Un día, desperté, y vi que en mi corazón querían entrar todos los chicos. Entonces, me asusté, (pero ahora lo sé: afloraba el don tuyo).
Un día, junto a mí, hallé hermanos del mismo resplandor –sangre entibiada– por ese mismo don, intentando gestar ese abrazo tan grande.
Y UN VÉRTIGO DE DIOS ME DIJO QUE DIOS ES ASÍ Y RESBALÉ POR SU MIRADA, Y MIRÉ AL MUNDO DESDE EL LUGAR DEL PADRE, DESDE LO PROFUNDO DE UN AMOR QUE HACER CRECER...
Un día desperté y vi que todos los chicos, en verdad, son nuestros hijos. Y canto a mi ciudad: “Vamos con ellos ya, todos son nuestros hijos”.
Y UN VÉRTIGO DE DIOS ME DIJO QUE DIOS ES ASÍ Y RESBALÉ POR SU MIRADA, Y MIRÉ AL MUNDO DESDE EL LUGAR DEL PADRE, DESDE LO PROFUNDO DE UN AMOR QUE HACER CRECER...
Un día, desperté.