“¡Mi bicicleta!” Miguel-A.
Ésta es la historia de un misionero que pasó mucho tiempo enseñándole a una tribu africana cómo hablar español.
Llamó al jefe de la tribu y, mientras caminaba, le iba señalando: - Éste es un árbol. El jefe miraba al árbol, y repetía: - Ál-bol, álbol.
Caminaron un poco más, y el misionero le mostró un barco en la orilla del mar: - Eso es una barco. - Bal-co, balco -repitió el nativo.
Más adelante, hallaron una palmera. Y el misionero, señalándola, le dijo: - Eso es una palmera. - Pal-me-la, palmela - repitió el nativo.
El misionero estaba entusiasmado con el resultado. Cuando levantó la vista por encima de una colina, vio a una pareja haciendo el amor. Como observó que el nativo no les quitaba ojo, el misionero un poco molesto y confuso, dijo: - Gente montando una bicicleta.
El nativo, miró a la pareja brevemente, sacó un arma y disparó. El misionero le recriminó, a gritos, que él había invertido mucho tiempo en enseñar a la tribu a tener comportamientos civilizados, y que cómo podía matar así, a sangre fría. - Es que ésa ser mi bi-ci-cle-ta -respondió el jefe.
El cuento sigue diciendo que el misionero se puso tan pesado recriminando reiteradamente los hechos al jefe de la tribu... que éste se enojó, y esta historia acabó muy mal.