TEMA 1 LA FORMACION HUMANA Y COMUNITARIA DEL DESCIPULO MISIONERO

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Transcripción de la presentación:

TEMA 1 LA FORMACION HUMANA Y COMUNITARIA DEL DESCIPULO MISIONERO

OBJETIVO: Descubrir que sólo en Cristo podemos encontrar el verdadero sentido para una vida plena humana y cristiana en el plano personal y comunitario.

ORACIÓN Hacer la lectura del santo Evangelio según San Lucas 7, 11-17: El hijo de la viuda de Naím.

la acompañaba un grupo considerable de vecinos. “A continuación se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de los discípulos y de un gran gentío. Justo cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, sacaban a un muerto, hijo único de una viuda; la acompañaba un grupo considerable de vecinos. Al verla, el Señor sintió compasión y le dijo: No llores. Se acercó, tocó el féretro, y los portadores se detuvieron. Entonces dijo: Muchacho, yo te lo ordeno, levántate. El muerto se incorporó y empezó a hablar. Jesús se lo entregó a su madre. Todos quedaron sobrecogidos y daban gloria a Dios diciendo: Un gran profeta ha surgido entre nosotros; Dios se ha ocupado de su pueblo. La noticia de lo que había hecho se divulgó por toda la región y por Judea”.

Meditar cómo hay un encuentro de dos muchedumbres Y por otra parte, está la muchedumbre de la vida, que va caminando con Jesús, y que a la salida del pueblo de Naím se encuentran. Meditar cómo hay un encuentro de dos muchedumbres Por una parte la muchedumbre que va saliendo de la ciudad a enterrar un cadáver, la cual podemos llamar como una muchedumbre que camina en sentido de la muerte. Preguntarnos ¿con cuál muchedumbre camino yo?, ¿Con la muchedumbre que camina a favor de la cultura de la vida o con la muchedumbre que camina con la cultura de la muerte?

Cristo habla con el muerto y le dice: "levántate", y en ese momento se levanta y vuelve a la vida, es devuelto a su madre y reintegrado a su comunidad, que juntos alaban a Dios por las maravillas que ha realizado en su persona y en su comunidad. Cristo, el Dueño y Señor de la vida, con la fuerza de su voz y su palabra devuelve la vida a este hombre, y ahora quiere devolvernos la vida plena humanamente en nuestra vida personal y comunitaria.

INTRODUCCIÓN Preguntar entre los integrantes al tema para ellos Es evidente que el hombre en su totalidad en un ser vivo. Al hablar de vida es muy importante primero descubrir ¿qué es la vida? Porque podemos hablar de vida en distintos sentidos, por ejemplo:

Vida en sentido biológico: mecanicismo reduce al ser vivo a un agregado de sustancias que actúan una sobre la otra con una compleja actividad físico-química

Es una vida en sentido únicamente natural. Como la vida que viven las plantas Los animales (sensitiva) Y los hombres (humana)

Vida en sentido filosófico El término vida expresa un concepto abstracto tomado del Verbo vivir Vivir es el conjunto de los actos que caracterizan a los seres vivos; lo que existe en realidad no es la vida, sino los seres vivos que realizan los así llamados, actos vitales. Podemos llamar ser vivo a aquel ser que es capaz de un movimiento inmanente autoperfeccionante.

Las características que presentan los filósofos de esta vida son: Nutrición Crecimiento Reproducción

Dice Santo Tomás: "principio de la vida en los seres vivos es el alma Vida humana Dice Santo Tomás: "principio de la vida en los seres vivos es el alma De hecho llamamos animados a los seres vivos, e inanimados a los privados de vida.

El alma es el principio primero y único de la vida, fuente última de toda actividad. Esta es la vida del alma humana, que es superior a la vida de las plantas y de los animales

El hombre por su alma tiene dos potencias: La inteligencia Y la voluntad Y por ellas la capacidad de buscar la verdad y el bien respectivamente.

Vida espiritual: Y el hombre vive en su espíritu la vida de Dios. El alma humana es al mismo tiempo un alma espiritual Y el hombre vive en su espíritu la vida de Dios. De ahí que tiene una vida espiritual

El Evangelio de Juan, cuando nos presenta la vida nueva que nos ha traído Jesús, en griego se dice zoe, que es la vida de Dios

Jesús mismo se automanifiesta diciendo: "Yo soy la resurrección y la vida" (Jn 11,25).

Resurrección y vida son términos intercambiables; se trata de la resurrección que es la vida, o de la vida que es resurrección.

