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La Literatura del siglo XVIII Ensayo, poesía y teatro

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Presentación del tema: "La Literatura del siglo XVIII Ensayo, poesía y teatro"— Transcripción de la presentación:

1 La Literatura del siglo XVIII Ensayo, poesía y teatro

2 El siglo XVIII Contexto histórico-político
Europa: Independencia Estados Unidos (1776) Revolución francesa (1789) España: 1700: Felipe V (1º Borbón) - Despotismo ilustrado 1746: Fernando VI – Reconstrucción España 1759: Carlos III – Grimaldi y Esquilache 1788: Carlos IV – Revolución francesa. Floridablanca y Godoy.

3 El siglo XVIII Contexto socioeconómico
Aumento población Ciudades Comercio Liberalización comercial Burguesía Sociedades Amigos del País

4 El siglo XVIII Contexto social-cultural “El siglo de las luces”
La Ilustración: Racionalismo Empirismo Reformismo Idealismo Didactismo Progreso Justicia Libertad

5 El siglo XVIII Contexto socio-cultural
Analfabetismo Novatores Periodismo Literatura científica y crítica Instituciones ilustradas

6 El siglo XVIII Arte y literatura
Posbarroquismo Exceso rococó Neoclasicismo Grecia y Roma Normas clásicas Prerromanticismo Rosseau Contra Neoclasicismo Sentimiento Sin reglas Espacios misteriosos

7 El siglo XVIII El ensayo
Feijoo ( ): Teatro crítico universal Jovellanos ( ): Informe sobre la ley agraria… Cadalso ( ): Cartas marruecas, Los eruditos a la violeta…

8 El siglo XVIII Feijoo: Teatro crítico universal Voz del pueblo
Aquella mal entendida máxima de que Dios se explica en la voz del pueblo, autorizó la plebe para tiranizar el buen juicio, y erigió en ella una potestad tribunicia, capaz de oprimir la nobleza literaria. Es éste un error de donde nacen infinitos; porque asentada la conclusión de que la multitud sea regla de la verdad, todos los desaciertos del vulgo se veneran como inspiraciones del Cielo. Esta consideración me mueve a combatir el primero este error, haciéndome la cuenta de que venzo muchos enemigos en uno solo, o a lo menos de que será más fácil expugnar los demás errores quitándoles primero el patrocinio que les da la voz común en la estimación de los hombres menos cautos.

9 El siglo XVIII Jovellanos: Informe sobre la Ley Agraria
Entre otras, se ha propuesto a vuestra alteza la de limitar y arreglar por tasación la renta de las tierras en favor de los colonos, pero esta ley, reclamada con alguna apariencia de equidad, como otras de su' especie, sería igualmente injusta. Se pretende que la subida de las tierras no tiene otro origen que la codicia de los propietarios; pero, ¿no la tendrán también en la de los colonos? Si la concurrencia de éstos, si sus pujas y competencia no animasen a aquellos a levantar el precio de los arriendos, ¿es dudable que los arriendos serían más estables y equitativos? Jamás sube de precio una tierra sin que se combinen estos dos intereses, así como nunca baja sin esta misma combinación; porque si la competencia de los primeros anima a los propietarios a subir las rentas, su ausencia o desvío los obligan a bajarlas, no teniendo otro origen el establecimiento de los precios en los comercios y contratos. Es verdad que esta subida en algunas partes ha sido grande, y si se quiere, excesiva; pero, sea lo que fuere, siempre estará justificada en su principio y causas. Ningún precio se puede decir injusto siempre que se fije con una avenencia libre de las partes y se establezca sobre aquellos elementos naturales que le regulan en el comercio. Es natural que donde superabunda la población rústica, y hay más arrendadores que tierras arrendables, el propietario dé la ley al colono, así como lo es que la reciba donde superabunden las tierras arrendables y haya pocos labradores para muchas tierras. En el primer caso, el propietario, aspirando a sacar de su fondo la mayor renta posible sube cuanto puede subir, y entonces el colono tiene que contentarse con la menor ganancia posible; pero en el segundo, aspirando el colono a la suma ganancia el propietario tendrá que contentarse con la mínima renta. Si, pues, en este caso fuere injusta una ley que subiese la renta en favor del propietario, ¿por qué no lo será en el contrario la que la baje y reduzca en favor del colono?

