“La intercesión de Nuestra Madre nos facilitará el camino, y nuestra piadosa devoción, filial amor y constante imitación os garantizará la imitación y perseverancia.” 12 de mayo de 1918

“Estamos en el mes de nuestra Madre, y hoy es la fiesta de nuestra Mareta en esa advocación que tan bien expresa el título con que nos heredó al pie de la Cruz donde moría Nuestro Redentor…” “… sed, pues, buenas Operarias de El Señor y buenas Hijas de Nuestra Madre; sed amparadoras, y que bajo el manto de las obras de vuestro apostolado encuentren la salvación todas esas almitas que la Providencia pone en vuestro camino.” 13 de mayo de 1917

“Era esa Virgen el amor de sus amores, para la que él soñaba con la realidad de aquel Monumental Templo en proyecto… Templo en proyecto a su Madre y Patrona de Desamparados…” Dr. José Calatayud Bayá, en el primer aniversario de su partida al cielo

Era esa Virgen flor en la tierra de su alegría. Bebió en su nombre las aguas puras de la bondad. Como Ella dijo todos sus sueños al infinito. Se echó en los brazos del Dios abierto en paternidad. Y ancló las alas de su mirada donde era triste, débil y pobre la humanidad. Era esa Virgen blanco estallido de primavera, azul celeste en la oscura noche de la verdad. Desde la infancia colgó en sus rezos el alma entera. Era esa Virgen enamorada de la Palabra su luz primera, Maestra- Madre de sus caminos y de su andar. (M.P.N.)

“que la humanidad acepte agradecida la Madre que con tanto amor nos dio Cristo desde la Santa Cruz, y que ya Dios misericordioso prometió a nuestros primeros padres; que la humanidad se aproveche de la Mediación de tal Madre: que la humanidad corresponda a vivir en la santa fe y pureza de costumbres que la Madre enseña.” 15 de septiembre de 1918

“…nuestra Madre, Purísima en su Concepción, y vive sin ningún privilegio, hasta se presenta a ser ¡purificada! Después de su milagrosa y divina maternidad, y la Iglesia de su Hijo tarda XIX siglos en proclamarla Inmaculada. Y en ese humilde secreto de su excelencia, ¿cuánto complace y agrada a Dios?... Pues, hijitas, es Nuestra Madre, aprendamos.” 8 de diciembre de 1918

“¡Y dónde mejor encontrar ejemplar y modelo que en Nuestra Madre y Maestra! Ella, la Purísima por excelencia, en quien admiramos la humildísima mansedumbre y el exquisito recato, la sencillez inefable y la cautela prudente, la naturaleza candorosa y el pudoroso recogimiento; Ella, humilde, natural y sencilla, pero digna, prudente y recatada: Ejemplar soberano de pureza, al que debemos amar entrañablemente y con esmero imitar.” 28 de noviembre de 1918

“¿Y de quién aprenderemos esta dulce mansedumbre activa con esmerado celo y al mismo tiempo abandonada y como olvidada de sí misma?... Bien lo sabéis: de Nuestra Madre y Maestra…” “Hijas mías, Nuestra Madre y Maestra es un constante y continuo ejemplar y modelo; ánimo, y a seguirla, que nuestras pequeñas acciones, al ser por Dios, se harán grandes.” 23 de marzo de 1919

“…su respuesta al “Ave María” es “hágase”… pero después de la Encarnación se ve cómo su vida es un constante y continuo olvido de sí misma, un absoluto abandono en la ciega obediencia, a la que sirve con celo esmerado y perfecta actividad…” 23 de marzo de 1919

“Mi muy carísima hija en Cristo Matilde: Está tranquila; Dios me va enviando noticias de que la disolución de este cuerpo se va acercando y debemos alegrarnos. ¡Cuántos no han llegado a mis años ni han visto los frutos de Dios que yo he podido ver! Cumplamos con gozo la voluntad de Dios.” 30 de abril de 1941 El 1 de mayo, a la una de la tarde, le cogió el ataque a D. Miguel Fenollera en el Ayuntamiento y el día 3 de mayo de 1941, sábado, a la una de la tarde, pasó a mejor vida.

“Era la una de la tarde …cuando abandoné la cabecera de la cama de aquel ilustre enfermo… y media hora más tarde… comparecía ante la Justicia Infinita de Aquel que, por ser en día sábado, tenía que ejecutarla bajo la mirada de dulzura y conmiseración de su amantísima Madre la Virgen Santísima, que no os quepa la menor duda, se llevó de la mano a vuestro Fundador para sentarlo a su lado y que gozara de los que bienaventuranza eterna…” Dr. D. José Calatayud