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Peguy Alison ¡Hola! Soy Vanessa, una chica que tuvo una experiencia amarga con su compañero Carlos por querer serle fiel y obediente. A través de esta.

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Presentación del tema: "Peguy Alison ¡Hola! Soy Vanessa, una chica que tuvo una experiencia amarga con su compañero Carlos por querer serle fiel y obediente. A través de esta."— Transcripción de la presentación:

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2 Peguy Alison

3 ¡Hola! Soy Vanessa, una chica que tuvo una experiencia amarga con su compañero Carlos por querer serle fiel y obediente. A través de esta presentación os contaré la historia de lo que ocurrió.

4 Mi ex, Carlos, había cambiado mucho desde que lo conocí, pues de prodigarme constantemente atenciones, razón por la que me enamoré de él, se convirtió en un ser despótico y nada cariñoso conmigo.

5 Por eso, cansada de recibir tan poco amor, me encaré con él: Si te aburres conmigo rompemos y se acabó, pero no estoy dispuesta a seguir así sin ser correspondida. Su reacción fue muy violenta, pues, …

6 …tras amenazarme, me dijo que primero aprendiera a cumplir sus deseos y que si me veía obediente recibiría todo su cariño. Y sin esperar ordenó: ¡Agáchate! ¡Desnúdate! Y yo me vi obligada a cumplir sus mandatos.

7 Siempre había atendido sus raros caprichos, bien por amor o bien para compensarle, pues Carlos trabajaba duro muchas horas para que nada me faltase (fue él el que quiso que dejara mi trabajo al juntarnos)

8 Al poco rato ya estaba tal y como me veis, sólo con el tanguita. Entonces sentí algo nuevo ante él -la vergüenza de estar desnuda ante un hombre-, y eso que antes ya lo había estado y no sólo con él.

9 Me sentía como la chica que, haciendo un striptease en un burdel, descubre entre los clientes a un amigo del colegio, al que le faltará tiempo para contárselo a todos sus antiguos compañeros.

10 Pero Carlos no quiso dejarme descansar y me exigió, antes de continuar con mi particular striptease, que, con fuerza, me estrujase las tetas y me pellizcara los pezones, tanto como si con ello pudiera ordeñármelos.

11 Me sentía dolorida y humillada, como la mujer que, en manos de un sádico, ve cómo éste disfruta con su dolor. Empezaba a tener miedo y quería acabar con esa tortura. Pero. ¿Cómo hacerlo?

12 Soñaba, en mi desesperación, en aquellos tiempos maravillosos que pasé al poco de salir con Carlos, entonces un chico estupendo y del que me enamoré y al que me entregué como una tonta.

13 Pero Carlos me volvió rápidamente a la realidad al ordenarme, violentamente, que siguiera bajándome mi tanguita, ya que quería tener mi culito disponible cuanto antes para poder follarlo.

14 Yo le suplicaba un poco de cariño, que no me humillara más. Le decía que me sentía como una sucia prostituta. Le pedía que las cosas volvieran a ser como antes cuando nos amábamos con ternura y pasión.

15 Pero él, no sólo no me escuchó mis ruegos sino que siguió con sus órdenes: ¡De rodillas en el sofá, puta!. Y si le decía que no lo era él me insistía: ¿Acaso no os gusta a todas las tías que os follen como putas?

16 ¡Enséñame bien el culo y da gracias de que sea yo el que te lo manda, pues de ser otro ya te habría dado ya una buena paliza por replicar! Fue la siguiente amenaza con que me amedrantó. Y yo le obedecía en todo.

17 Y continuó: ¡Quiero ver ese clítoris! ¿Es que tengo yo que abrirte el coño? ¡Te aseguro que como sea así te va a doler, jodida! Y aunque yo, obediente, cumplía todas sus órdenes él seguía sin cumplir lo prometido.

18 En ese momento me armé de valor y, con el coño bien abierto hacia él, le dije que si quería follarme podía empezar a hacerlo, porque la que no iba a esperar más era yo y que más tarde ya hablaríamos los dos.

19 Él se asustó de mi reacción y no supo qué hacer. Para empezar dejó de humillarme y yo pude recobrar un poco mi dignidad ante él. Seguía desnuda pero ya no me sentía como tal. Entonces, viendo…

20 su zozobra, pues no sabía qué hacer, volví a abrirme el que ya empezaba a ser mi tesoro y no el de él y dirigiéndole una mirada provocativa le dije: ¡Míralo bien, porque será la última vez que te obedezca!

21 Me metí los dedos en el que ahora ya era mi coño y, altiva, me masturbé con la mirada puesta en él, haciéndole ver que, en adelante y si era menester, yo misma me daría placer. Y que conmigo no contase para nada.

22 Y a continuación, mandándole un beso con la mano, me marché a buscar nuevos caminos lejos de él. Ésta es mi historia, la de una mujer que por obedecer a un hombre casi acabó perdida por él.

23 Las mujeres deberíamos ser menos confiadas y los hombres más cariñosos con nosotras cuando nos entregamos a vosotros, puesto que las más de las veces lo hacemos por amor. Pero ello nunca no lo intentéis con niñas o adolescentes, porque ellas todavía necesitan madurar. Así pues: NO A LA PEDOFILIA FIN

24 El paraíso del PowerPoint en


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