******************************** Atreverme a ser lo que soy

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Presentación: B. Areskurrinaga HC
Música: “Bienaventurados” de Arvo Pärt
Transcripción de la presentación:

******************************** Atreverme a ser lo que soy Te entrego, Señor, mi debilidad, transfórmala en energía para crecer y mejorar. Te ofrezco, Señor, mi pobreza y fragilidad, bendícela con tu amor para que se convierta en signo de autenticidad. Acoge, Señor, mi inseguridad, pon en ella tu fortaleza para aprender a vivir con confianza y fidelidad. Ayúdame, Señor, a caminar en la vida con humildad, reconociendo lo mucho que recibo de ti de manera incondicional. Enséñame, Señor, a ser comprensivo y servicial, necesitado de tu ayuda, abierto a la gratuidad. No me dejes caer en la tentación de quedar bien y aparentar, de acumular méritos, buscar la eficacia o despreciar a los demás. Haz que descubra en mis limitaciones tu gracia, tu palabra, tu voluntad, para que emprenda la senda por donde tú me quieres llevar. Perdón, Señor… por mis actitudes de superioridad, de desprecio y de orgullo. por negarme a la comprensión, la misericordia y creerme el único justo. por mi autosuficiencia que me lleva a no tener en cuenta consejo alguno. por fijarme sólo en lo espectacular y lo llamativo, y no prestar atención a lo valioso que está escondido y oculto. ******************************** Ayúdanos, Señor, a salir… hacia la tierra de los pobres y marginados, y reconocer la presencia de Cristo en cada ser humano. hacia la tierra de los pueblos más alejados, para encontrar en ellos semillas del Reino que nos has anunciado. hacia la tierra de las familias que sufren, están divididas y pasando por momentos malos. Que sepamos ayudarlas para que no caigan en el desánimo. hacia la tierra de los enfermos y los ancianos para mostrarles apoyo y compañía con gestos sencillos y cercanos. hacia la tierra de los niños y jóvenes para educarles en valores profundamente humanos. hacia la tierra de la educación y la cultura para crear un mundo más justo y solidario. Señor, Dios nuestro: Tú eres bueno, eres fiel y misericordioso, y justo con todo lo que haces; mientras que nosotros te hemos traicionado y abandonado, hemos manipulado tu Buena Noticia y expoliado tu hacienda. Delante de todos los hermanos nos reconocemos pecadores y te pedimos perdón. Hemos clavado muchos clavos en el cuerpo de nuestros hermanos. Clavos de soberbia y de orgullo: nos creemos superiores. Clavos de envidia: hemos sido mezquinos. Clavos de lujuria: hemos buscado placeres sin medida. Clavos de avaricia y posesión de riquezas: no hemos compartido lo que tenemos. Clavos de gula: tenemos el estómago lleno. Clavos de miedo al compromiso: nos hemos refugiado en nosotros mismos. Clavos de ira: no hemos tenido paciencia ni ternura. Clavos de cobardía y pereza: hemos olvidado nuestras promesas bautismales. Nuestros pecados son martillazos que damos, sin piedad, a nuestros hermanos. Señor, escucha nuestra súplica arrepentida. Acógenos en tu regazo y danos un corazón nuevo. [F.U.] 30º Dom. T. O. Ciclo C Atreverme a ser lo que soy Que enmudezca mi boca. Salomé Arricibita https://youtu.be/Lekx2LS8m8w MIRADAS Y ESCUCHAS. Jesús es un gran observador, con una mirada profunda que penetra en el fondo de la realidad y de las personas. No se fija en lo aparente, espectacular o llamativo, sino en lo que está oculto, en lo que apenas se nota, en lo que nadie se da cuenta… pero que es lo más auténtico. Sabe descubrir dónde hay exhibicionismo y dónde hay sinceridad. No se deja convencer por las palabras bonitas, sino por la actitud interior con las que son pronunciadas. Y sabe escuchar, prestar atención, sintonizar con lo mejor que hay en el interior de cada uno. Ha aprendido de su Padre Dios a desoír el monólogo de los satisfechos y a saber captar la voz de los humildes y sencillos que ni siquiera se sienten merecedores de la misericordia