INSTRUCCIONES DE LOS ESPÍRITUS
Esclarecer a los participantes acerca de la caridad material y la caridad moral, enfatizando por qué la segunda es más difícil y meritoria que la primera y estimulándolos a la práctica de ambas.
La caridad material y la caridad moral 9. “Amémonos los unos a los otros y hagamos a los demás lo que nos gustaría que ellos nos hicieran”. Toda la religión y toda la moral se hallan contenidas en esos dos preceptos. Si en la Tierra fueran observados, todos vosotros seríais perfectos: ya no habría odios ni resentimientos. Agregaré además: ya no habría pobreza, porque de lo superfluo de la mesa de cada rico se alimentarían muchos pobres, y ya no veríais, en los lóbregos barrios donde viví durante mi última encarnación, esas pobres mujeres que arrastran consigo a niños hambrientos a los que les falta todo. ¡Ricos! Reflexionad un poco acerca de eso. Ayudad a los desdichados lo mejor que podáis. Dad, para que Dios os retribuya un día el bien que hayáis hecho; para que encontréis, al salir de vuestra envoltura terrenal, un cortejo de Espíritus agradecidos, que os recibirán en el umbral de un mundo más dichoso.
¡Si supierais la alegría que experimenté al reencontrar en el Más Allá a aquellos a los había prestado servicio durante mi última vida!... Así pues, amad a vuestro prójimo. Amadlo como a vosotros mismos, pues ahora sabéis que ese menesteroso al que rechazáis, sea tal vez un hermano, un padre, un amigo, al que expulsáis lejos de vosotros. En ese caso, ¡cuánta será vuestra desesperación al reconocerlo en el mundo de los Espíritus! Deseo que comprendáis debidamente en qué consiste la caridad moral, esa que todos pueden poner en práctica, esa que no cuesta nada desde el punto de vista material y que, sin embargo, es la más difícil de aplicar. La caridad moral consiste en ejercer la tolerancia mutua, y es lo que menos hacéis en ese mundo inferior donde por el momento estáis encarnados. Creedme, existe un gran mérito en hacer silencio para dejar que hable otro más ignorante que vosotros. Ese es también un tipo de caridad. Saber hacer oídos sordos a una palabra burlona que se escapa de una boca habituada a denigrar.
No ver la sonrisa desdeñosa con que os reciben esas personas que, muchas veces equivocadamente, se consideran superiores a vosotros, mientras que, en la vida espiritual, la única verdadera, están a veces muy por debajo. Ese es un merecimiento, no desde el punto de vista de la humildad, sino desde el de la caridad, porque no prestar atención a las equivocaciones de los demás es caridad moral. Con todo, esa caridad no debe ser un impedimento para la otra. Cuidaos, sobre todo, de no despreciar a vuestro semejante. Tened presente siempre lo que os he dicho: cuando rechazáis a un pobre, es probable que estéis rechazando a un Espíritu al que habéis querido, y que de modo circunstancial se halla en una posición inferior a la vuestra. De hecho, yo he vuelto a ver aquí a uno de los que fue pobre en la Tierra, a quien felizmente auxilié en algunas ocasiones, y al cual por mi parte ahora imploro asistencia. Recordad que Jesús dijo que todos somos hermanos, y pensad siempre en eso antes de rechazar al leproso o al mendigo. Adiós. Tened presentes a los que sufren, y orad. (Hermana Rosalía. París, 1860.)
1.- ¿Cuál es la diferencia entre caridad material y caridad moral?
R: En cuanto a la primera se ocupa de atender al necesitado con bienes materiales, la segunda, que nada cuesta materialmente hablando, consiste en convivir con el prójimo, dispensándole el tratamiento y las atenciones que nos gustarían para nosotros. Cuando se practica la caridad material, se da de lo que se tiene. Cuando se practica la caridad moral, se da lo que se es. “Amémonos unos a los otros y hagamos a los otros lo que nos gustaría nos hiciesen ellos”.
2.- ¿De qué modo la práctica del amor al prójimo volvería al hombre más feliz en la Tierra?
R: Eliminando el odio y el resentimiento, y amenizando la pobreza R: Eliminando el odio y el resentimiento, y amenizando la pobreza. El rico auxiliaría al pobre con lo superfluo e incluso con lo que le fuese necesario. “Dar para que Dios, un día, os retribuya el bien que hubierais deshecho”.
3.- Dar incluso de lo que nos sobra, ¿no sería estimular la ociosidad del prójimo?
Nuestras sobras de hoy podrán ser nuestras necesidades de mañana. R: No, pues no todo carente es ocioso. Además, cuando ayudamos a alguien, no debemos preocuparnos con el destino dado a nuestro donativo. Este es responsabilidad de quien lo recibe. Nuestras sobras de hoy podrán ser nuestras necesidades de mañana.
4.- ¿Qué reflejo tendrá la ayuda que prestamos al prójimo, cuando nos encontremos en la vida espiritual?
R: Nuestra mayor alegría será el reconocimiento y la gratitud de aquellos a quien hubiéramos ayudado aquí en la Tierra. Nuestras donaciones y ayudas generan gratitudes y amistades que nos ayudarán al retornar a la vida espiritual.
5.- ¿Por qué no debemos rechazar a aquél que nos pide ayuda?
R: Porque rechazando a un desgraciado, estaremos, tal vez, apartando de nosotros a un hermano, a un padre, a un amigo nuestro de otras existencias. Muchas veces nos desesperamos al reconocer, en el plano espiritual, a hermanos nuestros del pasado, en aquellos a quien dejamos de ayudar.
6.- ¿Por qué la caridad moral es más difícil de practicarse que la caridad material?
R: Porque nos exige un verdadero sentimiento de fraternidad, espíritu de renuncia y tolerancia, principios tan contrarios al egoísmo, a que aún estamos presos. “La caridad moral, que todos pueden practicar, nada cuesta (…) aunque es la más difícil de realizarse”.
7.- ¿Cómo podemos realizar la caridad moral?
R: Por las pequeñas acciones de cada día, como tolerar al semejante, no desear mal al prójimo, no devolver las ofensas, saber callar, ignorar la mala palabra y el mal procedimiento, comenzando siempre por nuestros familiares. “Hay gran mérito (…) en un hombre cuando sabe callar, dejando que hable otro más ignorante que él”. “No poner atención al mal proceder de otro es caridad moral”.
El precepto de Jesús, amaos unos a los otros, se manifiesta en la práctica de la caridad material y moral, siendo que esta última tiene mayor valor, porque exige de quien la practica, un verdadero sentimiento de fraternidad, espíritu de renuncia y tolerancia.
Podrás entonces, dar una ayuda válida a uns y a otros. Recuerda que, desde cualquier posición que ocupes en la vida, siempre tendrás dos niveles desde tu mirador: los que están por encima de ti y los que están abajo. Procura, algunas veces, colocarte en la condición de tus jefes y otras en la de los dependientes. Así podrás comprender, por experiencia, los problemas que surgen de ambas partes. Podrás entonces, dar una ayuda válida a uns y a otros. 75