En la antigüedad, los romanos y los griegos solían coronar con rosas a las estatuas que representaban a sus dioses como símbolo del ofrecimiento de sus corazones. La palabra “Rosario" significa “Corona de Rosas".
Por la noche, los cristianos recogían sus coronas y por cada rosa, recitaban una oración o un salmo por el eterno descanso del alma de las mártires.
Todo comenzó, probablemente, en el siglo X. A través de la Orden Cluniacense. A- Los dedicados a la oración coral (que rezaban al día unos 150 salmos Pero era preciso que también orasen. Por ello comenzaron a rezar individualmente 150 Padrenuestros al día Existían dos tipos en la orden de monjas y monjes: B- Los dedicados al trabajo manual.
En el siglo XII, la Orden Cisterciense (fundada en 1098) le va a dar una gran importancia al culto a la Virgen María. Su principal teólogo, san Bernardo de Claraval ( ), difundió mucho la devoción a María como Madre, más que como Reina y comienzan a rezar 150 Ave Marías en ves de Padrenuestro A este "rosario corto" se le llamó "el salterio de la Virgen".
A finales del siglo XII, Santo Domingo de Guzmán sufría al ver que la gravedad de los pecados de la gente y se fue al bosque. Estuvo en oración tres días y tres noches haciendo penitencia y flagelándose hasta perder el sentido y se le apareció la Virgen con tres ángeles y le dijo que la mejor arma para convertir a las almas duras no era la flagelación, sino el rezo de su salterio.
Santo Domingo se dirigió en ese mismo momento a la catedral de Toulouse, sonaron las campanas y la gente se reunió para escucharlo. Cuando iba a empezar a hablar, se soltó una tormenta con rayos y viento muy fuerte que hizo que la gente se asustara. Todos los presentes pudieron ver que la imagen de la Virgen que estaba en la catedral, alzaba tres veces los brazos hacia el Cielo. Santo Domingo empezó a rezar el salterio de la Virgen y la tormenta se terminó.
En otra ocasión, Santo Domingo tenía que dar un sermón en la Iglesia de Notre Dame en París con motivo de la fiesta de San Juan y, antes de hacerlo, rezó el Rosario. La Virgen se le apareció y le dijo que su sermón estaba bien, pero que mejor lo cambiara y le entregó un libro con imágenes, en el cual le explicaba lo mucho que gustaba a Dios el rosario de Avemarías porque le recordaba ciento cincuenta veces el momento en que la humanidad, representada por María, había aceptado a su Hijo como Salvador.
Santo Domingo cambió su homilía y habló de la devoción del Rosario y la gente comenzó a rezarlo con devoción, a vivir cristianamente y a dejar atrás sus malos hábitos. El rezo del Rosario mantuvo su fervor por cien años después de la muerte de Santo Domingo y empezó a ser olvidado. Santo Domingo murió en 1221, después de una vida en la que se dedicó a predicar y hacer popular la devoción del Rosario entre las gentes de todas las clases.
En 1349, hubo en Europa una terrible epidemia de peste a la que se le llamó ¨la muerte negra" en la que murieron muchísimas personas.
Fue entonces cuando el fraile Alan de la Roche, superior de los dominicos en la misma provincia de Francia donde había comenzado la devoción al Rosario, tuvo una aparición, en la cual Jesús, la Virgen y Santo Domingo le pidieron que reviviera la antigua costumbre del rezo del Santo Rosario.
El fraile comenzó esta labor de propagación junto con todos los frailes dominicos en Ellos le dieron la forma de los 3 misterios y 150 Ave Marías, con la aprobación eclesiástica. A partir de entonces, esta devoción se extendió en toda la Iglesia.
El 7 de octubre de 1571 se llevó a cabo la batalla naval de Lepanto. En la cual los cristianos sabían que si perdían su religión podría peligrar. El Papa San Pío V pidió a los cristianos rezar el rosario por la flota y confiaron en la ayuda de Dios a través de la intercesión de la Santísima Virgen, para ganar dicha batalla.
El Papa Pio V estaba en Roma despachando asuntos cuando de repente se levantó y anunció que la flota cristiana había sido victoriosa. Ordena el toque de campanas y una procesión.
