Cuando Tú de mi mente más te alejas, más recuerdo las plácidas consejas con que mi ama endulzóme noches tristes. Si Tú existieras existiría yo también de veras…. Y si no existieras… ¡ Ay si no existieras…! (Fragmento “Oración de un ateo”, Unamuno)

Dame la fe de mis padres… Hasta ayer…por tradición: ”Era” algo bueno… ¿Hoy?... Para nosotros ¿Lo sigue siendo? Queremos suponer que sí… (¿Es muy ingenuo pensar que, sobre todo “por eso” algunos han optado por este colegio, explícitamente religioso)

Pero, la evidencia muestra que: 1.- En algunos hogares se transmite indiferencia y silencio religioso…, tal vez porque la fe no se considera necesaria para el futuro de los hijos…no es relevante…

2.- Hemos perdido el ambiente y lo signos religiosos. ¿Dónde quedó aquello de ¿familia=escuela de fe?

3.- Hay familias que mantienen su identidad cristiana, hogares donde se siente la responsabilidad de vivir y compartir la fe.

4.- En otras sólo uno de los padres tiene sensibilidad religiosa…y se produce cansancio, desorientación, desapego…

5.- También hay familias donde los dos se han alejado, son indiferentes… y hasta rechazan, pero curiosamente conservan algunos signos externos: (Bautizo, pero no educan en la fe; 1ª Comunión; Confirmación…por aquello de “tener ” los sacramentos; …)

6.- Muchas veces co-existe la “sensibilidad” religiosa con una absoluta despreocupación de los padres por el tema…, otros se acobardan…(los “por si acaso”…)

7.- Otras crisis…ahogan la fe y la necesidad de vivirla…(separaciones, problemas económicos, desintegración familiar…)

ATERRIZANDO… Por todo lo dicho, es evidente que son necesarias determinadas condiciones para que la educación en el sentido religioso de la vida sea más fuerte que el ambiente, generalmente adverso, en que se mueven nuestros hijos… Algunas condiciones pueden convertirse en pistas para vivir y actuar… no son recetas…

PRIMERA PISTA-CONDICIÓN Que los padres se quieran y que hijos lo sepan y lo vean. La fe necesita esencialmente un clima afectivo, de confianza, de seguridad y gozo…

SEGUNDA PISTA-CONDICIÓN Trato de los padres hacia los hijos: atención personal, cercanía, comunicación, respeto. Los hijos perciben, a través de sus padres y en su bondad, compañía, respeto, perdón..., el misterio de un Dios Bueno, por aquello de las imágenes de Dios que transmitimos. 1.- ¿Cómo podríamos rezar el “Padrenuestro”…? ¡¡¡ Qué gozo saber vitalmente que Dios es lo más parecido a mi papá-mamá…!!! 2.- Lo decisivo es el ejemplo. Con padres que sean “modelos de identificación” a los hijos les será más fácil saber como quién deberían comportarse para vivir sana, gozosa y responsablemente la fe.

TERCERA PISTA-CONDICIÓN Mínimos de coherencia… 1.- Actuar en el hogar sin complejos, sin esconder o disimular la propia fe. Orar en familia… 2.- Seguir muy de cerca la propia formación y vivencia de la fe. Conocer para amar. 3.- Esta coherencia es lo que pone espíritu a las normas; hace sacramentos de las costumbres; las relaciones las convierte en actitudes y proyectos de vida; a las funciones las amplía; a los valores los jerarquiza

CUARTA PISTA-CONDICIÓN Pasar de una fe individualista a una fe compartida y comunitaria ( en la medida en que ello sea posible sin desintegrar el núcleo familiar) 1- Colaborar ayudando, apoyando y estimulando. 2.- La vivencia de la fe, como otras vivencias, no se puede delegar…pero sí compartir… 3.- Reconocer que necesitamos ayuda…como en lo escolar…

¿ CONCLUSIÓN O INICIO ? Sólo se aprende lo que se hace con sentido. Sólo se comprende lo que se experimenta. Se aprende a creer en Dios cuando hacemos “experiencia” de Dios. El cristianismo se aprende viviéndolo gozosamente. La fe es un regalo. Si se dice sí, …conlleva compromiso de adhesión a “alguien”, mucho más que a algo…

Esto exige asumir que: Nuestros hijos necesitan “aprender a ser creyentes en medio de una sociedad globalmente descristianizada… y que nosotros somos, como en todo, los primeros y más importantes educadores.

Regresa a los días en que tenías los años que tiene hoy tu hijo o tu hija, a tu infancia en general. ¿Qué pensabas entonces de Dios? ¿Qué recuerdas de lo que te decían tus papás o tus maestros en el colegio sobre Dios o sobre el cielo? ¿En qué se parece a lo que tu hijo/a sabe hoy sobre Dios?

¿Qué le responderían a un niño que dice “¿por qué debo rezar si Dios nunca responde a mis oraciones? ¿Dios habla de verdad con la gente, me escucha?

Según vosotros, como familia, ¿cuáles creéis que son las oportunidades que para la formación de los niños presenta nuestro modelo de familia, tan distinto al que normalmente tuvimos nosotros? ¿Cómo podríamos nosotros hoy aprovechar mejor esas oportunidades?

Toda familia que enfrenta el desafío de la formación de sus hijos se encuentra con algunas dificultades y dudas, dependiendo ciertamente de la conformación de la familia. Por ejemplo: ¿Cómo explicarías hoy, con sentido de fe, la cuestión de la evolución?