Rubén Salinas González 17/2007

El invierno llega puntual, tiempo para la intimidad de la casa, calor de hogar, amor de familia y todas esas cosas tan repetidas que si no son verdad siempre, tienen anhelo de serlo. Navidad

El sol tímido, casi avergonzado es un gozo recibir sus caricias y su calor, aparece el invierno y con él La Navidad el mayor gozo emocional del año en nuestro mundo de aquí que viene a manifestarse en los días crudos y recios. Navidad debía ser paz ese es el anhelo, serenidad, alegría íntima, un júbilo que desciende del alma al cuerpo, que escapa de las iglesias y salta del corazón a la vía pública. El mundo se hace mejor, la gente se olvida del odio y la envidia y se dedica al saludo, a la felicitación, a los buenos deseos, al regalo y a la caridad.

¿Verdad que es bonito todo esto? Cuantas veces lo hemos oído y leído queriendo que sea verdad? Pero ¿lo es? ¿O es solo unos días en el año? Jesús nació un día de invierno en Palestina, nació un niño hace algo más de dos mil años, tal vez era algo más que un niño pero no le hicieron mucho caso, le negaron la posada y solo unos pastores acudieron a mitigar la penuria y la escasez de lo mas elemental y los animales de aquel pesebre le proporcionaron calor y allí estaba su madre, gozosa a pesar de todo por ser madre y porque algo mas sabia de su trascendencia al obedecer un mandato divino, y estaba su marido, gozoso y triste a la vez porque también sabia y obedecía.

Este niño creció, no sabemos nada de sus estudios, viajes, vivencias, emociones y sensaciones por humano, todo lo fue acumulando en su centro, en su fondo hasta llegar a la plenitud de sus 30 años y cuando estuvo seguro de todo comenzó a hablar. Habló de amor, no dejo de hablar de amor, de paz, de justicia humana y divina, de igualdad entre todos, de solidaridad con los humildes, los perseguidos, los limpios de corazón, los faltos de justicia llamándoles bienaventurados y por eso, por amor, no por otra cosa vivió y murió amando.

El fuego de sus enseñanzas intentaron apagarlo, la moneda de oro de sus palabras se hizo calderilla de cobre porque la fueron pasando de mano en mano desgastándolas y falsificándolas como si ese fuego deslumbrante del amor pudiera maquillarse a gusto de los poderes. Pero habló de amor, ¿lo hemos entendido? De renuncia, de entrega de comunión, de amor una vez mas. Pero hoy la inmensa mayoría de los niños que nacerán esa noche no tendrán sitio en la posada, no tendrán Ángeles cantando su gloria, ni una mula y un buey que alienten sus pies ni paja que los abrigue ni pastores que les lleven un cuenco de leche y un número impresionante que debían de nacer esa noche ni siquiera nacerán.

Comamos el mazapán y los turrones y bebamos los licores hasta caer borrachos, pongamos un Belén un abeto y un decorado de espumillón, de luces y purpurina de feria pero no pongamos para eso la excusa de aquella sucursal de la divinidad que nació en Belén hace mas de dos mil años por que El lo que dijo fue lo contrario de esto, si lo sentimos, si en verdad se siente esta efemérides en su significado entonces tiene todo su valor y no será solo para una semana sino que todo el año estará presidido por esa emoción, ojalá que sea así y entonces, de verdad……..

Rubén 17/Dic 2007 Rubén Salinas González