“El perro en la carnicería” Miguel-A. “El perro en la carnicería”
Un carnicero estaba atendiendo su negocio, y se sorprendió al ver entrar un perro en la carnicería. Lo espantó, pero el perro volvió enseguida.
Nuevamente intentó espantar al perro, cuando se dio cuenta de que traía una nota en el hocico.
Tomó la nota y leyó: “¿Podría mandarme 12 salchichas y una pierna de cordero, por favor?”. El perro también traía dinero en el hocico, un billete de 100 euros. Cogió el dinero y colocó las salchichas y la pierna de cordero en el hocico del perro. El carnicero estaba muy impresionado y, como ya era hora de cerrar el negocio, decidió seguir al perro.
El perro comenzó a bajar por la calle El perro comenzó a bajar por la calle. Cuando llegó a un semáforo, brincó y apretó el botón para cruzar. Esperó pacientemente, con la bolsa en el hocico, a que el semáforo se pusiera en rojo para poder cruzar. Y luego travesó la calle hasta una parada de autobús. Mientras, el carnicero iba siguiéndolo de cerca.
En la parada, el perro miró hacia el horario, y se sentó en el banco a esperar al autobús. Cuando llegó uno, tras cerciorarse de que no era el autobús correcto, siguió esperando al indicado.
Llegó otro autobús, y volvió a mirar Llegó otro autobús, y volvió a mirar. Vio que ese sí era el correcto, y entró. El carnicero, boquiabierto, siguió al can. De repente, el can se levantó y, erguido sobre las patas traseras, tocó el timbre para descender, todo ello con la bolsa en el hocico.
El perro, y detrás el carnicero, fueron caminando por la calle, hasta que el perro se detuvo en una casa. Golpeó la puerta, nadie respondió. Entonces, el perro saltó una cerca, y fue hasta la ventana. Allí comenzó a tocar varias veces con la cabeza en el cristal.
El carnicero corrió hasta el hombre para impedirlo, diciéndole: El perro regresó a la puerta de nuevo. Abrió un hombre, y comenzó a gritar y a golpear al perro. El carnicero corrió hasta el hombre para impedirlo, diciéndole: - ¡Por Dios amigo! ¿Qué es lo que está usted haciendo? ¡Su perro es un auténtico genio!. - ¿Un genio? -respondió el hombre-. ¡Ya es la segunda vez en esta misma semana que el muy cabrón se olvida las llaves!.
Moraleja: Puedes continuar excediendo las expectativas en tu trabajo, pero a los ojos de un jefe cabrón, siempre estarás por debajo de lo que él quiere.