10 El siglo XVIII Cadalso: Cartas marruecas
He logrado quedarme en España después del regreso de nuestro embajador, como lo deseaba muchos días ha, y te lo escribí varias veces durante su mansión en Madrid. Mi ánimo era viajar con utilidad, y este objeto no puede siempre lograrse en la comitiva de los grandes señores, particularmente asiáticos y africanos. Éstos no ven, digámoslo así, sino la superficie de la tierra por donde pasan; su fausto, los ningunos antecedentes por dónde indagar las cosas dignas de conocerse, el número de sus criados, la ignorancia de las lenguas, lo sospechosos que deben ser en los países por donde transiten y otros motivos, les impiden muchos medios que se ofrecen al particular que viaja con menos nota. Me hallo vestido como estos cristianos, introducido en muchas de sus casas, poseyendo su idioma, y en amistad muy estrecha con un cristiano llamado Nuño Núñez, que es hombre que ha pasado por muchas vicisitudes de la suerte, carreras y métodos de vida. Se halla ahora separado del mundo, y, según su expresión, encarcelado dentro de sí mismo. En su compañía se me pasan con gusto las horas, porque procura instruirme en todo lo que me pregunto; y lo hace con tanta sinceridad, que algunas veces me dice: de esto no entiendo; y otras: de esto no quiero entender. Con estas proporciones hago ánimo de examinar no sólo la corte, sino todas las provincias de la península.

11 El siglo XVIII La poesía
Ignacio de Luzán ( ): Poética, 1727 Fábulas: Iriarte ( ): Fábulas literarias Samaniego ( ): Fábulas morales Meléndez Valdés ( ): Anacreónticas Filosófica y moral Epístola de Jovino de Jovellanos

12 El siglo XVIII Ignacio de Luzán
Capítulo II De la utilidad particular y propia de cada especie de poesía No es menor la utilidad que produce la tragedia, en quien los príncipes pueden aprender a moderar su ambición, su ira y otras pasiones, con los ejemplos que allí se representan de príncipes caídos de una suma felicidad a una extrema miseria, cuyo escarmiento les acuerda la inconstancia de las cosas humanas y los previene y fortalece contra los reveses de la fortuna. Además de esto el poeta puede y debe pintar en la tragedia las costumbres y los artificios de los cortesanos aduladores y ambiciosos, y sus inconstantes amistades y obsequios; todo lo cual puede ser una escuela provechosísima que enseñe a conocer lo que es corte y lo que son cortesanos, y a descifrar las dobleces de la fina política y de ese monstruo que llaman razón de estado.

13 El siglo XVIII Tomás de Iriarte
  En la flauta el aire se hubo de colar, y sonó la flauta por casualidad.   «iOh!», dijo el borrico, «¡qué bien sé tocar! ¡y dirán que es mala la música asnal!»   Sin regla del arte, borriquitos hay que una vez aciertan por casualidad.    Esta fabulilla, salga bien o mal, me ha ocurrido ahora por casualidad.   Cerca de unos prados que hay en mi lugar, pasaba un borrico por casualidad.   Una flauta en ellos halló, que un zagal se dejó olvidada por casualidad.   Acercóse a olerla el dicho animal, y dio un resoplido por casualidad.

14 El siglo XVIII Felix María de Samaniego
La mona Subió una Mona a un nogal. Y cogiendo una nuez verde, En la cáscara la muerde; Con que la supo muy mal. Arrojóla el animal, Y se quedó sin comer. Así suele suceder A quien su empresa abandona. Porque halla, como la mona, Al principio qué vencer. El hombre y la culebra A una Culebra que, de frío yerta, En el suelo yacía medio muerta Un labrador cogió; mas fue tan bueno, Que incautamente la abrigó en su Seno. Apenas revivió, cuando la ingrata A su gran bienhechor traidora mata.

