible que no tengamos dinero para ayudar a los muchachos de los colegios a formar su futuro... el futuro de nuestro país... y sin embargo, sí lo tengamos para las instalaciones de la cárcel?. - Mira -responde el Presidente poniendo cara de intelectual-, lo que es completamente seguro es que nosotros jamás volveremos al colegio... pero a la cárcel... ¿quién sabe?.