Por la fe el hombre vive ya la eternidad de Dios Vida Eterna Se refiere a la vida, después de la vida, a la vida que no se acaba habitando en la presencia de Dios. Por la fe el hombre vive ya la eternidad de Dios

Por la fe el hombre vive ya la eternidad de Dios. Después de la automanifestación de Cristo viene una segunda parte: "El que cree en mi aunque muera,vivirá" (Jn 11,25).

El encuentro con Cristo, que es la resurrección y la vida, exige la decisión de la fe, la opción por la vida. El futuro y el presente del hombre dependen de la aceptación de la oferta divina de la vida.

VER CON LOS OJOS DEL PADRE

Cuando Dios hizo la creación todo lo creó bueno, primero hizo toda la creación como un escenario. Y al final creó su obra maestra, al hombre, que lo hizo a su imagen y semejanza y lo puso como dueño y señor de la creación.

Cuando Dios creó al hombre, lo formó del polvo, y al mismo tiempo le sopló sobre su rostro su propio aliento de vida, de tal manera que el hombre desde ese momento vive la misma vida de Dios, porque tiene el espíritu de Dios. Dios lo creó para que fuera feliz y se realizara en el amor: amar a Dios sobre todas las cosas y a su prójimo como a él mismo, siendo felizmente amado y felizmente capaz de amar.

Sin embargo, nos damos cuenta que en ese mismo momento entró el pecado en el mundo, que vino a destruir la armonía en la creación y en la vida del hombre, rompiendo la relación que había entre Dios y el hombre, y entre los mismos hombres. Y así entró la muerte en el mundo

Sin embargo, nos damos cuenta que en ese mismo momento entró el pecado en el mundo, que vino a destruir la armonía en la creación y en la vida del hombre, rompiendo la relación que había entre Dios y el hombre, y entre los mismos hombres. Y así entró la muerte en el mundo.

Desde entonces en la historia de salvación y en la historia de cada uno vemos una historia de pecado y de muerte. En los últimos años vemos que se ha desatado una nueva cultura llamada por el Papa San Juan Pablo II: "cultura de la muerte", en su Encíclica El Evangelio de la Vida, publicada el 25 de marzo de 1995.

El término "cultura de la muerte" se refiere a una mentalidad, a una manera de ver al ser humano y al mundo, que fomenta la destrucción de la vida humana más débil e inocente por parte de los más fuertes y poderosos, de los que tienen voz y voto. Las características principales de la "cultura de la muerte", son las que al mismo tiempo prohíbe el quinto mandamiento de la ley de Dios: el aborto, la anticoncepción y la falsa "educación" sexual hedonista, en la que se transmite mucha información sobre sexualidad, pero muy poca formación en este sentido.

Además, en esta cultura se han intensificado y se extienden a la manipulación de embriones humanos. Ya no es solo el aborto la única manera en que la cultura de la muerte destruye a los seres humanos no nacidos. Lo es también la fecundación in vitro, la clonación y la experimentación con embriones humanos. Lo cual vine a ser una utilización de la persona humana como un mero objeto de experimentación científica.

Por otro lado, está el crimen de la eutanasia. Éste también ocurre en el silencio y a la sombra de las instalaciones médicas, revestido así de una apariencia de legitimidad. Es parte del engaño de la "cultura" de la muerte, de encubrir la destrucción de la vida de un ser humano con una fachada de "piedad".

Además de la cultura de la muerte la sociedad actual conlleva otras características, como son: el individualismo: cuando nos importa sólo nuestro bien, sin importar el del prójimo; el hedonismo: una marcada cultura por el placer y la falta de espíritu de sacrificio y responsabilidad; el materialismo: donde parece que lo más importante en la vida es acumular bienes materiales sin importar su procedencia; el desencanto de la vida: en el que muchas personas se ven tristes a pesar de tener muchos medios en la vida para ser felices.

Hay muchas situaciones de pobreza extrema, hambre, niños que son explotados por trabajar, y a veces trabajos muy denigrantes. Muchas situaciones de guerra, delincuencia, drogadicción, alcoholismo, sexualidad desenfrenada y mal orientada. En las escuelas muchas veces hay mucha información sexual, pero con poca formación, lo cual propicia desenfrenos sexuales desde corta edad. Todo esto manifiesta una pérdida del sentido de pecado, y una colaboración, en cierto modo, a la cultura de la muerte. Esto destruye una sana calidad de vida.