Días más tarde llegaron los mensajeros con la noticia oficial del triunfo cristiano. Posteriormente, instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias el 7 de octubre.
Un año más tarde, Gregorio XIII cambió el nombre de la fiesta por el de Nuestra Señora del Rosario y determinó que se celebrase el primer domingo de Octubre. (día en que se había ganado la batalla).
Actualmente se celebra la fiesta del Rosario el 7 de Octubre y algunos dominicos siguen celebrándola el primer domingo del mes.
Primera promesa “A todos los que recen devotamente mi Rosario, prometo mi especial protección”. Es una garantía que la Virgen ha repetido muchas veces, y que recuerda la antigua oración Sub tuum praesidium (Bajo tu amparo nos acogemos).
Segunda promesa “El que persevere en el rezo de mi Rosario recibirá gracias poderosísimas”.
Tercera promesa “El Rosario es un arma poderosa contra el infierno: destruirá los vicios, librará del pecado y abatirá las herejías”. Se trata de una promesa muy particular: aunque no se nombra a satanás, se habla de la lucha contra el infierno.
Cuarta promesa “El Rosario hará florecer de nuevo las virtudes y las obras buenas, y obtendrá a las almas la más abundante misericordia de Dios”. Esto nos impulsa a comprender que el Rosario rezado con María hace florecer en nosotros la vida y la imagen de la Virgen.
Quinta promesa “El que confíe en mí rezando el Rosario no será oprimido por las adversidades”. Satanás por una parte nos persigue y por la otra nos seduce, utilizando siempre su arma más insidiosa que es el desánimo. María se pone a nuestro lado y nos asegura que el que reza el Rosario encontrará siempre cerca su corazón maternal, dispuesto a sostenernos y a ayudarnos.
“Quien rece el Rosario meditando sus misterios no será castigado por la justicia de Dios: se convertirá si es pecador, crecerá en gracia si es justo y será hecho digno de la vida eterna”. Con estas palabras se subraya que el Rosario traza una vía de santidad porque, rezado con María, hace que seamos guiados por ella. La Virgen ilumina el camino.
Séptima promesa “Los devotos de mi Rosario, en la hora de la muerte, no morirán sin sacramentos”. Viene a la mente una página de san Alfonso María de Ligorio, en su obra de arte, “Las glorias de María“, donde se dice que en el momento de la muerte, cuando los demonios se coaligan en el intento de llevar el alma a la desesperación, la Virgen debe ser invocada en la oración.
Octava promesa “Los que rezan mi Rosario encontrarán, durante la vida y en la hora de la muerte, la luz de Dios y la plenitud de sus gracias, y participarán de los méritos de los beatos en el paraíso”.
Novena promesa “Cada día libraré del purgatorio a las almas devotas de mi Rosario”. Por varias revelaciones privadas, en las que la Virgen se presenta como Reina del purgatorio y Reina de las almas purgantes, sabemos que la Virgen ha obtenido de Dios gracias especiales al respecto.
Décima promesa “Los verdaderos hijos de mi Rosario gozarán de una gran gloria en el cielo”. ¿De qué gloria está hablando María? De la gloria de la que está revestida ella misma, haciendo reflejar en ellos su propia imagen, su propio fulgor.
Undécima promesa “Todo lo que se pida mediante el Rosario será obtenido”. Es la promesa de la intercesión más plena, que comprende en particular la gracia de la conversión.
Duodécima promesa “Los que propaguen mi Rosario serán socorridos por mi en cada una de sus necesidades”. Una referencia que podría referirse por ejemplo a los misioneros y misioneras que se empeñan de varias formas para difundir esta devoción, creando confraternidades, animando grupos de oración, difundiendo los rosarios.
Décimo tercera promesa “He obtenido de mi Hijo que todos los devotos del Rosario tengan como hermanos en la vida y en la hora de la muerte a los santos del cielo”. María, lo sabemos, es la Reina de todos los santos, y en el momento de la muerte, ella misma viene con todos los santos para hacernos partícipes de su comunión.
