Discípul@ es la persona que ha identificado su vida con la de Cristo. "A mí me lo hicistéis" Mateo 10, 37-42. XIII domingo Tiempo Ordinario-A- 2 de julio de 2017

37El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El final del discurso de la misión se refiere al lugar central que debe ocupar Jesús en la vida de toda persona cristiana, a la raíz del discipulado: el encuentro personal y la identificación total con Él. Todo lo demás queda relativizado. Jesús ofrece a tod@s un valor superior, el del Reino de Dios. Abre un campo nuevo e inmenso al amor y las relaciones humanas, que no han de reducirse al ámbito personal sino abrirse al horizonte universal y generoso de la implantación del Reino.

38 El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. Jesús propone siempre una liberación de todo lo que deshumaniza. Su propuesta requiere atención, esfuerzo, renuncia de lo que esclaviza..., para ganar libertad, alegría y humanidad. Tomar cada un@ su cruz significa amar y vivir como lo hizo Jesús. Un cambio en la escala de valores. Asumir la vida en su totalidad, alegrías, penas, salud, enfermedad, satisfacciones, contrariedades..., dando a todo el sentido necesario para crecer, madurar y caminar hacia nuestro ideal y destino definitivos.

39 El que quiera conservar su vida, la perderá, y el que la pierda por mí, la conservará. Conservar la vida: preocuparse de los propios intereses, ambiciones y seguridades, desinteresarse de l@s demás, ser esclav@s de las apariencias, perder la compasión, renunciar a la trascendencia... Perder la vida: arriesgar, compartir, darse a l@s demás, vivir con austeridad y solidaridad, no buscar ni necesitar aplausos... El modelo siempre es Jesús, seguir su ejemplo, sus criterios, sus valores, su coherencia, su decisión de ser Hijo. Vivir como vivió Él es vivir la vida en plenitud.

40 El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. 41 El que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá recompensa de profeta; el que recibe a un justo por ser justo, recibirá recompensa de justo; Es muy importante la llamada evangélica a la hospitalidad, acogida y solidaridad. Acoger es abrir puertas, escuchar, dialogar, dar nuestro tiempo, nuestra ayuda, nuestra amistad. ¿Son acogedoras nuestras familias y nuestras comunidades? ¿Soy yo persona acogedora? ¿Nuestras iglesias son lugares de encuentro y acogida? ¿Ocupan en ellas los primeros puestos las personas pobres las mal vistas y marginadas por la sociedad? ¿Realmente vemos en ellas al mismo Jesús y actuamos en consecuencia?.

42 y quien dé un vaso de agua a uno de estos pequeños por ser discípulo mío, os aseguro que no se quedará sin recompensa. La mayoría de las veces lo que l@s demás esperan y necesitan de nosotr@s no son milagros, ni gestos solemnes, sino un detalle, una atención, una mano tendida, una palabra amable... Jesús pone un ejemplo bien sencillo de la vida cotidiana: dar un vaso de agua fresca. Es verdaderamente rica la persona que es capaz de regalar algo de sí mism@ a l@s demás. El texto se expresa en forma primitiva, con ecos del afán de recompensa. La actuación de Jesús y a lo que nos invita, es a dar sin buscar recompensa, sin esperar nada a cambio.

Anunciar la Buena Noticia es una tarea en la que tod@s estamos implicad@s. Lo que nos caracteriza como cristian@s no es un libro ni una doctrina ni la mera proclamación verbal de un mensaje, sino la adhesión a la persona de Jesucristo.

Y Tú nos dices... La familia por encima de todo, nos dice el corazón, y Tú nos dices: quien ama a su padre y madre, a su marido y mujer, a sus hijos más que a mí, no es digno de mí. La salud, el bienestar, la calidad de vida, por encima de todo, decimos; Y Tú nos dices: quien no carga con su cruz y me sigue no es digno de mí. El orden, la ausencia de conflicto, el respeto al sistema y a las leyes por encima de todo, nos dice nuestro miedo; y Tú nos dices: fuego he venido a traer a la tierra y ¡cuánto anhelo que arda!. Gracias por tu novedad, que provoca y rompe tantos principios inquebrantables de nuestra sociedad; que cuestiona, clara y llanamente, sin paños calientes, tantas cosas de nuestra vida. Ulibarri Fl.