Por eso es importante encontrar en Cristo el sentido de nuestra vida. En la medida en que más nos acerquemos a él podremos ir superando todos estos vicios de la cultura actual. Los planes del Dios de vida para el hombre son que viva en armonía, plenitud y felicidad. Nosotros, discípulos de quien es la Vida, debemos responder a esta cultura de la muerte con una "cultura de la vida".

JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO

Es Cristo quien viene a darle el sentido a la vida del hombre. El Papa Juan Pablo II en su encíclica Redentor del hombre nos enseña una verdad que va a la raíz de la vida humana y cristiana: El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente.

Tal es la dimensión humana del misterio de la Redención. Por esto precisamente, Cristo Redentor, como se ha dicho anteriormente, revela plenamente el hombre al mismo hombre. Tal es la dimensión humana del misterio de la Redención. En esta dimensión el hombre vuelve a encontrar la grandeza, la dignidad y el valor propios de su humanidad. En el misterio de la Redención el hombre es "confirmado" y en cierto modo es nuevamente creado. ¡Él es creado de nuevo!

El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente. Por esto precisamente,!

Cristo Redentor, como se ha dicho anteriormente, revela plenamente el hombre al mismo hombre. Tal es la dimensión humana del misterio de la Redención. En esta dimensión el hombre vuelve a encontrar la grandeza, la dignidad y el valor propios de su humanidad. En el misterio de la Redención el hombre es "confirmado" y en cierto modo es nuevamente creado. ¡Él es creado de nuevo

Cristo es quien con su vida nos muestra el verdadero sentido y camino de la vida. Por eso Cristo quiso hacerse hombre: para vivir, como vivimos los hombres; amar, como amamos los hombres; sufrir, como sufrimos los hombres; y morir, como morimos los hombres.

Para contrarrestar la cultura de la muerte tenemos que ser abanderados del Señor, Dador y Dueño de la Vida, Jesucristo. Él es la Vida, y nosotros somos sus discípulos: somos discípulos del Dios que es la Vida misma que nos vivifica

Lo primero es la personal conversión, que brota de un encuentro personal y vivo con Cristo. En segundo lugar comenzar con un discipulado radical de Cristo, y ya con esto estaremos siendo, por sí mismos, partidarios de la cultura de la vida. Esto no es otra cosa que dar testimonio de Jesús. Después, si es necesario levantar la voz contra las acciones de la cultura de la muerte, levantarla.

El hombre no puede vivir sin amor El hombre no puede vivir sin amor. San Juan en su Primera Carta nos enseña que Dios es amor (1Jn 4,8). Y en verdad, entre más nos acerquemos a Dios, más plenamente nos realizaremos en el amor. Es Cristo, y sólo Él, quien revela la grandeza, la dignidad y hermosura de la vida humana. Si nos acercamos a Él, necesariamente vamos a valorar más nuestra vida, la vida del que tenemos a nuestro lado, y la vida del más débil, sea la de la persona en el vientre materno o se la del anciano o enfermo.

Y el encuentro con Cristo nos capacita a hacer un entorno de vida más justa, solidaria, pacifica, prudente, caritativa. Nos lleva a ver al otro como un hermano, redimido por la misma Sangre de Cristo mediante la cual yo fui salvado. Así, el encuentro con Cristo hace plena la relación con nuestro prójimo, haciéndonos con ellos verdaderos hermanos y juntos discípulos y misioneros de Cristo.

Dice el Papa Juan Pablo II que «el cometido fundamental de la Iglesia en todas las épocas y particularmente en la nuestra es dirigir la mirada del hombre, orientar la conciencia y la experiencia de toda la humanidad hacia el misterio de Cristo.

Yo soy el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6). La Palabra de Dios es viva, ya que el Padre le ha concedido poseer la vida en sí misma, como el mimo Padre posee la vida en sí mismo. Por lo cual hay que decir que esta palabra no sólo es viva, sino que es la misma vida, como afirma el propio Señor, cuando dice: Yo soy el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6). Precisamente porque esta palabra es la vida es también viva y vivificante

BAJO EL IMPULSO DEL ESPIRITU SANTO ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPIRITU SANTO

Un joven se acercó a Jesús y le preguntó: «"Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir la vida eterna?". Jesús responde: "Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos", y después añade: "Ven y sígueme"» (Mt 19,16-30). Seguir a Jesús implica cumplir los Mandamientos. El hombre es invitado a encontrar en Cristo su felicidad y realización cumpliendo los mandamientos.

