Nuestra morada
Nuestra morada al nacer, hay quien la llama intelecto, espíritu o conciencia, es diminuta semilla, que Dios deja caer.
Cuando refulge de luz, acrisola sufrimientos, enfoca turbias miradas, nos orienta al norte y afina oído y palabra.
Diáfana, en paz y amor, se convierte en fuente de dicha y felicidad. Autoengaño, mentira, ira, odio, envidia, rencor la vuelven sucursal anticipada de infierno.
Cierto. En nuestra morada no entran miradas ajenas. Sólo dispone ventana para mirar al cielo.
Nuestra morada, Rocío, es refugio seguro y jardín de paraíso, donde al caer la tarde, fiel espera Dios para departir contigo.
Feliz cumpleaños, Rocío. César Murcia, 8 de abril de 2016