Sobre las verdes laderas, cielo azul y nubes blancas, y entre medias los picachos de las agrestes montañas.
Pedruscos en las pendientes, colorido en la retama, hierbajos secos y verdes, azul de Sierra Nevada.
Ríos “glaciares andantes”, que bajan a la estampada,
ríos que rompen silencios, arrullos viejos del alma.
Caminos serpenteantes, candidez de cielos y aguas,
espesura de los bosques, verdes hojas, verdes ramas.
Chumberas enaltecidas, ¡ay!, renglones de la infancia,
pinares que desde el fondo, veneráis aquellas playas.
¡Ay!, recodo de la esquina, dicharachera calzada,
¡ay!, parque de mis amores,
taberna de aquella plaza.
Decidme todos y todas, al ritmo de la alborada:
« ¿Entre su tierra y la mía, no son todo semejanzas?»
«Si la Tierra es siempre la única, con sus notas y amalgamas,
son los ojos que la miran, sólo es eso lo que cambia».
Rima CCIV El Ruiseñor Azul