Décimo cuarta promesa “Los que reciten mi Rosario fielmente serán todos hijos míos amadísimos, hermanos y hermanas de Jesús”. Rezando el santo Rosario nos profesamos hijos de María. Por ello ella se manifestará a nosotros como Madre y así tendremos un lugar especial en su corazón maternal y bajo su manto.
Décimo quinta promesa “La devoción a mi Rosario es un gran signo de predestinación”. Ninguno de nosotros está seguro de ir al paraíso o al purgatorio, aunque obviamente todos esperamos no ir al infierno.
En el siglo XVI es cuando se da la ruptura de algunos grupos con la Iglesia Católica, gobernada desde Roma, Grupos liderados principalmente por Martin Lutero, Juan Calvino y Ulrico Zuinglio. Y todos ellos creían y veneraban a María - Martin Lutero, en los sermones de 1522, 1523,1529 y Juan Calvino en el JCO45,30 JCO 46, ibid Vol I - Ulrico Suinglio sermón sobre María el 17 de septiembre de 1522
Creían en: - En la Inmaculada Concepción de maría. - Exalta a la Bienaventurada Virgen dándole la posición de "Madre Espiritual" para los cristianos. - En la Virginidad Perpetua. - En la Asunción a los cielos. -Que Jesús fue el único hijo de María.
¿Cómo podemos actuar ante María? Que nuestra devoción para ella no sea algo puramente sentimental, pasajero y solo cuando la necesitemos.
¿Cómo podemos actuar ante María? Nuestra devoción debe brotar de la fe en su dignidad de madre de Dios y madre nuestra.
¿Cómo podemos actuar ante María? No podemos acoger a María como madre, sin ser dóciles a su palabra que nos señala a Jesús como maestro de la verdad que hay que escuchar y seguir, como lo dijo en la boda de Cana: “Haced lo que Él les diga”
A nuestra Madre carnal se le admira y se desea imitar, con mayor razón a nuestra madre celestial. Ella debe ser nuestro modelo: a) Fe b) Caridad c) Obediencia d) De esperanza. e) De amor. f) De humildad. Debemos imitarla siendo solidarios con los demás en atención y acogida. Expresemos nuestro amor en el rezo del Santo rosario, que es el obsequio más agradable a nuestra madre, Ella lo ha dicho en Lourdes y Fátima; y lo mejor rezarlo en familia. “Familia que reza unida permanece unida” g) De coherencia de vida con lo que se cree. h) De protección a los pobres. i) De aprendizaje para saber llevar la cruz del sufrimiento como la llevo ella, con una gran dignidad.
¿Porque venerar, amar y buscar a María? Porque María purifica nuestras obras, las embellece y las hace más aceptables a Dios. Porque María es el camino más fácil y corto para llegar al padre. Porque María es el camino permanentemente abierto, ya que el mismo Jesucristo lo abrió al venir a nosotros a través de ella. Porque María es el camino perfecto, ya que ella es la más santa y perfecta del mundo. Porque María es el camino más seguro, ya que “Donde está mi hijo, ahí estoy yo” Porque María donde ella está el enemigo no pasa, no entra. Porque María nos da mucha paz interior. Porque María nos lleva a la plena libertad de los hijos de Dios. Porque María nos quita todo escrúpulo y temor que podamos tener Porque María ensancha el corazón con una santa confianza en Dios
Hijo tú me entregaste a los hombres al pie de la cruz y ahora YO como su madre te entrego a TI su petición. María AEIPARTHENOS LA SIEMPRE VIRGEN
Oración: de San Juan Damasceno Yo os saludo, oh María, a Vos, esperanza de los cristianos: Recibid la súplica de un pecador que os ama tiernamente, que os honra de un modo especial, y pone en Vos toda la esperanza de su salvación. De Vos tengo la vida: Vos me restablecéis en la gracia de vuestro Hijo, Vos sois la prenda cierta de mi salvación. Os suplico, pues, que me libréis del grave peso de mis pecados: Disipad las tinieblas de mi entendimiento, alejad de mi corazón los afectos terrenos, reprimid las tentaciones de mis enemigos, y dirigid mi vida de modo que por vuestro medio, teniéndoos por guía, pueda llegar a la eterna felicidad del Paraíso.