de Dios. ¿Cómo son mis miradas y escuchas? ¿En qué me fijo, qué me pasa desapercibido, dónde, en qué, en quiénes pongo mi atención? POSTURAS. El evangelio de hoy es toda una muestra de actitudes a través de la descripción de las posturas, que completan las palabras de cada personaje. El fariseo, erguido, se exhibe, se muestra orgulloso, autosuficiente, “va sobrado”, despreciando, mirando por encima al que está a su lado. Su oración es un “postureo” de autocontemplación. Centrada en sí mismo (yo soy, yo hago, yo doy…) orgulloso de sus obras, no necesita a Dios, no le pide nada, se basta él solo. Cree que sus obras son suficientes. El publicano, inclinando, no se atreve a levantar la cabeza. No tiene nada que ofrecer a Dios, pero sí mucho que recibir de él: su perdón y su misericordia. Con humildad y sencillez, su oración está centrada, no en sí mismo, sino en Dios (“ten piedad de mí”): es la actitud del que no tiene nada y necesita todo. Se abandona por completo a Dios, reconoce su bondad y su amor. Todo lo espera de él. Dos formas de orar, dos imágenes de Dios, dos modos de relacionarse con él: desde el cumplimiento, la observancia, la legalidad, el ser vistos, el que nos recompensen… o desde la vivencia de la propia fragilidad, acogiendo el perdón, sin vanagloriarse de nada, sin condenar a nadie, desde la sinceridad… Delante de Dios no puedo presumir de nada. El no mira si cumplo normas, sino si mi vida está llena de amor y misericordia como su corazón. La parábola me invita a mirarme con sinceridad para ver qué tengo de fariseo y de publicano, y saber por dónde voy caminando. Si sé mirar a los demás con caridad, a Dios con humildad y a mí mismo con sinceridad teniendo presente mi pobreza, mi limitación, mi pecado… para llenarme de Dios y dejarme transformar. Presentarme tal cual soy ante Dios, no sólo me hará llenarme de su misericordia (que me da paz, serenidad y alegría) sino que también tendré una actitud más comprensiva con los demás y no seré tan autosuficiente. SALIDAS. La Jornada Mundial de las Misiones me invita este año a estar “en salida” para ir a todos los lugares donde la presencia del evangelio sea necesaria. “Salir de mi tierra” para llegar a otras “tierras”, otras realidades, otros ambientes… donde pueda llevar la Buena Nueva. El campo de actuación es amplio, y urgente la tarea. Y apoyar a todos los misioneros que “gastan” su vida con generosidad, gratuidad y entrega: orar por y con ellos, crear lazos y redes más estrechos, visitar sus comunidades, apoyar sus proyectos… de manera continuada.

Lectura del libro del Eclesiástico (35,12-14.16-18): El Señor es un Dios justo, que no puede ser parcial; no es parcial contra el pobre, escucha las súplicas del oprimido; no desoye los gritos del huérfano o de la viuda cuando repite su queja; sus penas consiguen su favor, y su grito alcanza las nubes; los gritos del pobre atraviesan las nubes y hasta alcanzar a Dios no descansan; no ceja hasta que Dios le atiende, y el juez justo le hace justicia. Salmo 33,2-3.17-18.19.23 R/. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha Bendigo al Señor en todo momento,  su alabanza está siempre en mi boca;  mi alma se gloría en el Señor:  que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.  El Señor se enfrenta con los malhechores,  para borrar de la tierra su memoria.  Cuando uno grita, el Señor lo escucha  y lo libra de sus angustias. R/.  El Señor está cerca de los atribulados,  salva a los abatidos.  El Señor redime a sus siervos,  no será castigado quien se acoge a él . R/.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (4,6-8.16-18): Estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. La primera vez que me defendí, todos me abandonaron, y nadie me asistió. Que Dios los perdone. Pero el Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén. Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,9-14): En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»