Construye tu propio camino en la vida

No seas tan severo contigo mismo

No te preocupes tanto por las cosas sin importancia

Siéntete libre

…sin perder tu rumbo

Pide ayuda cuando te sea necesario

Aprende a decir basta cuando sea demasiado

Pon tus manos a pintar un mundo mejor…

Déjate guiar por tus sueños

Y diviértete con tus amigos!

Deja de caminar en círculos

Elige ser, y no aparentar

Deja de tener miedo

Acepta verte tal como eres

Evita agarrarte a las cosas materiales

Dedícate el tiempo que mereces

Aprende a conocer el fondo de las cosas y no construir sus bases en falsas ilusiones

Acepta que el camino a veces se nos vuelve dificil

Que la luz te guíe, pero que no te encandile: sé realista

No te desanimes, aunque hayas perdido el ascensor…

…porque siempre habrá una escalera, ¡y la vista será espléndida!

Y nunca te olvides de ser feliz, porque la vida es más…

Hoy celebramos que hubo un hombre que llevaba estas palabras, estas imágenes, grabadas en el fondo de su corazón…

Que entendió que los jóvenes buscamos un lugar en el mundo, y llegar a viejos habiendo entregado la vida

Que ayudó a que otros pudieran encontrar su lugar, su vocación, en el mundo…

Un hombre, bueno y audaz

Un hombre con manos de trabajador, de operario…

Un hombre con el alma de cura, y solo cura…

Un hombre grande, con corazón de Jesús

Y llegó el día de mi muerte, el día de compartir la resurrección del Señor. Un 25 de enero de 1909. Sé que precisamente el Papa Pío X escribió “Después de implorar la paz de los justos para la bendita alma del venerado sacerdote Manuel Domingo y Sol, llamado por el Señor a recibir el premio correspondiente a sus virtudes y santas obras, hago votos para que sus plegarias en la presencia del Altísimo alcancen la gracia de que los sacerdotes de la Hermandad por él fundada le imiten en su ferviente piedad y sólida doctrina. Y bueno, aquí se cierra una parte de la historia, de mi historia en la tierra. Pero en la tierra los acontecimientos siguen y uno que me llenó de satisfacción y me hizo poner un poquito rojo, fue el día de mi beatificación. El 29 de marzo de 1987. En el balcón de la Basílica del vaticano de Roma pusieron un retrato mío. Mis ojos deseaban seguir mirando a mis operarios, a mis jóvenes, a mi gente. Y el Papa Juan Pablo II dijo que yo era Beato, y que era un modelo, y que podían poner mi nombre a Iglesias y que se me iba a rezar y a recordar un día al año… Y un verano de 1999, en España, un grupo de locos se reunió en el seminario de verano de los operarios, en una finca llamada El Reguero, para seguir ayudando a los jóvenes a encontrar su camino y su lugar en el mundo…

Mi Hermandad, vuestra Hermandad vive y trabaja hoy en Roma, Munich, México, Venezuela, Perú, Argentina, Brasil, en España y Portugal, en África: Republica Democrática del Congo y Ángola… Un mundo tan grande, con tantos jóvenes, con tanta vida y tantas necesidades. Por eso te invito a que tus pensamientos abarquen a los demás. Dios te llama cada día y además por tu nombre. Dejo mi firma, mi cariño, y mi Hermandad. Gracias por todo.