El Mundo Blanco Gadea.

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1 El Mundo Blanco Gadea

2 Mi nombre es Gadea, y nací en el Mundo Blanco
Mi nombre es Gadea, y nací en el Mundo Blanco. Ese es un mundo sin color, sin principio y sin final; es el PAÍS DE LAS PALABRAS. Quizás nunca hayáis oído hablar de mí, pero yo nací de la memoria de Castilla, aunque al principio sólo fui un nombre. Vosotros, los niños, también sois nombres al principio. Cuando aún no existís en el mundo real hace mucho que habéis llegado al Mundo Blanco, mi mundo, el lugar donde nacen las palabras. Allí sois “El futuro hijo” o “El bebé que tendremos”. Pues así nací yo también: de la mente de las gentes nació mi nombre, y mi historia.

3 Y tras pasar por el Mundo Blanco, al igual que vosotros, yo también nací. Pero nací dentro de un cuento, de una historia, ya que todos los personajes de ese pequeño mundo eran mis padres, todos habían pensado en mí, cuando yo sólo era una palabra, y su deseo, fue el que me abrió la puerta para dejar el Mundo Blanco, y viajar por cientos y cientos de historias. Los cuentos son unos de mis muchos padres…. He viajado por historias fantásticas de dragones… …por leyendas sobre bosques con alma… … hogar de ninfas y duendes.

4 Y así fue como empezó mi largo y duro viaje por
tantas fábulas. Caminé entre las páginas de infinidad de libros, cuyos autores me arrancaban con tinta, del corazón de la otra historia en la que me encontraba… No les culpéis, no lo hacían por maldad. Ellos sólo imaginaban, y mi nombre se paseaba por su mente, y ellos creaban un mundo nuevo, del que yo formaba parte. Pero jamás tuve una historia propia, un hogar. Recorría los mundos creados para otros, para los “protagonistas”, para los hijos predilectos de los autores, mis otros padres. Gracias a ellos, y a todos los que me imaginan, nací.

5 8 de mayo de 1997. Redacción de Palabras de Hoy .
En uno de mis viajes, aparecí de repente en una historia gris, con olor a tinta fresca y humo. No había luz, estaba bajo un techo de hormigón, rodeada por decenas de máquinas de las que salían cientos de periódicos a la velocidad del rayo. Quería saber a que historia había llegado, y aventurera me atreví a robar uno de los periódicos defectuosos que se apilaban en un montón. 8 de mayo de Redacción de Palabras de Hoy . ¡HABÍA APARECIDO EN UN PERIÓDICO!

6 Fascinada miré a mi alrededor sin entender por qué estaba allí
Fascinada miré a mi alrededor sin entender por qué estaba allí. Quería saber quién era en esa historia, cual era mi tarea. Unas hojas de papel cayeron a mi alrededor… -¡Lo siento! ¡Ahora bajo a por ellas!-Gritó un joven con gafas desde la pasarela. Miraba los papeles desperdigados por toda la imprenta con cara de preocupación. Mientras él bajaba apresurado por las escaleras yo recogí los folios. Estaban todos escritos a mano, con una letra muy apretada y ligeramente inclinada. -¿Lo has escrito tú? -Le pregunté. Quizás él fuera mi padre aquella vez. Quizás esa fuera mi historia. El joven me miró y sonrojado asintió con la cabeza. –¿Puedo leerlo? Le pedí. –¡No! -Respondió. –Son solo notas… Hace mucho que no escribo nada bueno. No encuentro la inspiración. He imaginado que imaginaba, y he imaginado lo que sentiría al escribir, pero no he pensado sobre qué.

7 Decepcionada supuse que ese no era el mundo real, y que aquel chico no era mi padre. Sería otro de los personajes ¿Alguna vez conocería a mi autor? ¿Alguna vez viajaría al mundo de tierra para susurrarle a mi padre como tenía que construir mi cuento, una historia solo para mí? El chico empezó a andar, pero de repente se dio la vuelta. –La verdad es que si que he pensado algo. Es solo una idea. La historia de una niña de tu edad… Por cierto, ¿no eres muy pequeña para estar aquí sola? Te habrás perdido, creo que hoy han venido varios colegios a ver el periódico. Ven conmigo, los buscaremos juntos. Obediente lo seguí, hasta que él me preguntó si me gustaba leer. Había parecido muy interesada con esos folios. A él de pequeño también le encantaba leer, me contó. Me relató la historia de una niña de rizos rubios como yo, que vivía en una biblioteca. Me contó que esa niña nunca había tenido padres, y que su nombre era muy antiguo. ¡Soy yo! Pensé. Aquel chico, que ilusionado me contaba la historia de mi vida, me había llamado GADEA. Ese era el mundo real y yo estaba a punto de ayudar a mi autor a crear un mundo de libros, de aventuras en una biblioteca. UN MUNDO SOLO PARA MÍ.