BOTERO

BOTERO A Botero se lo conoce dentro del universo del impresionismo abstracto por sus vibrantes y coloridas pinturas de personajes deliberadamente desproporcionados, generalmente sin cuello, invariablemente robustos y dotados de una gran ternura e ingenuidad. A sus 77 años, Fernando Botero sigue todavía en plena actividad, residiendo alternadamente en París, Nueva York y, por supuesto, en su Colombia natal.

A sus 77 años, Fernando Botero sigue todavía en plena actividad, residiendo alternadamente en París, Nueva York y, por supuesto, en su Colombia natal.

Los famosos desnudos de Botero no están necesariamente asociados a los prostíbulos. Son más bien un canto a la sensualidad. El artista muestra a través de ellos, con esa naturalidad que le es tan propia, la vida íntima de la mujer, enmarcada por una atmósfera apacible y sosegada.

Lo cotidiano y la familia típica colombiana son tratados también con singulares detalles. Nativo de Medellín y admirador de Gardel, no podía faltar entre sus temas un buen tango con corte y todo.

Le ha dedicado también a la tauromaquia incontables lienzos Le ha dedicado también a la tauromaquia incontables lienzos. Su afición por ella deviene de su primera juventud ya que, dice, “antes de saber siquiera qué era el arte(sic), había aprendido a lidiar con los toros en una escuela de Medellín.”

Botero viajó intensamente por Europa y ancló muchos años de su vida frente a los clásicos de la pintura renacentista que "habitan" en los museos de España, de París y de Italia. De su aguda observación surgió la serie que, con la Mona Lisa a la cabeza, hace de los cuadros famosos una divertida paráfrasis. Al decir de los especialistas, hay en Botero un deseo genuino de crear una figura pictórica propia a partir de cada uno de esos temas, incluyendo la infaltable dosis de humor e ironía al transformar las proporciones de las figuras, sin que por ello asome siquiera la caricatura. He aquí tres de ellos.

La Princesa Margarita después de Velázquez Mona Lisa Velázquez

Velázquez

Las torturas y violaciones infligidas a los prisioneros iraquíes en la cárcel de Abu Ghraib provocaron en Fernando Botero tal indignación e ira que las dejó documentadas en más de cincuenta cuadros que se exhibieron a partir de 2005 en Europa y desde 2007 en los Estados Unidos, causando aquí un gran revuelo. Esta fotografía le fue tomada precisamente al artista mientras polemizaba sobre el tema con los periodistas acreditados en la Universidad Americana de Washington. Pero su calidad de contestatario no se agota allí ni muchos menos, y si no, veámoslo en el cuadro que sigue.

Las torturas y violaciones infligidas a los prisioneros iraquíes en la cárcel de Abu Ghraib provocaron en Fernando Botero tal indignación e ira que las dejó documentadas en más de cincuenta cuadros que se exhibieron a partir de 2005 en Europa y desde 2007 en los Estados Unidos, causando aquí un gran revuelo. Esta fotografía le fue tomada precisamente al artista mientras polemizaba sobre el tema con los periodistas acreditados en la Universidad Americana de Washington. Pero su calidad de contestatario no se agota allí ni muchos menos, y si no, veámoslo en el cuadro que sigue.

Desde finales de los sesenta Botero incluyó entre sus obras algunos temas de sátira política como reflejo de las dictaduras sufridas por algunos países latinoamericanos. De allí surgieron famosas obras, como este Retrato de la Junta Militar con el gran dictador, destacado tanto por su gran volumen como por el intenso color rojo de su uniforme. A su lado el arzobispo, los comandantes de artillería y caballería, el edecán, su mujer y la nodriza con un niño en brazos. Un detalle para destacar en esta gran pintura es el pequeño hijo del dictador, vestido ya de militar, como anunciando la prolongación del poder. Veámoslo ahora ampliado.

Desde finales de los sesenta Botero incluyó entre sus obras algunos temas de sátira política como reflejo de las dictaduras sufridas por algunos países latinoamericanos. De allí surgieron famosas obras, como este Retrato de la Junta Militar con el gran dictador, destacado tanto por su gran volumen como por el intenso color rojo de su uniforme. A su lado el arzobispo, los comandantes de artillería y caballería, el edecán, su mujer y la nodriza con un niño en brazos. Un detalle para destacar en esta gran pintura es el pequeño hijo del dictador, vestido ya de militar, como anunciando la prolongación del poder.

La religión, la política y los militares son los mandos bajo los cuales se desarrolla la vida colombiana y Botero, conocedor de ello, lo refleja también en sus obras con cierto humor e ironía. El Nuncio La Madre Superiora

Al igual que sus lienzos, sus no menos famosas “giganto-esculturas” llevan el sello de esa desproporción de lo real que ha hecho célebre a Botero, enga- lanando por decenas los parques y paseos de innumerables países. Ciertamente, sus esculturas ameritan por sí solas una presentación dedicada con exclusividad a ellas. Una deuda que nos compromete a futuro.

Investigación e imágenes: Internet Estás escuchando a Edward Shearmur en Salsa in English acartito@yahoo.com.ar

Investigación e imágenes: Internet Estás escuchando a Edward Shearmur en Salsa in English acartito@yahoo.com.ar