Del Libro de Sor Anne Prévost, H.C.

Nacida el 2 de Mayo de 1806,en un pueblo de Borgoña,Fain-les-Moutiers, Catalina Labouré vive 9 años de felicidad tranquila entre sus hermanos y hermanas y unos padres que se quieren. Catalina es la octava de los diez hijos que sobreviven. De esta familia de labradores, católicos practicantes, Catalina saca fuerza,equilibrio,alegría y una buena salud psicológica. Es una niña alegre,sensible,robusta y trabajadora. Tiene ya una fuerte voluntad, y hasta cierta obstinación. Sus padres le enseñan unos valores sólidos: respeto a los demás,rectitud,el compartir, el amor por el trabajo bien hecho.

En 1815,su madre,Madeleine,muere. Catalina llora. Huérfana,escoje a la Virgen María por madre. Catalina se siente más fuerte: María también sufrió al pie de la cruz. María va a ayudarla no a lamentarse, sino a responsabilizarse de su propia vida. Cuando tiene doce años, su hermana mayor deja la casa para ser Hija de la Caridad. Catalina decide encargarse entonces de llevar la casa de labranza junto con su hermanita Tonina. A pesar del tiempo que pasa en aquellos duros trabajos, continúa rezando cada día y asistiendo a Misa. Y un día confía a Tonina su deseo de ser religiosa, pero no sabe donde ni como.

Y, una noche, Catalina tiene un sueño extraño, uno de esos que en el evangelio se llaman “sueños” y cuyo significado comprenderá sólo más tarde. Estaba rezando en la Iglesia de Fain. Un sacerdote anciano se dirige al altar y comienza a celebrar la Misa. Su mirada me encantaba. Al final de la Misa, me hace señas para que me acerque y me dice : “Un día te alegrarás de venir a mí, Dios tiene sus designios sobre ti.” ¿Qué quiere decir esto? Catalina no comprende y continúa con los trabajos de la casa.

A los 18 años, liberada de las obligaciones familiares, puede al fin ser escolarizada. Va a un pensionado a Chantillón-sur- Seine. Durante su estancia allí, descubre por casualidad, en la casa de las Hijas de la Caridad de la ciudad, un cuadro de San Vicente de Paúl, el sacerdote que había visto en sueños y cuyo significado comprender ahora: Dios la llama a ser Hija de la Caridad.

Cuando Catalina manifiesta a su padre el deseo de ser religiosa, éste se opone y la envía a París a casa de su hijo mayor,Carlos,que se había quedado viudo, para que le ayudara a llevar su restaurante popular. Empleada como cocinera y sirvienta, descubre la miseria de los trabajadores sin empleo, de las familias sin dinero y de los niños que trabajan en las fábricas desde los siete años de edad. Poco después de que Carlos contrajera segundas nupcias, el padre acepta que Catalina comience su postulantado con las Hijas de la Caridad.

En Abril de 1830,Catalina llega a la Casa Madre de las Hijas de la Caridad, calle del Bac, en París, para vivir un tiempo de formación (el seminario). Mujer entusiasta, canaliza todas sus fuerzas vivas al servicio de los demás. Mujer de oración, saca de los corazones de Jesús y de María el amor infinito de Dios, que ella comunica después a través de la calidad de su presencia y a través de las humildes tareas del servicio cotidiano.

Su entusiasmo por Dios es tan fuerte que llega a entrevistarse de una manera privilegiada con la Virgen María en la capilla. El primer encuentro en la noche del 18 de Julio dura dos horas y media aproximadamente.

“Haz acuñar una medalla según este modelo. Las personas que la lleven con confianza recibirán abundantes gracias”. Cuatro meses más tarde, el 27 de Noviembre, Catalina recibe el encargo de transmitir un mensaje:

Catalina confía lo que ha visto a su confesor. Este permanece escéptico al escuchar el relato y le pide que olvide esas visiones. Catalina obedece. Sin embargo una voz interior la apremia a transmitir el mensaje al sacerdote, que por fin pide consejo al arzobispo de París. Este le responde: “Que se difunda esta Medalla sencillamente. Se juzgará el árbol por sus frutos”.

