Poema de: Mariano Estrada www.mestrada.net
Emanan de la tarde vastos murciélagos de sombra que, al pairo del crepúsculo, anticipan el cerco de la noche.
La calle se concibe como claro de luz artificial y procelosa vida.
Sobre un clamor ferviente de variada naturaleza, los árboles modulan en sus copas placideces de viento.
Pero tú, ojo mustio, banco entristecido de la casa, desoyes el clarín de este concilio y escuchas en las hojas no un fervor verde de músicas, sino un llanto de ceras, un esputo agrio de lenguas amarillas.
Mar Después, al dorso de la sombra, bajo el trino desnudo de los pájaros, el alba irrumpe en mí con lentas hojas de otoño. Mar stell_mar@hotmail.com