LA CASTIDAD DEL ENVIADO Segunda parte LA CASTIDAD DEL ENVIADO
La fecundidad del amor casto pasa por la cruz La castidad perfecta de Jesús en el celibato es “exceso de amor” en modo alguno renuncia a amar a los hombres con todo su ser.
Por ello, la entrega por amor se presenta como un camino de plenitud, libertad y fecundidad.
El amor casto del enviado es gratuidad y entrega incondicional por todos.
El amor casto del enviado es gratuidad y entrega incondicional por todos. Pero el amor divino, el amor que el Espíritu derrama en el corazón de los hombres, para ser cultivado “necesita seguir un camino de ascesis, renuncia, purificación y recuperación” DCE 5
en tus manos encomiendo mi espíritu. En la tiniebla de la cruz, Jesús revela ante el mundo su perfecta comunión con quien lo envía y por quien se siente amado más allá de las apariencias. Padre en tus manos encomiendo mi espíritu.
En medio del silencio y la injusticia de la cruz, Jesús revela su solidaridad con sus hermanos.
Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen Jesús revela ante el mundo su perfecta comunicación con quien lo envía y por quien se siente amado más allá de las apariencias. Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen El siervo casto permanece fiel al que lo envía y a los enviados en la oscuridad de la cruz, aun cuando sea entre gritos y lágrimas.
Ni se busca a sí mismo ni busca poseer a nadie. Ni el éxito ni el fracaso le detienen en el don de sí al Padre y a los hombres. El celibato del enviado, pues, tiene su fuente en aquél que lo ama y lo envía para que sea el Primogénito entre muchos hermanos, para que sea el testigo de su amor incondicional y gratuito.
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