En pueblecito al pie de una colina a orillas de un río vivía un matrimonio que tenía un niño tan pequeñito, tan pequeñito, tan pequeñito que todos lo conocían.

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Transcripción de la presentación:

En pueblecito al pie de una colina a orillas de un río vivía un matrimonio que tenía un niño tan pequeñito, tan pequeñito, tan pequeñito que todos lo conocían con el nombre de Garbancito. 

Un día, mientras estaba cocinando, su mamá comentó que se le había terminado el azafrán. Garbancito quería ir a la tienda, pero su mamá le decía que no, que era tan pequeñito que la gente de la calle iba a pisarlo sin querer.  Pero Garbancito insistió e insistió e insistió hasta que su mamá le dio una moneda para ir a comprar un poco de azafrán.

¡mucho cuidado lo que hacéis! ¡a Garbancito no piséis! Garbancito, muy contento, le dijo: “No te preocupes, mamá, iré cantando para que nadie me pise”. Y así lo hizo. Se puso la moneda sobre la cabeza y caminaba por la calle cantando bien alto: Pachín, pachán, pachón, ¡mucho cuidado lo que hacéis! ¡a Garbancito no piséis!

Garbancito llegó a la tienda y le pidió al tendero un papelito de azafrán, pero el tendero no oyó nada. Garbancito gritó más fuerte y movió la moneda para que el tendero lo viese. Por fin el tendero se dio cuenta de quien era y le dio el azafrán. Y Garbancito volvió a casa cantando: Pachín, pachán, pachón, ¡mucho cuidado lo que hacéis! ¡a Garbancito no piséis!

Cuando llegó a casa su mamá estuvo muy contenta de que no le hubiera pasado nada. Cuando terminó de hacer la comida dijo que iba a llevársela a papá, que estaba trabajando en el campo, pero Garbancito insistió mucho, mucho, mucho en llevarla él. Y tanto insistió que la mamá le dejó ir. Y por el camino Garbancito iba cantando bien alto:

¡mucho cuidado lo que hacéis! ¡a Garbancito no piséis! Pachín, pachán, pachón, ¡mucho cuidado lo que hacéis! ¡a Garbancito no piséis! Y cuando la gente oía la canción, veían una cesta caminando y ya sabían que debajo estaba Garban- cito. Y todos lo saludaban alegremente.

Mientras Garbancito iba por el camino, se puso a llover; primero poquito, pero después más y más, hasta que ¡llovía a cántaros! Entonces Garbancito se escondió debajo de una col enorme para no mojarse mucho.

Por allí, por el campo, andaba un buey que tenía hambre y le apeteció comerse una col, precisamente la col donde Garbancito estaba protegiéndose de la lluvia. Y con la col ¡ñam! se comió a Garbancito.

Mientras tanto, su papá tenía tanta hambre que fue a casa en busca de su cesta. Cuando supo lo que había pasado se quedó muy preocupado y su mamá pensó que no debería haberle permitido ir él solo y que le había pasado algo malo. Los dos estaban muy, muy preocupados. Y salieron a buscarlo. Y gritaban: “Garbancito, Garbancito ¿dónde estás?”

Y Garbancito contestaba: “Aquí, aquí, en la barriga del buey, donde no llueve ni nieva.” Y cada vez gritaba más, más y más, hasta que sus papás oyeron su voz, que venía como de muy lejos. Entonces dieron mucha comida al buey hasta que se indigestó un poco ¡se tiró un gran pedo! ¡y Garbancito salió!

Sus papás estuvieron muy contentos de verlo sano y salvo y los tres se rieron un poquito del pedo del pobre buey.

Adaptación de un cuento popular catalán