La Puerca de Juan Bobo
Ésta era una vez, hace muchos años, en un pueblo donde vivía una mujer viuda con su hijo, llamado Juan. La gente del pueblo le llamaba Juan Bobo, ya que a veces hacía cosas muy tontas.
Un día, la mamá de Juan Bobo le pidió que se quedara en casa cuidando a los animales mientras ella iba a la iglesia. Juan Bobo le dijo que no se preocupara, que él los cuidaría.
Al poco rato de haberse ido la madre a la iglesia, la puerca que ellos tenían empezó a gruñir. Juan Bobo la oyó, y como pensaba que la puerca quería ir con su mama a la iglesia, se dirigió a la porqueriza y le dijo: -También tú quieres ir a la iglesia? Pues te mandaré allá, pero antes te tienes que vestir.
Juan Bobo subió la puerca a la casa y allí le puso uno de los mejores trajes de su madre. Luego, le amarró en la cabeza una mantilla, en las orejas le puso unas pantallas de oro y en el cuello un collar. Una vez vestida la puerca con la ropa y prendas de su madre, la sacó a la calle y le dijo: -¡Ahora estarás contenta! ¡Vete a la iglesia con mamá y vuelve con ella!
Tan pronto la puerca se vio libre, salió corriendo a un bañadero de fango que había cerca de la casa, y se tiró en él a restregarse. Se arrancó la ropa, las prendas y todo lo que tenía puesto.
Juan Bobo se quedó en la casa y no vio lo que hizo la puerca.