Enviados a las fronteras Jesuitashoy El P. Nicolás en Paraguay

Las fronteras son los bordes donde se sabe que hay que hacer algo, pero no se sabe qué hacer. Allí donde es difícil Allí donde es difícil y no se sabe qué hacer, allí estamos llamados El Papa Benedicto nos ha mandado a la frontera.

Ahí nos manda el Papa, para estudiar, para ver, para tratar de encontrar qué es lo que el Evangelio puede hacer en medio de esa frontera. Definir las fronteras es de una urgencia particular en nuestro tiempo, donde hay que reducir el campo de trabajo para poder entrar en profundidad y poder responder a lo que es más urgente. La frontera es el sitio donde todos ven problemas y nadie sabe qué hacer. No es fácil.

Las fronteras son un cúmulo de retos, es la situación que provoca una serie de problemas, y entonces cómo entramos nosotros jesuitas al servicio de la Iglesia y del Pueblo a responder a esos retos que aparecen en las fronteras, sabiendo que la frontera nos da una visión mucho más compleja de lo que son cada uno de los retos. Fronteras humanas, culturales, fe y ciencia, cultura, dificultades en el mundo moderno …

mirando a Cristo y a todo lo que el Evangelio propone de vida … Hay que estar en la frontera, pero con el horizonte claro del Evangelio,

Ir a la frontera y estar protegido es una contradicción. En la frontera hay que mirar al horizonte, El profeta no tiene seguro. El que va a la frontera está desprotegido. El que va a la frontera está desprotegido. y el horizonte nos lo da el Evangelio.

Es más lo que no sabemos que lo que sabemos.

¿Cuáles son los signos que podemos detectar ahora para preparar el futuro? ¿Cómo se puede ayudar a la humanidad a ser más humana, a vivir con menos sufrimientos, con más paz, con menos violencia, con menos guerra, con menos injusticia? San Ignacio no empezó con un análisis social. Empezó haciéndose sensible a los signos internos que le inquietaban No hay un buen servicio externo que no tenga una base en el interior de las personas

Nuestro riesgo es la globalización de la superficialidad. ¿Qué quiere la Iglesia de nosotros? Nuestra tentación es estar distraídos. Cada vez que un factor secundario nos preocupa y toma el puesto de lo primario, estamos distraídos. No somos malos, estamos distraídos. Quiere profundidad

Todos sufrimos, todos amamos y queremos nos amen igual, y todos crecemos. Al crecimiento, con la educación, donde hay oportunidad de crecer y ser transformados. El trabajo de los jesuitas es responder fundamentalmente a estas tres realidades. Al sufrimiento por una preocupación por la justicia, por los Derechos Humanos, por contribuir a una vida más humana, más según el Evangelio. Al amor trabajando lo que se puede por la familia, las relaciones humanas.

Les doy las gracias por el trabajo de hacer que las personas sufran menos, amen más y todos crezcamos.