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Publicada porMaría José Montoya Valdéz Modificado hace 8 años
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“¡Qué injusta es la vida!” Miguel-A.
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Cuentan de un hombre que, en el frío mes de enero, en una solitaria playa, se estuvo bañando totalmente desnudo. Tras el baño, tumbado en la arena, comenzó a jugar con ella... hasta casi enterrarse desnudo. En aquel momento, vio venir paseando a dos ancianas. Al estar desnudo, no se atrevió a salir. Y decidió tapar su cara con un periódico... esperando que las ancianas no se dieran cuenta de su presencia.
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Pero no sé por donde vagarían su pensamientos... porque su pene comenzó la erección, y se salió de la arena. La una de las ancianas se percató de un pene emergiendo de la arena... se detuvo... Y se lo señaló a su compañera. Y, al mover el pene con el bastón... más crecía.
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¡¡¡Qué injusta es la vida!!!. ¡¿Pero... por qué dices eso ahora?!.
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- ¡Mira esto! Cuando tuve 15 años, sentía gran curiosidad sobre ello. Luego, lo disfruté. Después, lo supliqué. Más tarde, llegué a pagar por ello. A los 60, lo pedía en mis oraciones. A los 70, me olvide por completo. Y ahora que tengo 80 años, y crecen espontáneos, ¡ya estoy demasiado vieja para poder ponerme en cuclillas!. ¡Bueno... sí! ¡¡¡Así es la vida: Muy injusta...!!!.
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