Gálatas 5:22-23 / 1ª Corintios 13:4-8 Jesús ascendió al cielo hace como 2 mil años. Algunos, por el poder del Espíritu Santo, han desarrollado un carácter tan parecido al de El que la gente dice ver a Jesús en ellos. En esta lección final, consideraremos los rasgos de carácter de un genuino seguidor de Cristo.

Veremos la forma en que el Espíritu Santo desarrolla el Fruto en el creyente. El apóstol Pablo lo llama “el Fruto del Espíritu”. Puede resumirse todo en una sola palabra: AMOR. Son los atributos de Dios que produce el Espíritu Santo en la vida del creyente.

Es fácil, sin embargo, atascarnos en el hacer y olvidarnos de algo que es vital para los cristianos: ¡Ser es más importante que hacer! En otras palabras, lo que somos sobrepasa lo que decimos o hacemos. Pablo escribió acerca de los dones en 1ª Corintios 12 y 14, pero ¿porqué entre estos capítulos nos habla del amor? Si lee los primeros tres versículos observará que Pablo usa verbos conjugados en primera persona.

¿Qué es lo que nos está diciendo? Lo que soy es de mayor importancia que lo que he dicho o hecho. El hacer algo para Dios beneficia a otros, pero ser como Dios, me beneficia a mí. Todo es importante, pero hacer sin ser, nos lleva a ser de bendición y perdernos en el camino. Si sustituimos la palabra amor por carácter cristiano, comprenderemos mejor.

Mi testimonio viene a ser como los címbalos o metales que resuenan llamando a la gente a los templos vacíos de los paganos. Mi verdadera naturaleza no concuerda con mi testimonio. El Espíritu Santo ha venido al templo de su cuerpo y desea producir allí el fruto del Espíritu. Entonces cuando testifique de los que Dios puede hacer en la vida de quienes le reciben, será un ejemplo viviente de su testimonio.

Hechos 6:8 al 7:3 y 7:54 al 60 nos hablan de Esteban y de como su carácter cristiano respaldó su testimonio.

Los dones son esenciales en la vida de la iglesia. Sin embargo, sin el carácter cristiano estamos vacíos delante de Dios. Cuando comparezcamos ante nuestro Maestro seremos juzgados según lo que somos y recompensados por que hemos hecho (Mt 24:45-51). El mensaje de Pablo es que en el reino de Cristo lo que somos cuenta más que lo que hemos hecho. Jesús afirmó esta verdad cuando dijo… (Mt 7:16)

Entonces agregó… (Mt 7:22-23) Como parte de la adoración, el servicio a Dios constituye el ministerio más sublime que una persona pueda llevar a cabo. El miembro de la iglesia tiene la misma oportunidad de ser semejante a Cristo que el más alto oficial de la misma. Ambos poseen el mismo Espíritu Santo en el templo de sus cuerpos y Él desea producir en ellos el fruto del Espíritu.

1.Isaías 58:6-11 ¿Qué tipo de sacrificio requiere el Señor de su pueblo escogido? Debemos proveer comida, refugio y ropa a los pobres y ayudar a liberar a los oprimidos. 2. Mateo 25:35-46 ¿Cómo describe Jesús el sacrificio de los justos? El dice que cuando alimentamos y vestimos a los pobres y cuidamos a los enfermos y encarcelados, estamos cuidando de sus necesidades. El se identifica tanto con los necesitados que nuestra ofrenda a ellos le toca personalmente.

3. 1ªJuan 3:16-18 ¿Cómo está unida nuestra ofrenda a aquellos en necesidad con el fruto del Espíritu? El verdadero amor, que es el fruto del Espíritu, se expresará cuidando de las necesidades de otros creyentes. 4. Santiago 2:14-18 Si una persona produce el fruto del Espíritu ¿cómo este será manifestado? No puede haber fruto del Espíritu sin la manifestación externa del mismo descrita en Is 58, Mt 25 y 1 Jn 3

5. Mateo 7:15-23 ¿Cuál es la relación del Fruto con los dones del Espíritu? Para que el ejercicio de los dones espirituales sea aceptable al Señor, estos deben ser motivados por el fruto del Espíritu producido en la vida de los creyentes. Dios ama al pobre. A través de lo escrito por el apóstol Santiago, advierte que en los últimos días los ricos llorarán y se lamentarán. ¿Por qué? Por la forma en que han oprimido al obrero pobre, quien no ha recibido el sueldo merecido. Sgo 5:1-4

A Dios le agrada cuando la riqueza se comparte con los necesitados. El dar o repartir el pobre se acerca más a la manifestación del carácter cristiano que hablar en nombre de Dios, o ejercitar otros dones, pero no está a la altura de la norma del fruto del Espíritu. Lo que usted dé beneficiará seguramente al pobre, por lo menos temporalmente. Pero su motivación para dar debe provenir de la naturaleza de Cristo en usted, si desea que se le tome en cuenta cuando comparezca ante Él.