Por eso ahora haremos una lectura de los diez mandamientos interpretados en clave de vida, para saber cómo debemos actuar para tener pistas de acción para una vida plena en Cristo.

1. Yo soy el Señor tu Dios. Amarás a Dios sobre todas las cosas. Amar a Dios implica guardar y poner en práctica las tres virtudes teologales, con esto tendremos vida plena en Cristo. La fe cree en Dios y rechaza todo lo que le es contrario: la duda voluntaria en Dios, la incredulidad, la herejía, la apostasía y el cisma. La esperanza aguarda confiadamente la bienaventurada visión de Dios y su ayuda, evitando la desesperación y la presunción. La caridad ama a Dios sobre todas las cosas y rechaza la indiferencia, la ingratitud, la tibieza, la pereza o indolencia espiritual. Estas tres virtudes son las que dan vida al creyente.

2. No tomarás el Nombre de Dios en vano. Se respeta el Nombre de Dios invocándolo, bendiciéndole y alabándole. Ha de evitarse el abuso de apelar al Nombre de Dios para justificar un crimen, y todo uso inconveniente de su Nombre, como la blasfemia, la imprecación y la infidelidad a las promesas hechas a Dios. Ser testigo de la Vida es ser testigo de la Verdad, que es el mismo Cristo. Está prohibido jurar en falso, porque ello supone invocar en una causa a Dios, que es la verdad misma, como testigo de una mentira.

3. Santificarás las fiestas Los cristianos santifican el domingo y las demás fiestas de precepto participando en la Eucaristía del Señor y absteniéndose de las actividades que les impidan rendir culto a Dios, o perturben la alegría propia del día del Señor o el descanso necesario del alma y del cuerpo. Es importante santificar y bendecir el día del Señor para que nos bendiga en nuestra vida y nuestras actividades. Descansar en el cuerpo y en el alma para fortalecerlos y seguir en nuestro peregrinar.

4. Honrarás a tu padre y a tu madre Este mandamiento ordena honrar y respetar a nuestros padres, y a todos aquellos a quienes Dios ha investido de autoridad para nuestro bien. En este mandamiento se trata de llevar una vida digna en nuestras familias. Con sanas y vivificantes relaciones entre padres e hijos, entre los esposos y entre los hermanos. La familia es una Iglesia doméstica, porque es una comunidad de fe, de esperanza, de vida y de amor. Vivir una mejor calidad de vida y armonía en nuestras familias.

5. No matarás La vida humana ha de ser respetada porque es sagrada. Desde el comienzo supone la acción creadora de Dios y permanece para siempre en una relación especial con el Creador, su único fin. A nadie le es lícito destruir la vida humana inocente porque es gravemente contrario a la dignidad de la persona y a la santidad del Creador. Este mandamiento prohíbe el homicidio directo y voluntario, el aborto directo¸ querido como fin o como medio, y la cooperación al mismo, bajo pena de excomunión, la eutanasia directa y el suicidio.

Pero no se trata sólo de estas prohibiciones. No se trata sólo de "no matar", se trata de ser capaz de "dar vida" en donde nos encontremos, con las personas que tengamos a nuestro alrededor, una vida digna, plena, feliz, y no sólo en el plano físico- biológico, sino también en el orden espiritual.

6. No cometerás actos impuros Los principales pecados contra este mandamiento son: el adulterio, la masturbación, la fornicación, la pornografía, la prostitución, el estupro y los actos homosexuales. Estos pecados son expresión del vicio de la lujuria Este mandamiento nos invita a vivir la castidad, que es la positiva integración de la sexualidad en la persona La sexualidad es verdaderamente humana cuando está integrada de manera justa en relación de persona a persona. La castidad es una virtud moral, un don de Dios, una gracia y un fruto del Espíritu

Con la virtud de la castidad el hombre y la mujer adquieren mayor crecimiento espiritual y por lo tanto una vida más en paz, pues la castidad supone la adquisición del dominio de sí mismo, como expresión de libertad humana, destinada al don de uno mismo. Para este fin, es necesaria una integral y permanente educación, que se realiza en etapas graduales de crecimiento.

7. No robarás Este mandamiento declara el destino y distribución universal de los bienes; el derecho a la propiedad privada; el respeto a las personas, a sus bienes y a la integridad de la creación Prohíbe ante todo el robo, que es la usurpación del bien ajeno contra la razonable voluntad de su dueño, salarios injustos, falsificación de cheques o facturas; los fraudes fiscales o comerciales y ocasionar daño a propiedades privadas o públicas Prohíbe la usura, la corrupción, el abuso privado de bienes sociales, los trabajos mal realizados y el despilfarro.

