LA PAZ DE LOS PIRINEOS Marta Losilla Sanz

¿QUÉ FUE? El Tratado de los Pirineos o Paz de los Pirineos fue firmado entre España y Francia el 7 de noviembre de 1659 en la Isla de los Faisanes (sobre el río Bidasoa). Este tratado ponía fin a un conflicto iniciado durante la Guerra de los Treinta Años. La entrevista de Luis XIV y Felipe IV en la isla de los Faisanes, de Jacques Laumosnier (1660)

¿QUÉ FUE? A pesar de que la Paz de Westfalia finalizara la Guerra de los Treinta Años, España y Francia habían prolongaron su enfrentamiento bélico durante diez años. Esto se debió a que España no aceptó algunas exigencias territoriales francesas.

ANTECEDENTES Y CAUSAS Francia entró en la Guerra de los Treinta Años después de las victorias españolas contra los rebeldes holandeses y contra los suecos. Seis años después Francia comenzó a interferir en la política española, apoyando a los sublevados catalanes durante la sublevación de Cataluña, al tiempo que España apoyaba la Revuelta de la Fronda en 1648. En las negociaciones de la Paz de Westfalia, en 1648, que pusieron fin a la Guerra de los Treinta Años, Francia se anexionó los territorios de Alsacia y Lorena, cerrando el llamado Camino Español que unía las posesiones españolas en Italia y en Flandes a través de Suiza y el Franco Condado. Todo esto llevó a una guerra abierta entre Francia y España.

DESARROLLO Desde el 7 de agosto hasta el 13 de noviembre estuvieron reunidas en la Isla de los Faisanes las delegaciones de ambas monarquías, encabezadas por el representante español de Felipe IV, Luis de Haro, y el cardenal Mazarino en nombre de Luis XIV de Francia. Se eligió este lugar de reunión porque era territorio neutro, por cuya soberanía pugnaban ambas monarquías desde hacía tiempo. Allí debatieron sobre el documento que ambos países ya habían consensuado en Paris el 5 de junio de ese mismo año y que sentaría las bases del acuerdo definitivo.

DESARROLLO En la Isla de los Faisanes las dos monarquías hicieron un reparto desigual, siguiendo un límite en apariencia simple y que respondía a “razones geográficas, topográficas y lineales”. Los franceses defendían que ésta era la “frontera natural”, y acudían a los textos latinos para argumentar que ya había sido la línea divisoria en época romana, la raya entre las Galias e Hispania. Por su parte, la delegación española, encabezada por Luis de Haro, daba razonamientos poco documentados que se limitaban a sostener una idea de “frontera comúnmente admitida”. Pero como el cardenal Mazarino y sus asesores sabían que España estaba exhausta y solo quería firmar la paz, forzaron la situación para agrandar el botín.

ANALIZANDO EL TRATADO Finalmente se pactó la frontera que pretendía Francia para asegurar sus intereses estratégicos en el sur de su territorio, que en el 45% de su trazado acabaría alejada de esa línea de crestas tan reivindicada. Por último, se decide dividir Cerdaña en dos: la comarca de la Alta Cerdaña, que forma parte de Francia, y la Baja Cerdaña, que forma parte de España, dentro de la Comunidad Autónoma de Cataluña. Es el famoso artículo 42 del Tratado.

ANALIZANDO EL TRATADO El Tratado quedó plasmado en 124 artículos: Se fijaba la cordillera pirenaica como frontera entre ambas monarquías, lo que hizo que España perdiera la Cataluña Transpirenaica y la Baja Navarra. Se acordó la reintegración de Cataluña en España, tras la rebelión de los catalanes y su ocupación temporal por Francia, con amnistía para los rebeldes. También se apalabró la boda de la hija del rey de España, María Teresa de Austria, con Luis XIV de Francia. Así se lograría situar en el futuro a un francés en el trono español.

CONSECUENCIAS La dote de esta boda se estableció en medio millón de escudos de oro a cambio de renunciar a sus derechos sucesorios al trono de España. Esta dote nunca llegó a pagarse y lo que pretendía ser una paz duradera entre Francia y España apenas duró siete años. Luis XIV consideró, pues, anulada la Paz y se reiniciaron los enfrentamientos, que derivarían en 1702 en la Guerra de Sucesión Española.

CONSECUENCIAS Normalmente se suele referir a los Pirineos como la “frontera natural” entre España y Francia. Esta versión acepta como algo natural una circunstancia que forma parte de un proceso humano. Así pues, la frontera no sería la natural, sino la consecuencia de negociaciones políticas en las que ambas coronas buscaban objetivos de mayor envergadura. La paz era uno de ellos, pero también la necesidad de reducir los esfuerzos bélicos y el deseo de perdurar como dinastías. Aunque la de los Pirineos es una de las fronteras más antiguas y estables de Europa, su determinación en el Tratado de los Pirineos generó una serie de cambios económicos, políticos, sociales y culturales que llegan hasta nuestros días.