La mención que Pablo hace de entregar su cuerpo para ser quemado (1 Co 13:3) no sabemos si se refería al martirio, o a cierta clase de autoinmolación por una causa religiosa, la cual era común en aquellos días. Pero cualquiera que hubiera sido la causa, en esencia estaba diciendo: “Incluso si me someto a la muerte más dolorosa posible para demostrar mi dedicación religiosa, si no poseo el fruto del Espíritu, carácter cristiano, de nada me sirve.”

El verdadero carácter cristiano se expresa en el fruto del Espíritu, que se resume en amor. Del amor emanan todos los otros atributos de Dios que se desarrollan en el creyente por el Espíritu Santo que mora en el corazón. Por ello a 1 Co 13:4-8 se le llama la norma o la medida de Dios de un creyente verdadero. La palabra amor en este pasaje se traduce del vocablo griego agape. Esto significa amor que fluye directamente de Dios como dice Ro 5:5

Es una amor tan profundo que le hizo a Dios enviar a su Hijo unigénito como sacrificio por nuestros pecados (Jn 3:16). Es el amor de Cristo por nosotros como dice 1 Jn 3:16 y Jn 15: Si usted posee esta clase de amor, que es verdadero carácter cristiano, será usted paciente (1 Co 13:4-7). Pase por lo que pase, no perderá los estribos ni dirá ni hará algo de los cual después se lamente. Será usted benigno con aquellos que le hacen daño.

No envidiará los puestos o las posesiones de los demás, sino que se contentará con la provisión de Dios para usted. No se vanagloriará por sus logros, sino que dejará que otros labios le alaben, y usted le dará la gloria a Dios. No se llenará de orgullo, porque sabe que todo lo ha obtenido como don de Dios, y sólo por su fortaleza hace usted lo que hace.

No será usted grosero. El verdadero creyente trata a todos con respeto independientemente de su posición o nivel en su vida. No será egoísta, sino que pondrá a Dios en primer lugar y a otros en segundo antes que usted. No será sensitivo di dado a la ira fácilmente, sino que adoptará la práctica de no sentirse ofendido por nada.

No guardará un registro de los males que le hayan causado, sino que siempre perdonará rápidamente. No se gozará en el mal de ninguna clase, sino que recordará que Cristo estuvo dispuesto a sufrir por el pecado. Se regocijará en la verdad. Siempre protegerá lo recto. Siempre confiará y creerá en lo verdadero. Siempre esperará lo que Dios ha prometido. Siempre perseverará soportándolo todo hasta que su fe se cristalice.

Jesús no nos pide nada que no haya hecho ya Él mismo, y lo hizo en el poder del mismo Espíritu Santo que habita en nosotros. Cristo es nuestro ejemplo. No nos es posible imitarle ni copiarle por nuestras propias fuerzas. Debemos permitir que nos conforme a su imagen por el Espíritu Santo. Somos partícipes de su naturaleza (2 P 1:4) El grado en el cual participamos determinará cuan cerca estemos de la medida de una persona perfecta en Cristo.

Pablo dice que seremos juzgados a través de Cristo, por su evangelio (Ro 2:16). Quizá 1 Co 13 será el mismo pasaje que usará Cristo en el juicio como base para seleccionar a quienes ocuparán puestos de responsabilidad en su reino venidero. Esta definición del fruto del Espíritu que Pablo nos ha dado podría ser un autoexamen, el cual podríamos estudiar con tanta frecuencia como lo deseemos con el fin de prepararnos para nuestro examen final.

Todo lo que Dios demanda en el carácter cristiano se presenta en estos pasajes bíblicos que hemos estudiado como fruto del Espíritu. Todos son atributos de Dios, sus rasgos característicos. Usted no puede producirlos por su propio esfuerzo. Debe permitirles que crezcan como resultado de su relación con el Espíritu Santo. El los producirá en usted.

Lea 1 Co 13:8. Los dones espirituales cesarán ya que no se los necesitará más. El carácter cristiano es la única parte de la eternidad que usted posee ahora. ¿Por qué los dones espirituales no serán más necesarios en la eternidad? Lea 1 Co 13:9-12. En la eternidad estaremos en la presencia de Cristo y no necesitaremos las revelaciones parciales de Él provistas mediante los dones espirituales.

A diferencia de los dones espirituales, el fruto espiritual indica la madurez espiritual. Leamos 2 Pedro 1:5-8. Al desarrollar estas virtudes, estamos siendo cambiados y creciendo en madurez espiritual. Como hijos de Dios pasamos por varias etapas de madurez espiritual. El tiempo que cada uno de nosotros ha sido cristiano, sin embargo, tiene poco que ver con la etapa de nuestra madurez espiritual.

Esta progresa conforme cooperamos con el Espíritu Santo y le permitimos desarrollar el fruto del Espíritu, o carácter cristiano, en nuestra vida.