“A DIOS ROGANDO Y CON EL MAZO DANDO” DE LA INDIFERENCIA AL COMPROMISO MISERICORDIOSO CONVERSIÓN PARA LA MISIÓN Y MISIÓN PARA LA CONVERSIÓN

« Acuérdate, Señor, de tu misericordia y de tu amor; que son eternos » (Sal 25,6) ORACIÓN

“y, acercándose, vendó sus heridas…, lo montó sobre su cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él… Vete y haz tú lo mismo”. (Lc 10,33-37)

 Dos hermanos, el uno soltero y el otro casado, poseían una granja cuyo fértil suelo producía abundante grano, que los dos hermanos se repartían a partes iguales.  Al principio todo iba perfectamente. Pero llegó un momento en que el hermano casado empezó a despertarse sobresaltado todas las noches, pensando: “No es justo. Mi hermano no está casado y se lleva la mitad de la cosecha; pero yo tengo mujer y cinco hijos, de modo que en mi ancianidad tendré todo cuanto necesite. ¿Quién cuidará de mi pobre hermano cuando sea viejo? Necesita ahorrar para el futuro mucho más de lo que actualmente ahorra, porque su necesidad es, evidentemente, mayor que la mía”.  Entonces se levantaba de la cama, acudía sigilosamente adonde su hermano y vertía en el granero de éste un saco de grano.  También el hermano soltero comenzó a despertarse por las noches y a decirse a sí mismo: “Esto es una injusticia. Mi hermano tiene mujer y cinco hijos y se lleva la mitad de la cosecha. Pero yo no tengo que mantener a nadie más que a mí mismo. ¿Es justo, acaso, que mi pobre hermano, cuya necesidad es mayor que la mía, reciba lo mismo que yo?”. Entonces se levantaba de la cama y llevaba un saco de grano al granero de su hermano. Un día, se levantaron de la cama al mismo tiempo y tropezaron uno con otro, cada cual con un saco de grano a la espalda.  Muchos años más tarde, cuando ya habían muerto los dos, el hecho se divulgó. Y cuando los ciudadanos decidieron erigir un templo, escogieron para ello el lugar en el que ambos hermanos se habían encontrado, porque no creían que hubiera en toda la ciudad un lugar más santo que aquél.  En pequeños grupos puede compartirse las opiniones sobre las siguientes cuestiones. ¿Qué aprendizajes de te deja ese cuento?, ¿has tenido experiencias similares?, ¿Cómo se relaciona el amor a Dios con el amor al prójimo? ¿Qué nos lleva a ser indiferentes ante las situaciones dolorosas de nuestro tiempo? I. VER/ESCUCHAR

 En el itinerario de preparación a la Asamblea Diocesana 2015, teniendo como telón de fondo el pasaje la parábola de El Buen Samaritano (Lc 10, ). El P. Adalberto Maximiliano Ángel nos proporcionó una reflexión sobre lo que significa ver y no ver en la Sagrada Escritura. II. JUZGAR/DISCERNIR DESDE LA PALABRA

Ver es una esta actitud o capacidad que de entrada nos pone en contacto con la realidad, pero cuando lo visto conmueve nuestras entrañas, entonces no hay lugar para la indiferencia sino para la misericordia que sana y transforma.

VER Y CONMOVERME SE LLEVA A HACERME PRÓJIMO.

Repetidas ocasiones el Señor Jesús manifestó que la fe no puede quedarse en palabras, rezos prolongados o cumplimientos externos de los preceptos sino que ha de traducirse en obras concretas.

De qué servirá pues una fe sin obras, una fe que no ilumina, libera ni se compromete. Esta concia de la proyección social de la fe,

 En Jesús se hace visible y cercana la misericordia de Dios Padre. Todo en Él es misericordia, sus palabras, sus gestos y actitudes. El reino de Dios que predica, vive y testimonia es la iniciativa compasiva de Dios al que se puede llamar Padre para congregar a sus hijos en una comunidad de hermanos. El Reino es la buena noticia del Dios Bueno que quiere estar cerca, especialmente de quienes sufren, y el cambio que esto suscita en los corazones que se abren para vivir como hijos libres de Dios y como hermanos de su prójimo. A Jesús los mueve el amor misericordioso ante la necesidad del otro. II. JUZGAR/DISCERNIR

El reino es la buena noticia del Dios Bueno que quiere estar cerca, especialmente de quienes sufren, y el cambio que esto suscita en los corazones que se abren para vivir como hijos libres de Dios y como hermanos de su prójimo. A Jesús los mueve el amor misericordioso ante la necesidad del otro.

La situación de nuestra gente, en la actualidad, es alarmante. La forma en la que se vive y el afán hacia la ciencia han creado personas que miran hacia sí mismas sin importarles los que están a su lado. DESDE EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA

El consumismo ha creado ideas de que, mientras sirva, es valioso. No existe el fin último. Todo es aquí y ahora. Todo “es” dependiendo de lo que “es” para mí. Subjetivismo y relativismo a la orden del día.

CADA VEZ MÁS DESAPARECE O SE DEBILITA LA CONCIENCIA DE GRUPO.

Este volverse hacia sí mismo, este egoísmo existencial, lleva necesariamente a la indiferencia y ésta a la ignorancia.

“Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida.” (MV2). DICE EL PAPA FRANCISCO:

Abramos el corazón hacia esos abandonados por la sociedad indiferente; que seamos voz de aquellos que han sido silenciados; que curemos las heridas y seamos solidarios y atentos a los dolores de nuestra gente.

Que “no caigamos en la indiferencia que humilla, en la habitualidad que anestesia el ánimo e impide descubrir la novedad, en el cinismo que destruye; que abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo.

Las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad; que nos sintamos provocados a escuchar su grito de auxilio; que nuestras manos estrechen sus manos, y los acerquemos a nosotros para que sientan el calor de nuestra presencia.

¡Que seamos misericordiosos con el hombre en todas sus condiciones, en todas sus debilidades, en todas sus necesidades!

Señor, haz de mi un instrumento de tu paz. Que allá donde hay odio, yo ponga el amor. Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón. Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión. Que allá donde hay error, yo ponga la verdad. Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe. Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza. Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz. Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría. ORACIÓN FINAL

Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar, ser comprendido, cuanto comprender, ser amado, cuanto amar. Porque es dándose como se recibe, es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo, es perdonando, como se es perdonado, es muriendo como se resucita a la vida eterna.