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Fundadora de la Congregación de Hermanas de San Antonio de Padua

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Presentación del tema: "Fundadora de la Congregación de Hermanas de San Antonio de Padua"— Transcripción de la presentación:

1 Fundadora de la Congregación de Hermanas de San Antonio de Padua
MADRE ANTONIA CERINI Fundadora de la Congregación de Hermanas de San Antonio de Padua

2 Nace en Castellanza, un pequeño pueblito de la campiña italiana el 13 de noviembre de Su nombre Luisa –le decían Luisina-. Su mamá, Ángela; su papá, Pablo, carpintero, y cinco hermanos varones formaban su familia. A los doce años recibe a Jesús en la eucaristía y desde allí su corazón vivió siempre enamorado de la única Verdad, el único Camino, la única Vida: Cristo mismo.

3 A los 16 años comunicó a su familia su inquietud de consagrarse a la vida religiosa. El 24 de septiembre de 1855 ingresó a la Congregación de San Vicente de Paúl. La guerra azotaba a su Patria. A lo largo de dieciséis años “vicentinos” aprendió a vivir austeramente y a acompañar en el dolor y sufrimiento a las víctimas de esa guerra. Debido a que las religiosas corrían serio peligro de muerte tuvo que volver a su casa paterna por dos años.

4 En abril de 1874 viajó hacia Argentina con la ilusión de encontrar a sus hermanas vicentinas. Con ellas permaneció sólo dos meses, su corazón estaba inquieto porque sabía que Dios la estaba preparando para otra cosa. Ingresó así en las Hermanas Sacramentarias y permaneció allí varios años. Pero se enferma, y se ve obligada a dejar la congregación. Desde allí va por un tiempo a la casa de una prima en Chivilcoy, hasta reestablecerse de su enfermedad.

5 Al poco tiempo ingresó en la Congregación de San José, en la ciudad de Mercedes, en la que llegó a ser maestra de novicias. Estando allí sintió la inspiración de que la voluntad de Dios para ella era “Fundar una Congregación que tuviera por fin principal después de la Gloria de Dios y la propia santificación, la asistencia a los enfermos en los hospitales y a domicilio”. Así lo comunicó a Monseñor Aneyros, su padre espiritual.

6 Así dejo la congregación de San José y contando solo con su fe y su ilimitada confianza en la Providencia se trasladó a la casa de la señora de Ojuez, que junto a las Hermanas Josefinas y a las señoras Griferio y Carosini la ayudaron a vivir la voluntad de Dios. Después de un tiempo, Monseñor autorizó a la Madre Antonia para escribir las reglas y buscar compañeras para la fundación.

7 Al enfermar gravemente prometió a San Antonio de Padua que si se sanaba, al fundar el instituto este llevaría su nombre. Y la sanación fue concedida. Se entregó de corazón –a pesar de su quebrantada salud- a la asistencia de los enfermos a domicilio en cumplimiento de su promesa… Comenzó a redactar el Reglamento que puso bajo la protección de la Santísima Virgen de la Meced y de San Antonio de Padua.

8 Siendo el año 1888 se presentó ante Monseñor Aneyros para pedirle su bendición y el permiso de fundación. Así, este se convirtió en el padrino espiritual y en la ayuda fundamental para la obra que comenzaba a tener forma. A principios de 1889 se reúnen junto a Luisa Antonia dos jóvenes, que la aceptan y respetan como fundadora; trabajan juntas asistiendo a los enfermos a domicilio. De a poco se va plasmando aquellos volcado en el Reglamento, autorizado por M. Aneyros.

9 La condición para autorizar la fundación era que debían ser por lo menos tres, pero hubo un desacuerdo entre compañeras, una dejó el primitivo grupo y parecía que todo volvía a la nada. Pero quiso Dios que aquella que se había ido volviera arrepentida y la madre la aceptara nuevamente. Así comenzaron a prepararse para el gran acontecimiento de la fundación propiamente dicha.

