4º Dom. Pascua. Ciclo C Voz que me guía  FIDELIDAD Y CONSTANCIA. Las primeras comunidades cristianas tuvieron que hacer frente a dificultades, retos, contrariedades, rechazos, indiferencias, persecuciones… así aparece en la primera y segunda lecturas. Y, sin embargo, eso no les hizo abandonar, esconderse, echarse atrás, dejarse vencer por el desánimo, diluir su identidad… Al contrario, muestran valentía, entusiasmo, seguridad… ¿Qué retos y dificultades se presentan hoy en nuestras comunidades? ¿Qué nos exige el ambiente cultural en el que estamos? ¿Cuál es la manera más adecuada de responder? ¿Hay entusiasmo, vitalidad, ganas de comunicar lo que vivimos y lo que nos da sentido, alegría, identidad? ¿Se nos ha ido apagando la fe, aletargando la vida cristiana y por eso ya no somos capaces de contagiar admiración y atracción por el evangelio? ¿Cómo ando de fidelidad y constancia para mantener, profundizar, actualizar… mi fe?  ESCUCHAR. Es lo primero que me pide Jesús para afrontar la situación actual: estar atento a su voz y a su mensaje. Hay muchas voces, muchas ofertas, muchos mensajes, muchas propuestas… con las que me encuentro cada día. ¿A qué presto más atención? ¿Qué es lo que más me atrae? ¿Me conduce a una mayor y mejor realización como persona y como cristiano? ¿Qué tengo que hacer para escuchar mejor a Jesús y vivir con mayor decisión su Evangelio? ¿Cómo puedo cuidar y cultivar la capacidad de escucha (de la Palabra, de las personas con las que convivo, de lo que ocurre a mi alrededor…)?  CONOCER. Tiene mucho que ver con crear intimidad, establecer relación, estrechar lazos, profundizar, encuentros, mostrar disponibilidad, dedicar tiempo… desde lo más sencillo, lo más cotidiano, las pequeñas cosas que van pasando. ¿Cómo puedo conocer mejor a Jesús: oración, meditación, reflexión, estudio, lecturas…? ¿Qué puedo hacer para que su mensaje me llegue al corazón, responda a mis búsquedas, inquietudes, vacíos, deseos de plenitud? ¿Qué huella va dejando en mi vida la relación personal con Él?  SEGUIR. Tiene mucho que ver con el deseo de hacer presente el mensaje de Jesús en mi vida, encarnarlo en la realidad que vivo cada día, teniendo sus mismos sentimientos y actitudes, haciendo sus mismas opciones, siendo “altavoz” de sus propuestas y acompañando a las personas como Él lo hacía: desde el respeto y la acogida, desde la exigencia y la mano tendida, desde la misericordia y generosidad compartida, desde el empeño de no dar a ninguna persona por perdida… Jesús es el Buen Pastor, compañero fiel y constante que me conoce y quiere contagiarme de su amor, de su paz, de su fortaleza, de su alegría… Si supero los miedos y las inercias, las rutinas y las comodidades y tengo la valentía de escuchar su voz y seguirle puedo encontrarme con una bonita sorpresa: comenzar a vivir con más plenitud, con más confianza, de una manera nueva. Jesús, deseo escuchar tu voz: la voz que llamó a Pedro, a Santiago y a Juan; la voz que escucharon las gentes de Galilea, la voz cercana y amiga a los pecadores de siempre, a los pobres de toda la vida, y a los tirados en las cunetas de la vida. La voz que los cautivó, los levantó del suelo y les dio una esperanza para vivir y morir. Jesús, deseo escuchar tu voz: en la vida de la gente sencilla que te lleva en el corazón, en los que, como tú, hacen oír su voz a favor de los pobres, en los que, en la sombra y en silencio, trabajan por la paz, en los que buscan un sentido y no pierden la esperanza, en los que perdonan, a pesar de todo, en los que, sin pregonar su fe, aman y se dan, sin más. [J.G.] Señor, estamos aquí, reunidos en tu nombre, para escuchar tu Palabra de vida en nuestra realidad de todos los días y en la realidad de la Biblia. Queremos que tu Espíritu nos ilumine y guíe para que tu voz no nos pase desapercibida, para que resuene con fuerza y capte nuestro corazón, para que rumiemos con ganas lo que hoy nos dice, para que encontremos sabor a tu Buena Noticia. Que la escucha de tu Palabra nos desvele un poco más, a través de la reflexión, el diálogo y el silencio, que Tú eres el camino, la verdad y la vida, y que nos ayude a verte en la realidad cotidiana, para que podamos vivir, todos los días, con la esperanza y la alegría firme de tenerte a nuestro lado. Ahora que queremos y necesitamos ver, juzgar y actuar, convierte nuestra mirada en luz, nuestros juicios en elección, nuestro actuar en compromiso, y todas nuestras palabras y silencios en oración. Perdón, Señor… -porque mis intereses, caprichos y comodidades me impiden escuchar tu voz. -porque mis egoísmos no me dejan entregarme con generosidad y dedicación. -porque me cuesta hacer de tu Palabra el centro que guíe y oriente mi vocación. -porque no pongo todo de mi parte para conocerte, amarte y seguirte mejor. ************************** Jesús, Buen Pastor…  acompaña a la Iglesia para que lleve a cabo su misión.  orienta el camino de los que están discerniendo su vocación.  cura las heridas de quienes viven la enfermedad y el dolor.  protege a los misioneros para que anuncien con valentía tu reino de amor.  ilumina a los gobernantes para que tomen las decisiones adecuadas para la construcción de un mundo mejor.  defiende la causa de los pobres, de los que sufren, de los que padecen las causas de la opresión.  alimenta el amor de las familias para que crezcan en el diálogo y la comunicación. Almudena. Adéntrate en mis aguas Guíame, Señor, por tus senderos para que vaya descubriendo mi verdadero centro que me haga comprender cuanto soy y cuanto tengo. Edúcame, Señor, en la escucha y el silencio para saber profundizar todo lo que me va ocurriendo. Ilumíname, Señor, para que me mantenga despierto y sepa discernir los signos de los tiempos. Llámame, Señor, de nuevo, sigue pronunciando mi nombre e invítame a ir a tu encuentro para que tu vida y tu mensaje sean mi verdadero alimento. Enciende en mi corazón el ardor de tu fuego que ponga ganas y pasión en todo lo que voy haciendo. Enséñame, Señor, a descubrir la grandeza de lo pequeño, el valor de lo escondido y la fecundidad del esfuerzo. Gracias, Señor, por acompañar mi vida y ser mi más sólido fundamento.