15 El siglo XVIII Meléndez valdés
Mis deseos ¡Cuán dulce es, Galatea, nuestra ignorada suerte, y Amor qué de embelesos en ella nos ofrece! ¡Cómo embriagada el alma de un éxtasi celeste, sólo feliz respira delicias y placeres! ¡Con qué emoción tan tierna mi labio una y mil veces te jura que te adora, fe eterna te promete! Tú fina me respondes con votos más ardientes, y ciega entre mis brazos de amores desfalleces. ¡Cuánto, adorada, cuánto tus trinos me conmueven, me inflaman tus suspiros, tus ojos me enloquecen!; tus ojos, que en mi pecho tan alto imperio tienen que en sola una mirada le alegran o entristecen.

16 El siglo XVIII Meléndez valdés
A la verdad Ven, mueve el labio mío, angélica verdad, prole dichosa del alto cielo, y con tu luz gloriosa mi espíritu ilumina. Huya el error impío, huya a tu voz divina, cual se despeña la tiniebla oscura del albo día ante la llama pura. No desdeñes mi ruego, que hasta aquí siempre cariñosa oíste, tú, que mi numen soberano fuiste y encanto delicioso; que deslumbrado y ciego se lanza presuroso del pestilente vicio en la ancha vía el mortal triste a quien tu luz no guía.

17 El siglo XVIII El teatro
Neoclasicismo francés Normas clásicas Tragedia: Nicolás Fdez Moratín Vicente García de la Huerta Comedia: Leandro Fdez Moratín El sí de las niñas La comedia nueva o El café

18 El siglo XVIII Leandro fernández de moratín El sí de las niñas
SIMÓN.-   Si está usted bien seguro de que ella le quiere, si no le asusta la diferencia de la edad, si su elección es libre... DON DIEGO.-   Pues ¿no ha de serlo?... Doña Irene la escribió con anticipación sobre el particular. Hemos ido allá, me ha visto, la han informado de cuanto ha querido saber, y ha respondido que está bien, que admite gustosa el partido que se le propone... Y ya ves tú con qué agrado me trata, y qué expresiones me hace tan cariñosas y tan sencillas... Mira, Simón, si los matrimonios muy desiguales tienen por lo común desgraciada resulta, consiste en que alguna de las partes procede sin libertad, en que hay violencia, seducción, engaño, amenazas, tiranía doméstica... Pero aquí no hay nada de eso. ¿Y qué sacarían con engañarme? Ya ves tú la religiosa de Guadalajara si es mujer de juicio; ésta de Alcalá, aunque no la conozco, sé que es una señora de excelentes prendas; mira tú si Doña Irene querrá el bien de su hija; pues todas ellas me han dado cuantas seguridades puedo apetecer... La criada, que la ha servido en Madrid y más de cuatro años en el convento, se hace lenguas de ella; y sobre todo me ha informado de que jamás observó en esta criatura la más remota inclinación a ninguno de los pocos hombres que ha podido ver en aquel encierro. Bordar, coser, leer libros devotos, oír misa y correr por la huerta detrás de las mariposas, y echar agua en los agujeros de las hormigas, éstas han sido su ocupación y sus diversiones... ¿Qué dices?

19 El siglo XVIII Leandro Fernández de Moratín La Comedia Nueva o El café
(DON ANTONIO sentado junto a una mesa; PIPÍ paseándose.)  DON ANTONIO.-  Parece que se hunde el techo. Pipí. PIPÍ.-  Señor... DON ANTONIO.-  ¿Qué gente hay arriba, que anda tal estrépito? ¿Son locos? PIPÍ.-  No, señor; poetas. DON ANTONIO.-  ¿Cómo poetas? PIPÍ.-  Sí, señor; ¡así lo fuera yo! ¡No es cosa! Y han tenido una gran comida: Burdeos, pajarete, marrasquino, ¡uh! DON ANTONIO.-  ¿Y con qué motivo se hace esa francachela? PIPÍ.-  Yo no sé; pero supongo que será en celebridad de la comedia nueva que se representa esta tarde, escrita por uno de ellos. DON ANTONIO.-  ¿Conque han hecho una comedia? ¡Haya picarillos! PIPÍ.-  ¿Pues qué, no lo sabía usted? DON ANTONIO.-  No, por cierto.


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