10 Y llegó el gran día de las primeras antonianas:
El 4 de octubre de 1889 (día de San Francisco de Asís) se funda la Congregación de Hermanas enfermeras de San Antonio de Padua. Monseñor entrega el santo hábito a estas tres mujeres enamoradas y felices. Felices en medio de tanta pobreza, abrazada voluntariamente por amor a Dios. Vivían en una casita muy modesta, que tenía sólo tres ambientes, uno de ellos dividido con un biombo para el pequeño oratorio y sala de estar para recibir a la gente.

11 Los primeros fueron años difíciles, pero la obra se expandía
Los primeros fueron años difíciles, pero la obra se expandía. Además de las Hermanas tenían quince huerfanitos para atender. En 1894 el padrino, M. Aneyros se fue al cielo. La Madre Antonia sufre esta partida pero sabe que su obra ha ganado un intercesor. En 1895, luego de los primeros ejercicios espirituales comienza la redacción de las reglas primitivas del Instituto, que serán aprobadas en 1898 por M. Espinosa, obispo de La Plata, diócesis a la que pertenecía la ciudad de Mercedes.

12 Durante ese año (1898) Madre Antonia tuvo que sortear numerosas dificultades para mantener a las niñas que habían llegado al número de ochenta. El corazón compasivo de la Madre no podía rechazar a ninguna, por cuya causa recibía el doble de lo que humanamente se podía sostener, confiando en que “Dios proveerá”. Y Dios proveía… En esa época una persona bienhechora le dio una buena limosna y con lo que tenía recolectado, también de limosnas, compró una casita contigua a la primera.

13 Como la Madre era muy sencilla y agradecida, todos la ayudaban de corazón y con desinterés. Así la Providencia obraba milagros abultadamente en esta pequeña familia que crecía en amor a Dios y entrega a la Iglesia. Conciente de que su obra debía crecer, comienza a expandirse a otros lugares. Así la fundadora con cuatro hermanas se hacen cargo del Hospital San Roque en la ciudad de Dolores.

14 En 1898 un grupo de Hermanas y Madre Antonia se hacen cargo del Hospital de Nogoyá, Entre Ríos. A fines del mismo año se dirige a La Paz (Entre Ríos) para hacerse cargo del Hospital. En esos años también fundó el hospital de Colón y el de Rosario del Tala (Entre Ríos). También el de Cañada de Gómez (Santa Fe). En 1899 funda el colegio de Rosario del Tala, llevando adelante el fin secundario del instituto que es la educación a la niñez desvalida. Luego lo mismo en Cañada de Gómez.

15 A fines de 1903 la Madre Antonia se hizo cargo del Orfelinato de la colonia de Pujol en Santa Fe. Allí se albergaron niños de ambos sexos de poca edad: huérfanos y carenciados. Estos años de fundaciones fueron sin duda, años de lucha, de sacrificios, de amor y entrega sin medida de la fundadora y sus hermanas. En 1905 comprendiendo la Madre fundadora que el gobierno de la Congregación era demasiado pesado para sus fuerzas debilitadas por los años y la enfermedad pidió la intervención a la Iglesia diocesana, que designó al padre Machiolli como visitador y luego al padre Claudio Burdet como director.

16 Este director decide el traslado de la Madre Antonia al orfelinato de Pujol, provocando desconcierto y desaliento entre las primeras antonianas. La Madre aceptó a pesar de tener que dejar su amada casa madre, iniciando una nueva etapa en la vida de la fundadora. En 1908 regresó a su Casa Madre a iniciar el último tramo de su peregrinar aquí en la tierra, sin ejercer el gobierno de su congregación. Al calor de sus hijas en su Casa Madre que tanto amó, el 2 de noviembre de 1911 entregó su alma al Señor nuestra querida Madre Antonia Cerini. Tenía 71 años.

17 y sea útil a nuestro prójimo. Te rogamos si es conforme a tu voluntad,
Señor, que nos has mostrado por la vida de la Madre Antonia, cuán agradable es a tus ojos, el espíritu de humildad, obediencia y trabajo, dígnate concedernos la gracia de imitar sus virtudes, para que también nuestra vida, glorifique tu nombre, santifique nuestras almas y sea útil a nuestro prójimo. Te rogamos si es conforme a tu voluntad, nos concedas la gracia que te pedimos, como señal de la gloria que quieres manifestar en tu humilde sierva, Madre Antonia Cerini.  Amén.


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