12 de marzo de 2006 Domingo II de Cuaresma
Andaré delante del Señor en la tierra de los vivientes Salmo 115 Andaré delante del Señor en la tierra de los vivientes Creí; por tanto hablé, estando afligido en gran manera. Estimada es a los ojos del Señor la muerte de sus santos.
Andaré delante del Señor en la tierra de los vivientes Señor, ciertamente yo soy tu siervo, siervo tuyo soy, hijo de tu sierva. Tú has roto mis prisiones. Te ofreceré un sacrificio de alabanza e invocaré el nombre del Señor.
Andaré delante del Señor en la tierra de los vivientes Ahora pagaré al Señor mis votos, delante de todo su pueblo, en los atrios de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén.
Desde la nube una voz decía: "Este es mi Hijo amado; oídle a él ". Iglesia de la Transfiguración, en la cima del monte Tabor
En aquél tiempo Jesús tomó a Pedro, a Jaime y a Juan, y los llevó aparte solos a un monte alto. Allí se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede dejar tan blancos. Y vieron a Elías y a Moisés que hablaban con Jesús. Entonces Pedro dijo a Jesús: -- ¡Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí! Hagamos tres enramadas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. No sabía lo que hablaba, pues estaban asustados. Entonces vino una nube que les hizo sombra, y desde la nube una voz que decía: "Este es mi Hijo amado; a él oíd". Y luego, cuando miraron, no vieron a nadie más con ellos, sino a Jesús solo. Mientras descendían del monte, les mandó que a nadie dijeran lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre hubiera resucitado de los muertos. Por eso guardaron la palabra entre sí, discutiendo qué sería aquello de resucitar de los muertos. Mc 9,2-10
Interior de la Iglesia de la Transfiguración