Miguel-A. El profesor “Hueso”
Era el examen final de inglés en la Facultad Era el examen final de inglés en la Facultad. Como muchos de los exámenes universitarios, su principal objetivo era eliminar a nuevos estudiantes ya que, si no, habría más de 50 alumnos por clase. El examen duraba 2 horas, y cada estudiante recibió previamente su correspondiente hoja con las preguntas. El profesor, catedrático a la antigua usanza, era muy recto, y les advirtió que si el examen no estaba sobre su mesa a tiempo, no se aceptaría.
Media hora después de empezar, entró un estudiante y le pidió al profesor una hoja de examen. - No va a tener tiempo para terminarlo -dijo el profesor al dársela. - Sí, sí que lo terminaré -contestó el estudiante. Se sentó, y empezó a escribir.
Después de dos horas, el profesor pidió los exámenes, y todos los estudiantes, en ordenada fila, los entregaron. Todos menos el que había llegado tarde, que continuó escribiendo como si nada pasase. Después de otra media hora, este último estudiante se acercó a la mesa donde se encontraba el profesor sentado leyendo un periódico. En el instante en que intentó poner su prueba encima del montón de los exámenes, el profesor le dijo: - ¡Ni lo intente! No puedo aceptarlo. Ha terminado usted tarde.
- ¿Sabe usted quién soy? -dijo el estudiante mirándolo furioso e incrédulo. - ¡No, no tengo ni idea! -contestó el profesor en un tono de voz sarcástico. - ¿Pero... está usted seguro de no saber quién soy yo? -preguntó de nuevo el estudiante, apuntándose a su propio pecho con el dedo y acercándose de manera intimidante.
- No, no lo sé, y tampoco me importa - No, no lo sé, y tampoco me importa... -contestó el profesor con un aire de superioridad. En ese momento el estudiante cogió rápidamente su examen y lo metió en medio del montón de exámenes, entre todos los demás. - ¡Cojonudo! -dijo el alumno, y se marchó tranquilamente de la clase.
Moraleja: La sangre fría permite siempre enfrentar hasta los peores problemas con buenos resultados.