Marcos 10, domingo –B- 29 de octubre de 2006 Para quien sabe sentir y mirar, todo es “milagro”, todo es presencia activa y bienhechora de Dios.
46 Llegaron a Jericó. Más tarde, cuando Jesús salía de allí acompañado por sus discípulos y por bastante gente, el hijo de Timeo, Bartimeo, un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. 47 Cuando se enteró de que era Jesús el Nazareno quien pasaba, se puso a gritar: –¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí! Bartimero encuentra a Jesús porque necesita de él y cree en él. Se trata de sentir necesidad de curación. El profundo sentimiento de necesidad, de pobreza y ceguera, facilita el acceso a Jesús. Jericó
48 Muchos lo reprendían para que callara. Pero él gritaba todavía más fuerte: –¡Hijo de David, ten compasión de mí! ¿Nos molestan los “gritos” de quienes encontramos en el camino? ¿Nos resulta incómodo el que pide o el que hace preguntas? En ocasiones ¿impedimos a otras personas que puedan sentir, saborear y escuchar a Jesús? ¿o nos acercamos, animamos, facilitamos y clarificamos el camino hacia Él?
49 Jesús se detuvo y dijo: –Llamadlo. Llamaron entonces al ciego, diciéndole: ¡Ánimo, levántate, que te llama! Jesús se detiene, se preocupa de mirar. Siempre tiene tiempo para quien necesita buscar, recibir, levantarse, retomar el camino, ver... El encargo va también para nosotros: "llamad". No dejéis a nadie tirado en la cuneta. Decid que estoy pasando.
50 Él, arrojando su manto, dio un salto y se acercó a Jesús. 51 Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: –¿Qué quieres que haga por ti? Para ser discípulo no basta la buena voluntad; hay que ‘buscar a Jesús’, ‘ dar un salto’, ‘desprenderse de los mantos que no necesitamos’, hay que ‘encontrarse con Jesús’ y ’ser tocados por él’. Jesús espera la respuesta, siempre respeta nuestra libertad.
El ciego le contestó: –Maestro, que recobre la vista. La curación surge de un diálogo, de un encuentro, de una búsqueda y de una confianza. La súplica ‘que pueda ver’ sigue siendo el grito de tantas personas que buscan desde su ceguera, sea del tipo que sea. Cada cual conocemos nuestras cegueras personales...
52 Jesús le dijo: –Vete, tu fe te ha salvado. Y al momento recobró la vista y le siguió por el camino 52 Jesús le dijo: –Vete, tu fe te ha salvado. Y al momento recobró la vista y le siguió por el camino. Bartimeo es modelo del auténtico discípulo: el que testifica y proclama su fe, la traduce en oración perseverante y confiada, se libera de todo lo que impida un encuentro personal con Cristo e, iluminado por él, lo sigue decidido en su camino. Jerusalén, Vía Dolorosa
Dejas que te vea quien te busca. Hoy, que una vez más me sales al encuentro, me gustaría que habláramos desde mis ojos. De momento te voy a dejar los míos, para que veas las cosas desde aquí. Luego, si te parece TÚ me dejas los tuyos, para que aprenda a tener, como Tú, una mirada humana y humanizadora. Se me ensancha el corazón, al hablarte con y desde estos ojos míos, que, como dos grandes amigos, me permiten VER: conectar con las personas, descubrir la vida, llegar a lo que está más allá de las apariencias... Encontrarse con tu mirada es descubrir la gratuidad de tu amor, sentir que alguien te acoge como eres y te permite ser quien eres; que te da siempre una nueva oportunidad... Gracias a quienes a lo largo de mi vida me han enseñado a VER