Las apariciones no son un paréntesis en la vida de Catalina, son una luz para su vida de servicio. Después de su tiempo de formación, Catalina va destinada, el 5 de Febrero de 1831,a un barrio pobre al sudeste de París, para servir a los ancianos del hospicio de la calle Picpus,en Reuilly.

En las apariciones, María, había revelado a Catalina el rostro de Dios y ahora aprende a reconocerlo en la vida cotidiana en el rostro de las personas, especialmente de las que sufren. Gracias a María,Catalina,humilde sierva, descubre cuál es la dignidad de esas personas a los ojos de Dios. A su vez quiere que los ancianos descubran su propia dignidad como personas humanas que son y su grandeza ante los ojos de Dios. Hasta los más desagradables tienen derecho a su respeto. Cada uno es una persona que merece toda su atención.

Catalina no se limita al servicio de los ancianos del asilo sino que está atenta a las necesidades y a las múltiples miserias de las familias del barrio. Conoce el trabajo abrumador de las familias obreras, sus viviendas insalubres, la miseria psicológica, la angustia de las familias que van a ser expulsadas.

Catalina no va a hacer cosas extraordinarias. Su santidad es la de la vida de cada día: ir al encuentro de las personas, compartir sus alegrías, sus sufrimientos y sus esperanzas, volver a hacer día tras día el mismo trabajo, compartir su afecto con todos, especialmente con los que sufren….Su amor la hace inventiva para buscar con ellos respuestas adaptadas a los problemas de cada uno.

Catalina lleva a cabo su cometido con dos actitudes muy difíciles de conciliar: bondad y firmeza. Bondad ante la carencia que hay que colmar, pero firmeza para que las personas se responsabilicen de si mismas, progresen y conserven su dignidad. Para Catalina, dar afecto, servir y anunciar el evangelio, es todo uno. Cuando es posible, habla del amor de Dios, con sencillez, a todos aquellos con quienes trata. Cuando las personas viven sin referencia a Dios, las acoge con el mismo afecto, sabiendo reconocer al espíritu de Dios que actúa ya en ellas. Ora intensamente por los pobres y en su nombre.

Después de pasar 46 años junto a sus hermanas que vivían en situación de dificultad, Catalina muere el 31 de Diciembre de 1876,a los 70 años de edad. Con su vida de servicio humilde y sencillo, nos transmite lo esencial del cristianismo. Catalina fue una persona profundamente evangélica que supo compartir los problemas de su tiempo. Después de su muerte un cortejo triunfal la acompaña hasta la tumba, en una cripta. Este cortejo que reúne a todas las clases de la sociedad, y a personas de toda edad, es el símbolo de la pasión de esta humilde Hija de la Caridad por restablecer la comunión entre todos y por trabajar sin cesar para que cada uno encuentre su lugar en el mundo nuevo.

Catalina no es solamente una “vidente” sino también y sobre todo una “creyente”. Al compartir lo que hay en lo profundo de su corazón con los pobres, Catalina les hace participar del amor de Dios que invade su corazón. Catalina fue beatificada el 28 de Mayo de 1933, y canonizada por Pío XII el 27 de Julio de Su Santidad autentificó el mensaje confiado a Catalina en las apariciones de 1830.

Encargada por la Santísima Virgen de llevar la Buena Noticia del Evangelio a los hombres de su tiempo, Catalina nos dice también hoy que, si lo deseamos, la santidad en la vida cotidiana es posible para cada uno de nosotros.

IMÁGENES : DE INTERNET Y PERSONALES: TOMADAS DURANTE MI ESTANCIA EN PARÍS EN EL “MES VICENCIANO”-SEPTIEMBRE DEL 2010 TEXTO : DEL LIBRO DE SOR ANNE PRÉSVOST, H.C. MÚSICA :VENID AL PIE DE ESTE ALTAR.WAV (JOHN MACHAS C.M.) BAJADA DE VICENCIANOS.ORG ADAPTACIÓN: Sor María Vicenta Díaz HC GRACIAS POR RESPETARLO INTACTO