Te hemos creado para servirme, para glorificar Mi Palabra y proclamar Mi Causa. Concentra tus energías sólo en aquello para lo que has sido creado en virtud de la Voluntad del Ordenador supremo, el Antiguo de los Días.
La Revelación de Bahá`u`lláh.Vol. 4 Adib Taherzadeh Tablas dirigidas a Varqá. Pag
En anteriores volúmenes hemos afirmado que la única estación que Dios ha destinado para el hombre en esta vida es la del servicio. Grandes serán los poderes que se han de tender desde lo alto sobre el creyente que rinda servicios a la Causa en espíritu de completa humildad y servidumbre. Pretender sobresalir por encima de los demás ha de llevar inevitablemente al orgullo, al declive espiritual e incluso a la caída. El servicio motivado por deseos egoístas no es aceptable a los ojos de Dios. Humíllate ante Mí para que pueda graciosamente visitarte, son las palabras de Bahá`u`lláh. Pero no es posible que el hombre se muestre humilde y alcance la estación de servidumbre hasta que no descubra la fuerza motivadora que le ha guiado en su camino.
Se cuenta una bella historia en verso narrada por el célebre poeta persa Sa´dí. Es la historia de una gota de lluvia que baja de las nubes. La gota sabe desde el principio que es el agua de vida, el elemento más precioso jamás creado por Dios, y por tanto está orgullosa de sí misma Mientras desciende toda ufana, de súbito ve el océano, que se extiende al fondo. Es entonces cuando, al reconocer su propia insignificancia, exclama: “Si esto es lo que existe, entonces, ¿qué soy yo?. Al escuchar el océano aquella expresión de humildad, la atrajo hacia sí e hizo que se convirtiera en la compañera de la perla.
La revelación de Bahá`u`lláh es como el océano y el creyente como la gota. Siempre que, mediante sus propios esfuerzos y con la ayuda de la oración, la persona logre dar con una vislumbre de la majestad y grandeza de Bahá`u`lláh, se convertirá, al igual que la gota al ver el océano, en la encarnación de la abnegación y completa nada, metas que constituyen el máximo fruto de la persona y el distintivo del gigante espiritual. Pues hasta tanto el alma no reconozca la grandeza de la Causa de Dios no podrá mostrarse auténticamente humilde.
La Revelación de Bahá`u`lláh ha inaugurado el Día de Dios, día que todos los profetas y fundadores de las religiones mundiales han predicho. Es esencial que el creyente, deseoso de alcanzar la estación de servidumbre, adquiera, mediante la recitación de los Escritos Sagrados y el estudio de la historia de la Fe, una clara comprensión de la situación de Bahá`u`lláh y una intuición más penetrante de Su estupenda Revelación, la cual carece de paralelo en los anales del pasado, y cuyo lugar no habrán de presenciar las épocas futuras.
Ningún bahá`í puede reclamar haber comprendido plenamente la grandeza de esta Revelación. Es esta una meta inacabable. Puesto que la Fe y la comprensión son términos relativos, las personas se encuentran situadas en diferentes trechos o tramos del camino. Cuanto mayor sea el reconocimiento de la gloria de la Fe, tanto mayor será la humildad de la persona.