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13, ): En aquellos días, Pablo y Bernabé desde Perge siguieron hasta Antioquia de Pisidia; el sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. Muchos judíos y prosélitos practicantes se fueron con Pablo y Bernabé, que siguieron hablando con ellos, exhortándolos a ser fieles a la gracia de Dios. El sábado siguiente, casi toda la ciudad acudió a oír la palabra de Dios. Al ver el gentío, a los judíos les dio mucha envidia y respondían con insultos a las palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé dijeron sin contemplaciones: «Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: "Yo te haré luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el extremo de la tierra."» Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y los que estaban destinados a la vida eterna creyeron. La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas y devotas y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron del territorio. Ellos sacudieron el polvo de los pies, como protesta contra la ciudad, y se fueron a Iconio. Los discípulos quedaron llenos de alegría y de Espíritu Santo.

Salmo 99,2.3.5 R/. Somos su pueblo y ovejas de su rebaño Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores. R/. Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo, y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño. R/. «El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades.» R/. Lectura del libro del Apocalipsis (7,9.14b-17): Yo, Juan, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y uno de los ancianos me dijo: «Éstos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios, dándole culto día y noche en su templo. El que se sienta en el trono acampará entre ellos. Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugara las lágrimas de sus ojos.

Lectura del santo evangelio según san Juan (10,27-30): En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»