Espiritualidad Mariana del Magnificat

Proclama MI ALMA la GRANDEZA del SEÑOR

El Magnificat nos invita a vivir en actitud de alegría y de agradecimiento a Dios por las maravillas de la salvación.

UN SUEÑO QUE SE TRANSFORMA EN REALIDAD Maria Cree en un Dios personal que actúa en la historia y en su propia vida.

El Dios del Magnificat no es ningún “ser” distante. Para Maria, Dios es aquel Ser a quien puede escuchar y hablar, cree que Él la escucha atentamente. Es más, cree en la acción de Dios en su persona.

“Con María descubrimos un estilo nuevo de vida” Vivir la espiritualidad del Magnificat, es transformar nuestra vida en un signo de autenticidad de nuestra identidad mariana “Con María descubrimos un estilo nuevo de vida” “Jóvenes Marianos”

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Las características del joven están presentes en María Autenticidad Sencillez Innovación Valor Alegría Caridad Transparencia Solidaridad

Es una oración es de alabanza y de acción de gracia. En el Magnificat, a través de María, se expresa que la oración cristiana es antes que todo alabanza y acción de gracia.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

María el modelo perfecto de discípulo del Señor ”…la figura de la Virgen es el modelo perfecto del discípulo del Señor: artífice de la ciudad terrena y temporal, pero peregrino diligente hacia la celeste y eterna; promotor de la justicia que libera al oprimido y de la caridad que socorre al necesitado”.

El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.

Queremos hacer una clara opción por Dios y asumir nuestro lugar entre los pobres.

El mundo está por construirse y cada uno de nosotros estamos llamados a ser constructores y al mismo tiempo obra.

Conoce a Dios como poderoso, santo, misericordioso y fiel a sus promesas, en Él confía con una confianza viva La visión que María tiene de Dios, tal como lo expresa en el Magnificat, muestra claramente los cuatro atributos abajo: Poderoso. Santo. Misericordioso. Fiel a sus promesas.

Reconoce su propia pobreza y se considera en una total dependencia con Dios. Para María, Dios es el dador de todos los bienes. Es el “Todo Poderoso”, el Dios creador. Delante de Dios todopoderoso, María reconoce la pequeñez de su condición. Es simplemente la “sierva” de Dios, atenta a sus designios y a sus llamadas, dispuesta a hacer todo lo que Él pida. Como María, nosotros jóvenes marianos, “centraremos nuestra opción en Dios, el único Absoluto. Los pobres y los más oprimidos, entre los cuales nos situaremos, serán el ambiente donde realizaremos nuestra donación a Dios”.

A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Cree que Dios puede cambiar el orden del mundo. Los últimos son los primeros y los primeros son los últimos. Quien pierde su vida, la gana, quien gana su vida, la pierde. Los humildes son exaltados, los poderosos humillados. Los que lloran se alegrarán y los que ríen llorarán. Los pobres son los primeros en el reino de Dios. Una persona que vive la espiritualidad del Magnificat canta confiado el amor preferencial de Dios por los pobres.

Dios nos ha llamado a servir y a evangelizar a los pobres con una caridad práctica y eficaz, sintiéndonos miembros de una misma familia que comparte sus dones, y los pone al servicio de los pobres. Gracias Señor por el desarrollo de nuestra Familia Vicentina en todo el mundo.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia - como lo había prometido a nuestros padres - en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Maria ha sido la mejor persona que nos guía a Cristo, que nos enseña a amar como el quiere que amemos, que nos enseña la humildad y la sencillez; y a ser vehículo del Amor en el camino de servicio a los demás.