¡¡DESPIERTA!! Para no ver sólo las imágenes que los medios nos proporcionan Para reconocer que detrás de lo que vemos por la televisión sólo están los intereses económicos de algunos Para dejar de consumir información y aprender a elegir Para mirar sin temor aquello que no corresponde a los cánones de belleza establecidos Para aprender a mirar con el corazón Jesús volvió a poner las manos sobre sus ojos; entonces el ciego comenzó ya a ver con claridad y quedó curado, de suerte que hasta de lejos veía perfectamente todas las cosas (Mc 8, 25)

¡¡ESCUCHA!! Para conocer con atención distintos contextos culturales… y aprender otras Historias Así comprenderemos por qué pasa lo que pasa, por qué se piensa como se piensa, por qué se actúa en un sentido u otro. De esta manera nos resultará sencillo ser más respetuosos con la opinión distinta y entonces estaremos en condiciones de dialogar. El diálogo lleva a la tolerancia, si somos capaces de plantarlo sus frutos se multiplicarán, a fin de cuentas, nuestros chicos son tierra buena. Otra parte cayó en tierra buena y creció, se desarrolló y dio fruto: el treinta, el sesenta y hasta el ciento por uno. Y añadió: el que tenga oídos para oír, que oiga (Mc 4, 8-9)

En ocasiones nuestra vida transcurre tan rápido, vivimos tan deprisa que olvidamos la importancia de encontrarnos Cuando nos encontramos somos conscientes de que compartimos la misma dignidad y que hemos de responder unos por otros Redescubrir el gusto por el encuentro es reparar en la belleza, el afecto, la ternura, la confianza… Tenía Marta una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Marta en cambio estaba atareada con los muchos quehaceres del servicio. Entonces Marta se acercó a Jesús y le dijo: Señor no te importa que mi hermana me deje sola en la tarea. Dile que me ayude. Pero el Señor le contestó: - Marta, Marta, andas inquieta y preocupada por muchas cosas cuando en realidad una sola es necesaria. María Ha escogido la mejor parte y nadie se la quitará. (Lc 10, 38 y ss)

¡¡IMPLÍCATE!! Atrévete a tocar el sufrimiento Si tocamos el sufrimiento y le ponemos nombre y apellido expresaremos con el gesto oportuno la compasión y la solidaridad. Nos reconoceremos en el otro comprenderemos su dolor. Seremos capaces de afirmar: lo que tú sufres me concierne Esta actitud nos llevará a ejecutar acciones solidarias. Nos empujará a implicarnos, como hacía Jesús: Al ver a Jesús se echó a sus pies y le suplicaba con insistencia diciendo: Mi niña está agonizando; ven a poner las manos sobre ella para que se cure y viva (…) Entonces Jesús tomó consigo al padre de la niña, a la madre y a los que lo acompañaban entró adonde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo: Niña, a ti te hablo levántate (Mc4, 23 y ss.)

Aprende a percibir el aroma de la presencia del Dios viviente en nuestro interior y en toda la realidad Desde la fidelidad a Dios y a su Palabra podremos ejercer nuestra misión educadora y ser acompañantes de otras generaciones Lo haremos compartiendo la sed de Dios y sus noticias, con quienes sean de nuestro credo y abiertas a los de otros En el camino nos animará la experiencia de los testigos que conocemos, discípulos de Jesucristo.