La memoria persiste, perdura, nos permite tomar contacto con acontecimientos, situaciones y personas que conforman nuestra historia personal y como pueblo. La memoria es un tesoro que tenemos con nosotros y que tenemos que cuidar, porque nos hace pensar el pasado y proyectar el futuro.
La memoria no es un mecanismo que se activa solo y que es para todos y todas igual. Frente a un mismo hecho o acontecimiento, la memoria se activa de manera diferente en unas personas que en otras. Incluso en algunas, ni siquiera se activa. Que un acontecimiento ocurra, sea del tipo que sea, no es garantía de que pase a nuestra memoria. Hay un componente de voluntad en la memoria.
El proceso de la memoria es selectivo. Así, cuando algo malo nos sucede, o sucede en compañía de personas poco significativas, o en momentos de nuestra vida intrascendentes, este hecho puede ser olvidado con más facilidad. A la inversa, cuando son sucesos que nos gratificaron mucho o que ocurrieron con personas que son importantes, etc, los hechos tienen más facilidad de ser agendados…
La memoria la ejercemos. Es un acto que llevamos a cabo, que nos afirma, que nos constituye y sobre todo, al que tenemos derecho. Pero también se ejercita, es decir, debemos ejercer seguido la memoria, porque sino la desacostumbramos, la dejamos estar…