Miguel-A. “El mono en el bar”

Entra en un café un hombre llevando a un monito atado con una correa Entra en un café un hombre llevando a un monito atado con una correa. Se sienta, pide un whisky para él y un licuado de bananas para el simio. Y a continuación, suelta al mono para que saboree su consumición. El animal se toma el licuado de un solo trago, y, seguidamente, rompe el vaso en mil pedazos arrojándolo contra las baldosas del suelo, y comienza a correr por todo el bar, lanzando gritos, volcando mesas y sillas, y haciendo destrozos por todo el establecimiento.

Finalmente, el mono llega a la mesa de billar. se sube encima Finalmente, el mono llega a la mesa de billar... se sube encima... se para sobre ella... ve la bola número 9 sobre el paño... la agarra... la olfatea... la mete en la boca... y se la traga.

El dueño del bar, enfurecido, le recrimina al cliente: - ¡Óigame, usted! Ese mono suyo es un salvaje, primero me destroza el bar, y después se come mi bola de billar! ¡Les voy a echar a patadas a usted y a ese bicho de mierda!. - No se preocupe, amigo -contesta, avergonzado, el amo del mono al propietario del bar-. Yo le pago por todos los daños causados. Dicho esto, el hombre le entrega tres billetes... y se va sin preguntar por la cuenta ni esperar a recibir las vueltas.

Al cabo de una semana vuelven al mismo café el hombre y su monito atado con la correa. El hombre pide un whisky para él y un licuado de bananas para el mono. Como en la ocasión anterior, suelta al simio para que tome su licuado. Esta vez el animal parece que se comporta decentemente. Se toma su licuado lentamente y, después, se pone a caminar por el bar, examinando mesa por mesa, sin tocar ni romper nada.

En eso, el mono llega a una mesa donde hay dos clientes con sendos vasos, una botella de vino, y un platillo de aceitunas. De un salto, sube sobre la mesa... agarra una aceituna... la mira pausadamente bien mirada y remirada... y procede a metérsela en el culo con toda delicadeza. Luego la saca... la vuelve a mirar detenidamente... la mete en la boca... y se la traga.

El dueño del bar, indignado, otra vez, le recrimina al hombre: - ¡Oiga! ¡Ese bicho asqueroso suyo es un inmundo! ¿Ha visto usted lo que ha hecho? ¡Delante de todos mis clientes, se ha metido una aceituna en el culo, y después se la ha comido!. A lo que el dueño del mono le contesta: - Sí, mire, sí. Tiene usted razón. ¡Está muy feo! Pero tiene que comprenderlo: ¡con lo que le costó cagar la bola de billar de la semana pasada, ahora antes de comer cualquier cosa redonda, primero se la mide!.