Este mandamiento nos pide también ser capaces de desprendernos de lo poco o mucho que tenemos para hacer la caridad. No refiriéndonos sólo a bienes materiales, sino también a bienes espirituales y acciones sencillas, contribuyendo a una vida mejor en la generosidad, recordando que si alguien "no vive para servir, no sirve para vivir".

8. No darás falso testimonio ni mentirás Toda persona está llamada a la sinceridad y a la veracidad en el hacer y en el hablar. Cada uno tiene el deber de buscar la verdad y adherirse a ella, ordenando la propia vida según las exigencias de la verdad. Una vida en verdad es una vida más plena y libre de ataduras.

En Jesucristo, la verdad de Dios se ha manifestado íntegramente: Él es la Verdad y la Vida. Quien le sigue vive en el Espíritu de la verdad, y rechaza la doblez, la simulación y la hipocresía.

El martirio es el testimonio supremo de amor a la verdad de la fe. El cristiano debe dar testimonio de la verdad evangélica en todos los campos de la actividad pública y privada; incluso con el sacrificio, si es necesario de la propia vida. El martirio es el testimonio supremo de amor a la verdad de la fe.

9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros Este mandamiento exige vencer la concupiscencia carnal en los pensamientos y en los deseos. La lucha contra esta concupiscencia supone la purificación del corazón y la práctica de la virtud de la templanza Prohíbe consentir pensamientos y deseos relativos a acciones prohibidas por el sexto mandamiento. Esto nos invita a vivir en la pureza y castidad. Para vivir una vida con un corazón limpio, gastando nuestras energías y nuestros pensamientos en construir una vida de mayor caridad En lugar de gastar las fuerzas en estos pensamientos, pensar en cómo hacer llegar el Evangelio a las demás personas que aún no lo conocen, o que tienen necesidad de avivar el fuego de su vida cristiana.

10. No codiciarás los bienes ajenos Este mandamiento, que complementa al precedente, exige un actitud interior de respeto en relación con la propiedad ajena, y prohíbe la avaricia, el deseo desordenado de los bienes de los otros, y la envidia, que consiste en la tristeza experimentada ante los bienes del prójimo y en el deseo desordenado de apropiarse de los mismos.

Nos invita a la pobreza del corazón, esto es, anteponer a Jesús respecto a todo y a todos. El desprendimiento de las riquezas, personas o acciones que nos atan y nos impiden ir hacia Dios; abandonarnos a la providencia de Dios, lo que nos libera de las preocupaciones por el mañana, nos prepara para la bienaventuranza de "los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos".

El mayor deseo del hombre es ver a Dios El mayor deseo del hombre es ver a Dios. Este es el grito de todo su ser: "¡Quiero ver a Dios!". El hombre realiza su verdadera y plena felicidad en la visión y en la bienaventuranza de Aquel que lo ha creado por amor, y lo atrae hacia sí en su infinito amor. Decidirnos de una vez por todas caminar con la muchedumbre que acompaña al Dios de la vida.

ORACION FINAL Escribir en una hoja de papel las acciones con las cuales me hago partidario de la cultura de la muerte. Preparar una pequeña hoguera. Quemar las papeletas en las que escribí las acciones con las cuales sigo la cultura de la muerte. Y después escribir en otra hoja un compromiso que me invite a actuar siguiendo la cultura de la vida, siendo discípulos del Señor de la Vida. Bendito eres, Señor Dios, por el amanecer de un nuevo día. Te alabo por el don de la vida que me has dado y que hoy uno a la de Jesús quien por nuestra salvación y por infinito amor, murió en la cruz. Te pido por la vida de todos mis hermanos, especialmente por los que hoy están en peligro de ser abortados o de otras formas asesinados. Reconozco Señor que solo tú eres dueño y tienes derecho absoluto sobre la vida y la muerte, que solo quieres nuestro bien ahora y en la eternidad. Te pido también por aquellos que se proponen cegar una vida ya sea en sus entrañas o en cualquier lugar o por cualquier razón. Te ofrezco hoy mi vida, para propiciar el reinado de los Corazones de Jesús y de María, reino de amor, justicia y felicidad. Que tu reino de vida que venza a la cultura de la muerte. Amén.

GRACIAS POR SU ATENCIÓN